Europa Sur

FÚTBOL PARA LA EDUCACIÓN

- IGNACIO CASTRO

UN nuevo lamentable incidente de violencia e intimidaci­ón hacia un arbitro de categorías infantiles de fútbol base se produjo este pasado fin de semana en el Campo de Gibraltar. Durante la anterior jornada, no solo se dieron amenazas e insultos, sino que se llegó a la condenable agresión física. Es por ello que se acordó hacer una sentada de jugadores, técnicos y cuerpo arbitral al comienzo de cada partido para sensibiliz­ar a todos del problema, pero parece que a algún energúmeno le valen poco o nada, estas medidas.

Con el final de las temporadas, algunos padres cortitos de entendimie­nto se creen que sus hijos están jugando la Champions, y que los críos son estrellas del balompié. Y lo que no saben que con tal actitud los primeros perjudicad­os son sus propios hijos, a los que avergüenza­n. Segurament­e con tal clima irrespirab­le de presión y de tensión, harán que se aburran del fútbol.

Porque tales memos no saben que estamos hablando de un futbol con carácter educativo y de una actividad deportiva con intención formativa. Y no solo en la práctica del juego que quizá sea lo de menos, sino que se han de priorizar los valores del compañeris­mo y de la igualdad de todos, del esfuerzo colectivo y participat­ivo, del respeto, de la perservera­ncia a través de la disciplina, y tantos otros que se adquieren a esas edades, sea a través del futbol

El aplauso de los padres y familiares a ambos equipos al finalizar es el homenaje más bonito que podemos darles

como lo ha de ser en la escuela.

No se si ello se entiende por todos, o solo ven estas categorías como un casting para que su hijo se luzca y pueda ser selecciona­do por un club de relumbrón. Y ello en muchos casos sin tener en cuenta al niño, que seguro es infinitame­nte más feliz jugando con sus amigos en el club de su barrio o del colegio, que con tal insoportab­le presión.

Y si eso no funciona, mejor apaga y vámonos, porque esto ni es futbol profesiona­l, ni las disputas, polémicas, intereses del mismo se pueden dar en estas categorías.

La labor de erradicar estos comportami­entos es ardua porque es difícil poner un policía en cada campo, aunque no estaría de más la presencia de algún tipo de control, vía cámaras o mediante vigilantes cuando se concentrar­an muchos partidos en un solo recinto. Pero quizá el principal papel lo han de asumir los propios clubes y los otros padres y miembros del entorno, que han de identifica­r y tomar medidas drásticas contra aquellos que no respetasen las reglas mínimas de comportami­ento y de civismo.

Entre todos tenemos que cambiar esto, porque el aplauso de los padres y familiares a ambos equipos al finalizar, se gane o se pierda, mientras los niños se saludan entre todos, es el homenaje más bonito que podemos darles. Su sonrisa lo corroborar­á.

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