Y despertó el Vesubio
● La celebración del tercer Scudetto del Nápoles en las calles de la ciudad se salda con un fallecido de 26 años y más de doscientos heridos
La celebración del Scudetto del Nápoles que tuvo lugar en la madrugada de este jueves, se saldó con un muerto y más de docientos heridos. El fallecido es un hombre de 26 años que murió por heridas de bala. El joven fue ingresado en el hospital Cardarelli, donde falleció poco después, informaron los medios locales.
Conocido por la Policía Local y con antecedentes, el hombre se vio envuelto en una emboscada que nada tenía que ver con la celebración del título liguero, según las primeras reconstrucciones.
En ese mismo episodio, que tuvo lugar en Plaza Volturno, cercana a la estación central del Nápoles, otros tres hombres resultaron heridos de bala.
Además, una mujer de 20 años está ingresada en el hospital de Frattamaggiore, en la provincia de Nápoles, con un cuadro grave con traumatismo craneoencefálico y una hemorragia cerebral que ponen su vida en riesgo.
La joven fue atropellada cuando se encontraba con otras tres personas, durante las celebraciones, por un hombre que chocó contra el muro exterior del cuartel de Carabinieri de Casoria, arrollando a las cuatro personas que caminaban por allí.
El conductor intentó huir a pie, pero las imágenes de seguridad permitieron identificarlo y denunciarlo. Las cuatro personas atropelladas, todas entre 20 y 31 años, fueron trasladadas a diferentes hospitales.
Además, la larga noche napolitana terminó con un balance de más de 200 ciudadanos que requirieron atención médica por diversos motivos. Entre los más repetidos estuvieron los relacionados con las heridas por el uso de fuegos artificiales o bengalas, así como por la inhalación de humo; las contusiones y fracturas por caídas o enfrentamientos; y ataques de pánico. Tres de los heridos, leves, fueron policías.
MÁS ALLÁ DEL FÚTBOL
El Nápoles es ya el merecido campeón de la Serie A. Por tercera vez en su historia, la primera sin Maradona, consiguió proclamarse campeón del ‘Scudetto’. Una gesta que cobra mucha más relevancia si se tiene en cuenta la histórica brecha que separa el norte y el sur de Italia, convirtiendo este título en una victoria que trasciende enormemente lo futbolístico.
Italia es un país radicalmente dividido. Las diferencias entre el norte y el sur son más que palpables. Todos los italianos son conscientes de ello hasta el punto de que hay hasta cierto recelo entre unos y otros. La riqueza se queda en el norte, mientras que la pobreza se ceba con el sur. Es como si fueran dos países diferentes.
El PIB per cápita, según datos del Eurostat de 2019, va disminuyendo progresivamente desde la zona del norte hasta la parte final de la silueta con forma de bota. En concreto, Campania, la región en la que se encuentra Nápoles, es una de las que posee un menor PIB per cápita, con poco más de 20.000 euros anuales; un dato que contrasta radicalmente con el anterior ganador de la Serie A, el Milan, cuya renta media anual de la ciudad es de más de 55.000 euros.
Por eso la victoria de los pupilos de Luciano Spalletti va mucho más allá de los futbolístico. Es una victoria social, la del pobre sur contra el todopoderoso norte italiano. Es la victoria del pequeño contra el grande. Es la de David contra Goliat. Y el fútbol ha sido, una vez más, el hilo conductor de una historia con final feliz.
Esta brecha ha afectado históricamente, de manera inevitable, al propio fútbol. En los últimos 20 años, tres equipos se habían repartido todo el protagonismo en el campeonato doméstico italiano. Inter, Juventus y Milan habían levantado de manera alterna el trofeo. Y en el presente siglo, solo la Lazio y la Roma, en 2000 y 2001, respectivamente, evitaron la hegemonía total del norte.