ANTONIO TORREMOCHA
diterranean Hotels Company Limited, Alexander Henderson, ya investido lord Faringdon”.
DESCRIPCIÓN DEL EDIFICIO
El edificio que se edificó entre 1898 y 1901 seguía, como no podía ser de otro modo, pues los arquitectos que proyectaron y construyeron el edificio ejercían en el Reino Unido y su promotor, Alexander Henderson, también era inglés, los esquemas del estilo victoriano. Se distribuía en cuatro crujías, cada una de ellas con dos plantas -entresuelo y planta principalhabilitando entre las citadas crujías un patio cuadrado a cielo abierto (hoy rematado por una cubierta). Los extremos o alas que daban a los jardines y a la Bahía se remataron con sendas torres-miradores de planta poligonal a partir del segundo piso. Una torre, también de planta poligonal, se elevaba sobre las crujías dominando el conjunto. Todo el edificio se cubría con tejados a dos aguas de tejas rojas en los que sobresalían las numerosas y esbeltas chimeneas con que contaba el hotel.
En la reconstrucción, el arquitecto debió hacer una concesión al arte hispano-musulmán abandonando las tradicionales cubiertas de tejas rojas inglesas por tejas árabes vidriadas en verde. Los pavimentos de pasillos, salones y habitaciones eran, en un principio, de madera. En cuanto a los materiales de construcción, se usó, sobre todo, la mampostería y el ladrillo rojo, con los cuales se trazaron fajas muy decorativas por debajo de los aleros, se recercaron ventanas y se confeccionaron las jambas y los arcos de medio punto que cubrían las puertas. Se empleó madera embreada para las vigas y los pavimentos, circunstancia a la que no estuvo ajena la rápida expansión del incendio de 1930. Y como no podía faltar en este tipo de establecimiento construido al estilo inglés, al mismo tiempo que avanzaban las obras del hotel se fueron sustituyendo las rústicas huertas por un espléndido jardín de tipo subtropical, como se puede comprobar al visualizar las postales y fotografías de principios del siglo XX conservadas. Abundaban los pinos, palmeras tropicales, yucas, araucarias, árboles de Júpiter, acacias de Constantinopla, jacarandas y vistosas plantas ornamentales que cubrían los diferentes parterres.
Para completar el aura romántica del conjunto hotelero, en la parte occidental del jardín se conservó un viejo pozo que fue de noria, probablemente de origen medieval, y los restos de muros de un cuartel que se proyectó en el siglo XVIII, pero que nunca se terminó. Cuando las llamas arrasaron el hotel el 11 de enero de 1930, no quedando más que algunos muros maestros y varias torres -en palabras de un corresponsal de prensa de la época- se procedió a su reconstrucción, como ya se ha referido. Pero este nuevo hotel se edificaría con algunas diferencias notables con respecto al anterior. En vez de las dos plantas con que contaba el edificio original se construyeron tres; se abandonó el pavimento de madera; el patio central se cubrió con una claraboya y las galerías que lo rodeaban con arcos de medio punto peraltados que descansaban sobre pilares y columnas alternativamente. También se dotó a todas la habitaciones de agua corriente –en la etapa anterior las camareras tenían que transportar el agua a las habitaciones de los huéspedes en grandes jarras vertiéndola en palanganas de porcelana–.
En el año 1913 se edificó una pequeña capilla en terrenos del hotel para atender las necesidades religiosas de los huéspedes. Poseía siete ventanas con elegantes vidrieras que le proporcionaban unas reminiscencias medievales. Cuando estalló la Guerra Civil y después de que la ciudad fuera bombardeada el 7 de agosto de 1936 por el acorazado republicano Jaime I, el director del hotel mandó desmontar las vidrieras por temor a que fueran destruidas por la explosión de los obuses que pudieran caer en los alrededores. Una vez finalizada la contienda no se volvieron a colocar en sus respectivos vanos, desconociéndose cuál fue su paradero. En 1951 el Obispo de Gibraltar compró la capilla del hotel para venderla, años después, a unos particulares que procedieron a su demolición.