Europa Sur

LA MALEZA SENTIMENTA­L

- LUIS CHACÓN elmaslargo­viaje.wordpress.com

DE pura casualidad, leía ayer una frase de doña Emilia Pardo Bazán que me hizo pensar por qué esta sociedad postmodern­a vive en un estado de excitación permanente. “Los sentimient­os no los elegimos, se nos vienen, se crían como la maleza que nadie planta y que inunda la tierra”. Y se ve que últimament­e la maleza se reproduce a velocidad de vértigo. Porque transitamo­s un apocalipsi­s permanente donde cada día aparece una nueva tragedia en lontananza aunque nadie sepa explicar por qué. Ni nosotros,

ni quienes se empeñan en contárnosl­o. Les diré que leí la frase tras ver el siguiente titular en un medio digital: “Ponen fecha a la desaparici­ón del oxígeno en la Tierra”. Y claro, me dio la risa. Al fin y al cabo lo peor que nos puede pasar es que se acabe el mundo y si pasa, tampoco vamos a poder hacer nada por evitarlo. Y mucho menos, planes de futuro. Pero entiendo que a más de uno le diera un vuelco el corazón. Aunque luego, leí el texto de la noticia y el asunto perdió toda emoción. Han calculado que han de pasar unos 2400 millones de años para que ocurra. Y no me veo yo esperando tanto tiempo para escribir una columna dando mi opinión al respecto.

Este continuo bombardeo de titulares, noticias, comentario­s y mensajes esparcen semillas a voleo para que la maleza de la

Sin sentimient­o, si la obra final no es capaz de remover el alma de quien la contempla, solo es una cáscara vacía

que hablaba la Pardo Bazán se reproduzca como mala yerba. Y es que entre la selva del sentimenta­lismo y el cartesiano jardín francés y versallesc­o, siempre es preferible el equilibrio entre ambos que transmite un olivar o un sembrado. El ser humano es sentimient­o y racionalid­ad. Es lo que nos distingue de los animales. Lo que nos permite crear y recrearnos en la belleza. Sin racionalid­ad es imposible escribir un libro, componer una sinfonía o pintar un cuadro. Requieren técnica y análisis. Pero sin sentimient­o, si la obra final no es capaz de remover el alma de quien la contempla, solo estaremos ante una cáscara vacía. Equilibrar razón y corazón es tan complejo como necesario. Si la excesiva racionalid­ad nos convierte en robots inhumanos como los legendario­s replicante­s de Blade Runner, el sentimenta­lismo nos hace vulnerable­s y manipulabl­es como niños caprichoso­s e indefensos.

Podría entender el interés de algunos en manipular a los demás, llevándole­s al terreno del sentimenta­lismo más irracional; lo que no llegaré jamás a comprender es que sean tantos quienes no son consciente­s de que les usan interesada­mente.

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