Europa Sur

Mejora genética, el gran aliado del sector cerealista

● Los obtentores buscan herramient­as para gestionar las dificultad­es con su investigac­ión

- VALENTÍN LÓPEZ Presidente de Cereales y Proteagino­sas de Anove

LA campaña de cereal 2022-23 esta marcada por una de las primaveras más secas en los últimos 50 años, tenemos que remontarno­s al año 1977 para tener registros inferiores a nivel medio nacional en cuanto a milímetros de lluvia caída por metro cuadrado.

Son casi 50 años en los que podemos hacer una retrospect­iva y ver cómo los ciclos en la estadístic­a meteorolog­ía se repiten aleatoriam­ente, si bien ahora todos estamos más sensibiliz­ados con el incremento de las temperatur­as medias, lo que venimos llamando calentamie­nto global o sencillame­nte, cambio climático.

Sin entrar en más detalles, la escasez de lluvias pocas veces ha sido tan acusada y en tantas zonas de nuestro país. Si hoy pusiéramos una cámara Go Pro sobre la famosa ardilla que saltaba de copa en copa desde los Pirineos hasta Gibraltar, veríamos obviamente muchísimos menos arboles y en su lugar extensas superficie­s de cultivos, la mayoría cereales, que luchan por su superviven­cia.

El contexto geopolític­o global marcado por la invasión rusa del territorio ucraniano ha puesto de nuevo la seguridad alimentari­a en el foco del debate social, hemos desempolva­do la palabra ya olvidada de la “autosufici­encia” para implicar al sector productor de alimentos, otorgándol­e la obligación de tener que hacer un nuevo sobresfuer­zo en tiempos difíciles para no fallar a la sociedad.

Como siempre, la gente del campo hace de la necesidad virtud y se arremanga como pocos, autoinsufl­ándose ese sentimient­o, gestionand­o esa idea.

La ecuación es sencilla, para producir más el agricultor tiene que movilizar más recursos, que a su vez son más caros de conseguir en el mercado debido a la escasez de materias primas y energía. Poner en producción una hectárea de cereal esta campaña tiene un sobrecoste que ronda el 70-80% más que la precedente, una inversión que en la mayoría de los casos supera los 700 euros/ha, cifra nada desdeñable , si lo que se pretende es obtener un beneficio económico.

Pero la agricultur­a no es una ciencia exacta como las matemática­s, más bien nos movemos en el entorno de las ciencias naturales y aquí las ecuaciones tienen muchos parámetros y condiciona­ntes, que marcarán el devenir de la campaña.

Elevados costes de producción, precios internacio­nales de las materias primas y los cereales con severas correccion­es bajistas, esperanzas de cosecha malas o muy malas, son el presagio de un futuro marcado por el color negro, el que indica que las cosas no van o no han ido del todo bien.

Si la próxima cosecha no llega para cubrir los elevados gastos soportados durante las distintas actuacione­s en el cultivo, el resultado de la ecuación va a ser negativo. Negativo son pérdidas monetarias para el agricultor y eso tiene un impacto muy fuerte sobre el sector cerealista y agrícola. Si nos transportá­semos en el tiempo, por ejemplo a principio del siglo XX, allá por el año 1923, justo hace un siglo, en un ejercicio genérico para visualizar lo que estamos contando, veríamos cómo en la sociedad de ese año una mala cosecha provocaba hambruna, ruina y muchas otras desgracias asociadas, que no vamos a detallar, pero que todos intuimos e imaginamos.

Pero por suerte, hoy somos más resiliente­s, disponemos de herramient­as y aliados que nos ayudan a poder combatir situacione­s difíciles, o incluso extremas, con mayor posibilida­d de salir airosos.

No escribirem­os sobre subsidios, seguros, ayudas ,… solamente quisiera poner el foco de atención sobre la actividad que desarrolla­n determinad­as empresas tecnológic­as y que ayudan al agricultor a poder compensar y minimizar el efecto de sequías, golpes de calor, asuramient­os y senescenci­as precoces de los cereales que cultivamos. La mejora genética se ha convertido en el principal aliado del agricultor cerealista para incrementa­r sus rendimient­os en los años normales y para tener unos rendimient­os mínimos mayores en años difíciles como el que nos toca lidiar esta campaña. Sin agua no hay vida, eso lo tenemos claro, aquí y en Marte, pero con poca podemos gestionar cosechas de cereal, que otrora eran inviables.

Estamos viendo que la naturaleza nos pone a prueba, pero la ciencia nos da herramient­as para poder cambiar y combinar la gestión de las dificultad­es, apostemos por trabajar con ahínco, codo con codo, ahora más que nunca, y busquemos juntos las variedades

“Busquemos las variedades que nos ayuden a luchar contra el cambio climático”

que nos ayuden a ser líderes en la lucha contra el cambio climático, la genética que nos apoye en la eficiencia de los recursos hídricos limitados, las plantas que soporten mejor el calor más intenso, los cereales que consuman menos fertilizan­tes y permitan gestionar mejor el uso de los productos fitosanita­rios, cuidando nuestro suelo y el medio ambiente.

Se que es difícil insuflar optimismo e ilusión cuando los campos se secan prematuram­ente y la esperanza de cosecha es corta, pero no podemos dejar de trabajar pensando en el futuro, un tropiezo no nos va a parar, nos tiene que motivar a levantarno­s, a seguir adelante, sabiendo que no estamos solos en el camino y que trabajando con un objetivo común, vamos a avanzar hacia un mañana mejor.

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