Gibraltar, la singularidad y Feijóo
AUNQUE varios pronunciamientos públicos recientes por parte de representantes de los gobiernos de España y Reino Unido llevan a pensar en la inminencia de un acuerdo que permitirá derribar la Verja, a la fecha nadie ha desvelado avances en torno a alguno de los cinco irritantes que siguen en pie. Que se sepa, Bruselas mantiene como líneas rojas de la negociación la armonización fiscal de Gibraltar con el resto de la UE, la adopción por parte del Peñón de la normativa medioambiental europea, la igualación de las pensiones que cobran los ex trabajadores transfronterizos con las de los llanitos, el control aduanero y fronterizo del puerto y aeropuerto del Peñón a cargo de España y de Reino Unido y el uso militar de ambas instalaciones acorde a las exigencias de la UE, es decir, sin opacidad y sin colar ni armas ni reparaciones de submarinos nucleares por la puerta trasera.
Desde octubre de 2021 se han celebrado trece rondas negociadoras, más múltiples reuniones de menor nivel, en las que ha habido encuentros y desencuentros, pero la inminencia de las elecciones municipales y, más tarde, de las generales, no debería propiciar acuerdos cerrados en falso ni gestos de cara a la galería.
Por lo demás, declaraciones como las del gobernador de la colonia, David Steel, animando al rey Carlos III a visitarla para reafirmar quizá la britanicidad de la Roca no facilitan las cosas. Ya sabemos lo que sucedió en 1981 cuando aquel se casó con Lady Di y lo que costó restablecer las relaciones bilaterales.
LA SINGULARIDAD
Es buena noticia que el conjunto de partidos en el Parlamento de Andalucía haya aprobado una propuesta para dar al Campo de Gibraltar un estatus oficial de Singularidad para que los miembros de la Policía Nacional, la Guardia Civil y Aduanas disfruten de un merecido complemento que recompense los sinsabores de su labor y consolide a sus plantillas de profesionales, a las que tanto afecta la movilidad de sus componentes.
Ahora bien, la proposición no de ley acordada es un mera declaración política dirigida al Gobierno de la nación, sin efectos prácticos. Es en el Congreso de los Diputados donde habría que presentar, defender y votar dicha iniciativa. Si populares, socialistas, Vox y la miríada de partidos de izquierda están de acuerdo con incentivar de manera especial a quienes se juegan el pescuezo, deben hacer valer esa propuesta allí, no solo mediante otra proposición no de ley, sino también con partidas específicas en los Presupuestos Generales del Estado. Todo lo demás son fuegos artificiales. Los 61 diputados elegidos en Andalucía que se sientan en la Cámara Baja ya pueden dar el paso.
FEIJÓO, HOLA Y ADIÓS
El problema no es que estuviese tan solo un ratillo largo en Algeciras, sin molestarse en hacer declaraciones a la prensa, eso es solo la consecuencia, sino la escasa relevancia que el presidente nacional del PP y sus asesores conceden al Campo de Gibraltar. Alberto Núñez Feijóo pasó el pasado jueves por Algeciras para tomar un ferry, como escala obligada entre las ciudades de Cádiz, donde celebró un acto público preelectoral, y Ceuta, donde tuvo otro. El viernes hizo lo propio en Málaga. Para buena parte de la clase política española, nuestra comarca es únicamente un cruce de caminos, no el enclave estratégico con sus grandes servidumbres, enormes ventajas y demandas perentorias que percibimos a diario quienes aquí residimos.
Cuando Pedro Sánchez ocupaba el puesto que hoy ejerce Feijóo como líder de la oposición, visitó La Línea de la Concepción y celebró un acto político en el centro de mayores de La Atuanara. Fue en marzo de 2018, poco antes de conocerse la sentencia por el caso Gurtel y de la inmediata moción de censura que en junio de ese año le llevó a la Presidencia del Gobierno en sustitución de Mariano Rajoy. Con sus aciertos y errores posteriores, en la entrevista que concedió en aquel entonces a Europa Sur, Sánchez demostró
Desde octubre de 2021 se han celebrado trece rondas negociadoras
un interés y un conocimiento de la realidad de la comarca inusual para la media.
La plasmación de aquello fue que, en julio, el recién nombrado ministro del Interior, Fernando Grande-marlaska, se entrevistó en el Campo de Gibraltar con los responsables de las fuerzas de seguridad y ONG y que el Consejo de Ministros aprobó ese mismo mes una primera fase del Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar, con el incremento de los medios policiales contra el narcotráfico como columna vertebral.
Los resultados están ahí y queda muchísimo por hacer, sin duda, como la aprobación de la zona de especial singularidad, pero alguien en el PP debería irse un rato al rincón de pensar. A Juanma Moreno y José Ignacio Landaluce les queda por delante desarrollar entre los suyos una larga labor pedagógica para explicarles qué se cuece por aquí abajo.