FÚTBOL PARA LA EDUCACIÓN
UN nuevo lamentable incidente de violencia e intimidación hacia un arbitro de categorías infantiles de fútbol base se produjo este pasado fin de semana en el Campo de Gibraltar. Durante la anterior jornada, no solo se dieron amenazas e insultos, sino que se llegó a la condenable agresión física. Es por ello que se acordó hacer una sentada de jugadores, técnicos y cuerpo arbitral al comienzo de cada partido para sensibilizar a todos del problema, pero parece que a algún energúmeno le valen poco o nada, estas medidas.
Con el final de las temporadas, algunos padres cortitos de entendimiento se creen que sus hijos están jugando la Champions, y que los críos son estrellas del balompié. Y lo que no saben que con tal actitud los primeros perjudicados son sus propios hijos, a los que avergüenzan. Seguramente con tal clima irrespirable de presión y de tensión, harán que se aburran del fútbol.
Porque tales memos no saben que estamos hablando de un futbol con carácter educativo y de una actividad deportiva con intención formativa. Y no solo en la práctica del juego que quizá sea lo de menos, sino que se han de priorizar los valores del compañerismo y de la igualdad de todos, del esfuerzo colectivo y participativo, del respeto, de la perserverancia a través de la disciplina, y tantos otros que se adquieren a esas edades, sea a través del futbol
El aplauso de los padres y familiares a ambos equipos al finalizar es el homenaje más bonito que podemos darles
como lo ha de ser en la escuela.
No se si ello se entiende por todos, o solo ven estas categorías como un casting para que su hijo se luzca y pueda ser seleccionado por un club de relumbrón. Y ello en muchos casos sin tener en cuenta al niño, que seguro es infinitamente más feliz jugando con sus amigos en el club de su barrio o del colegio, que con tal insoportable presión.
Y si eso no funciona, mejor apaga y vámonos, porque esto ni es futbol profesional, ni las disputas, polémicas, intereses del mismo se pueden dar en estas categorías.
La labor de erradicar estos comportamientos es ardua porque es difícil poner un policía en cada campo, aunque no estaría de más la presencia de algún tipo de control, vía cámaras o mediante vigilantes cuando se concentraran muchos partidos en un solo recinto. Pero quizá el principal papel lo han de asumir los propios clubes y los otros padres y miembros del entorno, que han de identificar y tomar medidas drásticas contra aquellos que no respetasen las reglas mínimas de comportamiento y de civismo.
Entre todos tenemos que cambiar esto, porque el aplauso de los padres y familiares a ambos equipos al finalizar, se gane o se pierda, mientras los niños se saludan entre todos, es el homenaje más bonito que podemos darles. Su sonrisa lo corroborará.