Europa Sur

AL MUTAMID, EL ÚLTIMO REY DE SEVILLA

- EZEQUIEL MARTÍNEZ Periodista y escritor

PROFUNDOS sentimient­os en el mausoleo dedicado a Al Mutamid en Agmat, a 35 kilómetros al sur de Marraquech. He visitado numerosas veces Marraquech, y siempre tenía pendiente ir a Agmat. En noviembre pasado, viajé una vez más, a Bounou, la kasbha que resiste al paso del tiempo y a la invasión de las arenas del Sahara. Allí desde hace años, hay una familia de amigos y amigas bereberes y marroquíes, que nos reciben siempre con amistad, hospitalid­ad y afecto. En este viaje le propuse a mi amigo Plácido Osuna, empresario agrícola, productor de un excelente AOVE ecológico en Sevilla, poeta, y artífice de esos viajes a los oasis de Bounou y a M’hamid, que al regresar junto con nuestra amiga Maru, fuésemos a Agmat. Les encantó y así lo hicimos. Llegamos antes del anochecer a Agmat y nos alojamos en Moorish House, una casa familiar situada en un lugar tranquilo y cerca del mausoleo. Recorrimos Agmat y cenamos en un pequeño establecim­iento y al día siguiente, llegamos a las diez a las puertas del edificio donde nos recibió Ibn Abd el-krim, el guardián conservado­r del panteón. Sobre el suelo tres lápidas de mosaicos o azulejería de variado colorido predominan­do el verde y blanco. A la izquierda la que simboliza ser la de Al-mutamid; a la derecha, la de su esposa Itimad Rumaykiya y en el centro, una pequeña, la del hijo. Allí reza el epitafio del rey poeta de Sevilla: “Tumba del forastero, que la llovizna vespertina y la matinal te rieguen, porque has conquistad­o los restos de Ibn Abbad”. Le pregunté a Abd el-krim que ya que Al Mutamid había sido rey de Sevilla donde se habla español, por qué en los paneles explicativ­os no figuraba nuestra lengua, además del árabe, francés e inglés. Y me dijo que se lo expondría a su director, y que por allí pasan unas 200 personas al mes. Y muchos son españoles, le insistí. Hay un cuadro que constata la visita que hizo el Presidente de la Junta, Manuel Chaves el 19 de marzo de 1999, como homenaje de Andalucía, al rey poeta. El mausoleo se creó en 1970. Es un lugar simbólico, quizá no el lugar exacto donde hace casi mil años fuese enterrado Al Mutamid, pero allí se guarda su memoria, y me hizo pensar en la importanci­a de la Ley de memoria histórica que trata de devolver reparación, justicia y dignidad, a todas las personas asesinadas o desapareci­das tras el levantamie­nto militar contra la Segunda República española, la guerra civil y los años negros posteriore­s.

Abu I-qasim al Mu’tamid (Beja, Portugal, 1040-Agmat, Marruecos, 1095), reinó en la taifa de Sevilla entre 1069 y 1090 y fue el último rey abadí. Al-mu’tamid sucedió a su padre al-mu’tadid el año 461 de la Hégira, correspond­iente al 1068 de la era cristiana. En 1091, el general almorávide Yusuf ibn Tasufin le arrebató la ciudad hasta 1147, en que pasó a manos de los almohades.

Al Mutamid destacó como poeta y en su reinado la cultura floreció en Sevilla. Protegió a poetas, literatos y científico­s como: el astrónomo Azarquiel, o los poetas: Ibn Hamdís, Ibn al Labbana, Ibn Zaydun o el propio visir y poeta Ibn Ammar (Silves, Portugal, 1031-1086, Sevilla). También fue visitado por Ibn Hazm de Córdoba (994-1063), autor del Collar de la Paloma: “Aunque queméis el papel, no podréis quemar lo que encierra, porque lo llevó en mi pecho”.

Ibn Ammar, era de origen humilde, su talento para la poesía hizo que el joven Al Mu’tamid lo convirtier­a en su amigo y amante y le hiciera visir, al morir su padre Al-mutadid. Tras traicionar a Al-mutamid, Ibn Ammar fue de sitio en sitio, Murcia, Toledo, Zaragoza, hasta llegar a la cárcel de Sevilla, donde escribió una casida, una elegía por la que solicitaba el perdón a Al-mutámid: ¡Cuántas noches pasamos en el Azud,/ entre los meandros del río,/ que se deslizaba con la sinuosidad de una serpiente!/¿quién ha visto el sol en mitad/ de la negra noche, sino nosotros?

Al Mutamid estuvo dispuesto a perdonarle, pero cayó en sus manos una carta de ibn Ammar contra Rubaykiya y al Mutamid preso de la cólera acudió con un hacha a la celda donde estaba su antiguo amigo encadenado, y sin darle tiempo a reaccionar lo golpea hasta matarlo, tal como relata Claudio Sánchez-albornoz en Ben Ammar de Sevilla.

“Motamid, último rey de Sevilla” es una obra de teatro que publicó en 1920, Blas Infante, considerad­o el padre de la patria andaluza. Es un drama sobre el último emir de la Taifa de Sevilla, en el que Motamid aparece como un símbolo de pacifismo y tolerancia. Blas Infante visitó la tumba de Al Mutamid el 15 de setiembre de 1924.

En noviembre de 2022, Plácido Osuna, Maru, y un servidor firmamos en el libro de visitas del mausoleo: “Con emoción, en honor de Al Mutamid, el último rey de Sevilla”. En Agmat, queda el recuerdo del rey poeta de Sevilla: “En verdad bebí vino que derramaba su resplandor,/ mientras la noche desplegaba el manto de la tiniebla/ hasta que la luna llena surgió en Géminis,/ como un rey en el apogeo de su pompa y de su fausto”.

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