La Córdoba romana más lúdica
● Junto al templo ubicado en Claudio Marcelo, el circo, el teatro y el anfiteatro fueron desde el siglo I los lugares de encuentro de los habitantes de la entonces capital de la Bética
de ellas fueron, incluso, batallas navales para las cuales se llenaba el recinto de agua.
TEMPLO ROMANO
Casi 40 años tardó en construirse el Templo Romano; o lo que es lo mismo, se acabó durante el mandato del emperador Domiciano (años 81 y 96). Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro colonial romano, que se trasladó al entorno del actual convento de Santa Ana. Esta zona de Córdoba pudo constituirse entre el siglo I y el siglo II, como el foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana. El templo se situó en el límite de dicha Colonia Patricia, en la zona donde se ubicaba parte del lienzo oeste de la muralla. Las construcciones del interior, al igual que el lienzo de muralla, fueron destruidos para levantar el Templo.
El Templo es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del periodo romano en la Bética. Se trata de un templo pseudoperíptero y hexástilo, al presentar seis columnas en su frente. Sus capiteles están decorados con acantos y volutas, por lo tanto utilizan el llamado orden corintio.
El material empleado en su edificación fue casi exclusivamente mármol, desde las columnas a los muros, pasando por la cubierta y el entablamento. La calidad del mármol y la de la talla del mismo hablan de que su construcción fue llevada a cabo por artesanos con altísima cualificación, situando el resultado al nivel de los más bellos edificios del imperio. Alrededor pueden verse algunos fragmentos originales del templo, tales como piezas de tambores o capiteles. Otros restos fueron llevados al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba para su mejor conservación, como algunos relieves que allí se exponen, y donde también se hallan algunos de sus capiteles, mientras que varios fustes de sus columnas se pueden observar en la plaza de las Doblas.
Y es que en Córdoba, más allá de los edificios de espectáculos, en los que también se rendía pleitesía al emperador, existieron espacios específicos para el culto imperial. Ésa debió ser la función del foro y el colosal templo octástilo de la calle Morería, dedicados al Divo Augusto; y también del templo hexástilo situado en la actual calle Claudio Marcelo, parte de un gran complejo monumental, quizá bajo la advocación del Divo Claudio. Este último se asentaba en el centro de una terraza artificial, a modo de plaza rectangular porticada, abierta a la via Augusta y al circo. Según las esculturas y testimonios epigráficos documentados, Corduba debió contar con otros muchos espacios dedicados a la veneración pública de dioses como Cibeles, Diana, Vesta o Tutela.
CIRCO ROMANO
El grupo de investigación Sísifo de la Universidad de Córdoba (UCO) detalla que el Circo de Colonia Patricia de Córdoba se construyó a mediados del siglo I, como el Templo, en la zona extramuros oriental de la ciudad, junto a la Via Augusta. Estaba conectado visualmente con el Templo de la calle Claudio Marcelo, del que sólo le separaba una terraza intermedia. Estos tres elementos conformaban una escenografía colosal al servicio de la imagen urbana del caput Baeticae y del culto al emperador.
Sísifo detalla que el edificio de espectáculos, de grandes dimensiones, ocupó el sector central del actual barrio de la Axerquía. “Conocemos parte de sus cimientos bajo los jardines del Palacio de Orive, en concreto de la cavea, o graderío. Estas gradas, que debieron acoger una cifra cercana a los 15.000 espectadores, rodearían perimetralmentela arena,dividida en sentido longitudinal en dos calles por la spina, en torno a la cual giraban los competidores”, sentencia el grupo.
En el Circo tenían lugar las carreras de carros y de caballos (ludi circenses). Bigas y cuadrigas salían desde las carceres, en un extremo del circo, tiradas por dos o cuatro caballos y dirigidas por aurigas vestidos con los colores de una de las cuatro factiones en liza: pistrina (verde), albata (blanca), rossata (roja) y veneta (azul), fervientemente animadas desde las gradas.
Desde Sísifo insisten en que el vencedor era coronado de olivo y salía por la Porta Triumphalis. El circo patriciense estuvo en uso hasta finales del siglo II, cuando por razones que se desconocen fue rápidamente abandonado y desmantelado. No obstante, sabemos por la epigrafía de la celebración en Corduba de nuevos ludi circenses a principios del siglo III. “Es posible por tanto que le sucediera un segundo circo de fábrica, no documentado aún, o que se utilizaran estructuras efímeras”, sentencian.
El Circo estaba inspirado en los hipódromos y estadios griegos, presentando dimensiones mucho mayores a estos. La arena, la superficie donde se realizaban las carreras, era muy alargada, y estaba partida en dos por la spina, formada generalmente por elementos arquitectónicos tales como columnas, obeliscos… formándose así dos calles iguales. Todo ello se encontraba envuelto por la cavea o maemiana, es decir, los graderíos, presentando forma semicircular en los extremos.
TEATRO ROMANO
El Teatro Romano de Córdoba, cuya construcción empezó el siglo I antes de Cristo y finalizó el siglo I después de Cristo, estaba ubicado dentro del recinto amurallado. Hoy en día se encuentran restos del mismo bajo el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba. En tiempos del emperador Augusto se convirtió en el segundo teatro más grande del Imperio Romano, ya que este emperador nombró a Corduba como capital de la Bética, al considerarla la ciudad más romanizada.
Los romanos eligieron una de las zonas más altas de la ciudad, fuera de las murallas, para aprovechar la pendiente y construir los graderíos. Aunque no ha podido ser confirmado por una excava