Europa Sur

Sánchez dilapida en cuatro años el poder institucio­nal ganado en 2019

- ALBERTO GRIMALDI

EN apenas cuatro años, la mayoría del poder institucio­nal que el PSOE de Pedro Sánchez logró en las elecciones locales y autonómica­s de comunidade­s que accedieron al autogobier­no por el artículo 143 de la Constituci­ón se ha perdido para su partido y para la izquierda.

Los socialista­s pierden el Gobierno en autonomías clave como la Comunidad Valenciana, Extremadur­a o Aragón. De sus bastiones históricos, sólo conserva la mayoría absoluta en Castilla-la Mancha, que estuvo en juego hasta el final del escrutinio por un solo escaño.

El PSOE pierde, por primera vez desde 2018, su condición de partido más votado en España, en favor del PP de Alberto Núñez Feijóo, que le aventaja por algo más de 750.000 votos en las elecciones locales, las únicas que se celebraban en el conjunto del país.

Un resultado quizás maquillado porque algunos de los barones socialista­s más críticos con la gobernanza de Sánchez y su política de alianzas tanto en el Ejecutivo de coalición como con sus socios parlamenta­rios, entre los que destacan los independen­tistas de ERC y Bildu, movilizan voto a su favor que no es seguro que Sánchez pueda retener de cara a la próxima cita con las urnas, en las elecciones a Cortes Generales que han celebrarse antes de que acabe el año.

Y también porque en las regiones que más escaños aportan al Congreso de los Diputados, salvo Cataluña, incluyendo el resultado cosechado en Andalucía hace menos de un año, el PP lleva una ventaja considerab­le: tiene mayoría absoluta no sólo en la comunidad más meridional sino también desde ayer en Madrid y es la fuerza más votada en Comunidad Valen

ciana, donde gobernará de nuevo la Generalita­t, aunque necesitará el apoyo externo de Vox. Como en Baleares, Extremadur­a o Aragón

El resultado aragonés es, además, relevante porque históricam­ente el voto en esta comunidad da una imagen certera de lo que puede ocurrir en el conjunto de España.

La pérdida del poder institucio­nal del PSOE no sólo queda retratada en las elecciones regionales que se celebraron ayer, sino también en la pérdida de alcaldías claves que la izquierda pierde en favor de la derecha –Sevilla y Valencia son los grandes exponentes–, además de que reafirma bastiones como Madrid, con sendas mayorías absolutas en la Comunidad y en el Ayuntamien­to.

Si Pedro Sánchez fue el gran derrotado de la noche, Feijóo dio un paso firme para lograr la alternanci­a en la Moncloa este 2023, pero tampoco puede decirse que es definitivo.

En primer lugar, porque la distancia de votos del PP sobre el PSOE no garantiza el vuelco electoral en las Legislativ­as de final de año. Y en segundo lugar, porque depende de Vox para garantizar el poder territoria­l recuperado este 28M.

El partido de Santiago Abascal es otro de los triunfador­es, porque agranda su representa­ción institucio­nal y se consolida claramente como tercera fuerza política de España. Algo que ser decisivo en las provincias con menos escaños.

Precisamen­te, la política de pactos que se desarrolle en los próximos meses puede marcar el futuro electoral de España.

Sánchez, que confía en la lluvia de millones que los fondos comunitari­os y el impulso que pueda darle la presidenci­a la Unión Europea que estrenará en poco más de un mes, tiene que decidir qué estrategia sigue respecto a azuzar el miedo a la ultraderec­ha para movilizar el voto de la izquierda.

Esa táctica seguida hasta ahora sólo ha conseguido reforzar a Vox o, como en Andalucía el pasado 19 de junio de 2022, señalar al PP como la opción útil para el elector de centro izquierda que no quiere que la gobernanza del país dependa de la ultraderec­ha.

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