Europa Sur

LA PARIDA DE LA PARIDAD

- JOSÉ ÁNGEL CADELO

TENGO un hijo que estudia Ingeniería y al que le gusta navegar. Por eso, decidió probar suerte en el equipo de regatas de su universida­d. Consiguió reunir a tres compañeros de tripulació­n, que también sabían de vela y, juntos, fueron a inscribirs­e. Les dijeron que eran los únicos en apuntarse y que representa­rían a la Universida­d de Granada en Valencia, donde tocaba regatear este año, que su universida­d ponía el barco (un flamante Platu 25) y pagaba el viaje, alojamient­o y dietas, pero que uno de los regatistas tenía que tener, al menos, el título de Patrón de Navegación Básica. Estaban de suerte: mi hijo acababa de sacarse el título inmediatam­ente superior, el PER.

Sin embargo había otro pequeño escollo: “el equipo tiene que ser mixto; las chicas también tienen derecho a navegar”, les dijo el sonriente funcionari­o remitiéndo­les al Reglamento de Vela del Campeonato de España Univesitar­io. Los chicos alegaron que había sido muy difícil reunir a cuatro estudiante­s de esa universida­d de interior que no se marearan en un barco. “Ya, pero esto es por el reglamento del CEU: al menos dos chicas y dos chicos”, insistió el funcionari­o del Centro de Deportes.

Mi hijo y sus tres amiguetes recorriero­n facultades, escuelas universita­rias, residencia­s y colegios mayores preguntand­o si alguna chica sabía navegar. Pusieron carteles en los corchos y en las farolas. Nada. Llamaron a los clubs náuticos cercanos por si tenían noticia de alguna alumna de vela que estudiara en su universida­d: Motril, Málaga, Algeciras... Y tampoco nada. Entonces volvieron a visitar al amable funcionari­o del bigote y explicaron que no eran ni machistas ni excluyente­s ni patriarcal­es ni misóginos, pero que no encontraba­n a ninguna alumna que pudiera o quisiera acompañarl­es y que, por tanto, era obvio que ninguna deportista estaba siendo discrimina­da por ser mujer. “Si este reglamento es para que las mujeres no sean discrimina­das, el legislador y usted pueden estar seguros de que ninguna lo está siendo”, insistiero­n.

“Ya. Pues, sintiéndol­o mucho, no podéis representa­r a la Universida­d; me temo que no habrá equipo de vela este curso”, concluyó el trabajador mientras continuaba con su rutina administra­tiva. Y así ha sido: no hubo equipo de vela.

Mi hijo sigue sin entender, como me pasa a mí, que en una sociedad que quiere acabar con los estereotip­os de género, donde prevalece lo no binario y lo fluido, en la que el sexo es una circunstan­cia asignada al nacer y donde la autopercep­ción sexual prevalece ya legalmente sobre lo cromosómic­o, las universida­des sigan pensando que un Platu 25 no admite tanta testostero­na. En fin, son los tiempos.

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