ES SOLO UN PONER
ES muy probable que se deba a mi adhesión inquebrantable al mundo del deporte. A la cultura de que quien gana, gana. Y de que quien es segundo... pues eso. Y al que pierde siete partidos seguidos (a veces ni tanto) le dan un abrazo, le hacen un comunicado y ya te puedes ir por donde viniste. Por todo eso, porque es lo que he mamado, me cuesta cada vez más entender la política. Un universo paralelo en el se arrejuntan el segundo y el tercero, que habían jurado ni hablarse, para arrebatar el título al legítimo campeón. En la que, ni que decir tiene, hay una pila de personas que pierden, pierden y vuelven a perder y se aferran a la vida pública sin ningún tipo de reparos. Maldito parné.
Un poner, que, por supuesto, no tiene nada que ver con la realidad, no vayamos a enredar. Pongamos que hubiese existido una alcaldesa de una población por ejemplo de algo menos de setenta mil habitantes. Por ubicarla, más bien al sur. Durante su mandato –y esto es imposible porque ninguna ciudad lo hubiese permitido– el Ayuntamiento que presidía llegó a deber pongamos ¿once? nóminas, con el consiguiente reflejo nocivo en el comercio local.
Ya puestos a exagerar, en ese periodo esa ciudad imaginaria hubiese llegado a aparecer en las primeras páginas de algún periódico nacional porque su Policía Local hacía las rondas en autobuses del servicio ordinario. No había ni para gasolina. Lo mismo se me está yendo la mano.
Pues sigamos. Esa imaginaria exalcaldesa –que se habría marchado del Consistorio nada más ser desprovista del bastón para no estar en la oposición– se habría presentado a unas primarias en su partido y, a pocas horas de que comenzase la votación, habría eliminado a su rival casi por decreto. Lo que disfrutarían Guardiola y Ancelotti mañana si se lo permitiesen.
Pues esa imaginaria exalcaldesa (recuerdo, esto no es más que un poner) trataría de hacer campaña poniendo en entredicho la gestión de quienes le habrían sucedido, recuperado el pulso del pueblo, levantado por ejemplo... una plaza de toros, reorganizado el centro, puesto en marcha la reconstrucción de un maltrecho mercado y un casi derruido estadio de fútbol, herencia de aquel mandato. Dicho queda, no es más que producto de mi imaginación.
Pero claro hay que pensar que no habría partido de ley que presentase una candidata así, con el riesgo de sufrir un descalabro como el del Elche, pero a lo bruto ¿O sí?