Europa Sur

Una rica obra dramática

El autor ha escrito una treintena de piezas teatrales, la mayoría estrenadas en los mejores coliseos españoles

- ÁNGELA ALBA ANTONIO Brandenbur­g

Desde Los verdes campos del Edén (1963) hasta Inés desabrocha­da

(2003), la mayor parte de las obras teatrales escritas por Antonio Gala se han estrenado sobre las tablas bajo la dirección de algunos de los mejores directores españoles como José Luis Alonso o Miguel Narros, mientras que grandes actores han dado vida a sus personajes. Julia Gutiérrez Caba, Rafaela Aparicio, Juan Diego, Alfonso del Real, Juan Luis Galiardo, Amparo Baró, Mary Carrillo y Concha Velasco son algunos de los intérprete­s que han estado ligados a la obra de Gala. Su larga y fructífera carrera como dramaturgo se ha visto reflejada de esta forma en los principale­s escenarios del país.

La primera de sus obras que se representó fue precisamen­te su primer trabajo dramático, Los verdes

campos del Edén, en la que narra la historia de Juan, un vagabundo que convierte el panteón de su abuelo en su morada. Fue en 1963 en el Teatro María Guerrero de Madrid y contó con la dirección de José Luis Alonso. José Bódalo, Antonio Ferrandis, Amelia de la Torre, Rafaela Aparicio o Alfredo Landa figuraron en el reparto. La obra se repuso en 2004 en el mismo coliseo como un homenaje del Centro Dramático Nacional al escritor. En esta ocasión la dirección fue de Antonio Mercero.

En 1966, también en el María Guerrero, con dirección de José Luis Alonso y escenograf­ía de Miguel Narros, se estrenó El sol en el hormiguero, inspirada en Los viajes de Gulliver, con Rafaela Aparicio, Montserrat Carulla, Florinda Chico y Julia Gutiérrez Caba, entre otros actores. Esta obra fue censurada parcialmen­te y con carácter previo a su estreno. A los 15 días de su primera función, el Ministerio de Informació­n y Turismo, dirigido por Manuel Fraga, la retiró del cartel porque percibió que en ella había alegorías a la dictadura franquista.

Al año siguiente, Enrique Diosdado llevó a escena en el Teatro Arlequín Noviembre y un poco de hierba, con Amelia de la Torre, Gabriel Llopart y María Guerrero. En esta obra, Gala hace protagonis­ta a un excombatie­nte republican­o de la Guerra Civil española que ha vivido 27 años escondido. Cuando descubre que se ha aprobado un decreto de amnistía, decide salir de su aislamient­o.

La comedia Spain’s strip-tease llegó al escenario del King-club Café Teatro en 1970 de la mano de José María Burriel y Juan Diego. Beatriz Carvajal, Eduardo Baldany, Nela Cojiu o Alfonso del Real formaron parte del reparto de esta obra en la que el autor analiza las posibles reacciones de los españoles en el entonces hipotético caso de que la censura autorizase algún día la práctica del

striptease en España.

Más tarde, en 1972, el Teatro Lara de Madrid acogió la representa­ción de Los buenos días perdidos, donde Gala narra las relaciones y vivencias de cuatro personajes –un guardia urbano, un sacristán y la mujer y la madre de este último– en un pequeño pueblo castellano. De nuevo José Luis Alonso se encargó de la dirección, con Juan Luis Galiardo, Amparo Baró, Mary Carrillo y Manuel Galiana en el reparto.

La obra fue adaptada al cine por Rafael Gil en 1975 y en 1982 se rescató para ser representa­da en el Festival de Teatro de Almagro. Por último, en 1991 se representó de nuevo en el Teatro Reina Victoria de Madrid.

En 1973 llegaría la obra dramática más conocida de Antonio Gala, Anillos para una dama. Este texto, por el que el autor obtuvo el Premio del Espectador y la Crítica, se ha convertido en un clásico del teatro contemporá­neo y ha sido representa­do por decenas de compañías. Su estreno se produjo en el Teatro Eslava de Madrid con dirección de José Luis Alonso y contó con un elenco encabezado por María Asquerino, José Bódalo, Armando Calvo y Charo López. En

Anillos para una dama, Antonio Gala desmitific­ó las figuras del Cid y de su esposa Jimena para presentar sus vidas cotidianas. La obra se sitúa dos años después de la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar y en ella el autor dibuja dos planos, el histórico, con el sitio de Valencia, y el personal, con la historia de amor entre doña Jimena y Minaya Álvar Háñez.

De nuevo el escritor fue motivo de polémica por imprimir un doble sentido a su obra, en la que las ansias de libertad de Jimena se comparaban con las de la España de la época, que deseaba zafarse del dictador Francisco Franco (el Cid Campeador). Su atrevimien­to por revisar una figura tan castiza e intocable como la de Rodrigo Díaz de Vivar también fue causa de crítica.

El mismo año estaba previsto el estreno de ¡Suerte, campeón!, con Adolfo Marsillach y Massiel, una pieza teatral que recreaba una historia de amor durante 30 años. Sin embargo, las alusiones a sucesos de la España de la época que incluía hicieron que la censura de la dictadura franquista la prohibiera.

Con Las cítaras colgadas de los árboles, Gala se trasladó hasta el siglo XVI para contar la historia de una mujer judía conversa que sufre la violación de un cristiano, alcalde del pueblo donde vive. Su estreno se realizó en 1974 en el madrileño Teatro de la Comedia dirigida por José Luis Alonso. Concha Velasco, Jesús Puente y Manuel Torremocha encarnaron a los personajes principale­s.

También en 1974, Mario Camus llevó al escenario del Teatro Reina Victoria ¿Por qué corres, Ulises?, en la que el autor escribe un final para los personajes de la tragedia griega La Odisea. Alberto Closas, Mary Carrillo, Victoria Vera, Margarita Calahorra, Rosario García Ortega y Juan Duato compusiero­n el reparto.

Este estreno también estuvo rodeado de polémica por la aparición en el escenario de una mujer desnuda (Victoria Vera), algo que fue un escándalo para las costumbres y moral de la época.

En 1980, el fructífero escritor publicó Petra Regalada y La vieja señora

del Paraíso, que se estrenaron el mismo año bajo la dirección de Manuel Collado. La primera en el Teatro Príncipe y protagoniz­ada por Julia Gutiérrez Caba, Ismael Merlo, Aurora Redondo y Juan Diego; y la segunda en el Teatro Reina Victoria y con Mary Carrillo, Lola Cardona, Vicky Lagos o Manuel Torremocha.

Por otra parte, el golpe de estado del 23-F fue el telón de fondo para El

cementerio de los pájaros, cuya primera función se hizo en Bilbao en 1982 con Manuel Collado al mando de un reparto compuesto por Irene Gutiérrez Caba, Encarna Paso, Miguel Ayones, Gabriel Llopart, Manuel de Blas y Emma Suárez.

En 1985 llegó de nuevo al Teatro Príncipe otra obra de Gala, Samarkanda, y por primera vez una mujer, María Ruiz, se puso al frente de una producción basada en un texto suyo. Se trata de una historia entre dos hermanos –uno de ellos perseguido por la mafia– que se encuentran tras unos años de separación. El elenco estuvo compuesto por Juan Gea, Joan Miralles y Alicia Sánchez.

En ese mismo año, el Teatro Carlos III de Albacete acogió la primera repesentac­ión de El hotelito, una obra protagoniz­ada por cinco mujeres que charlan entre sí y representa­n a una comunidad autónoma española distinta. Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero dirigieron este montaje en cuyo reparto figuraron María José Alfonso, Julia Martínez, Beatriz Carvajal, Josele Román y Pilar Bardem. La puesta de largo de Séneca o el beneficio de la duda se realizó también en Bilbao en 1987 y de nuevo Manuel Collado volvió a ponerse al frente. José Luis Pellicena, Juan Ribó, Magüi Mira, Luis Merlo, Cristina Higueras y Amparo Valle actuaron en esta obra.

Pero Antonio Gala también se atrevió con el teatro musical y los libretos de ópera. En 1988, José Carlos Plaza dirigió Carmen, Carmen, protagoniz­ada por una Concha Velasco que poco a poco se hacía hueco en las produccion­es basadas en textos de Gala. Se representó por primera vez en el Teatro Calderón y también actuaron Tito Valverde, Pedro Mari Sánchez o Toni Cantó.

Al año siguiente se estrenó en el Liceo de Barcelona el libreto de la ópera Cristóbal Colón, escrito en 1985.

El director Miguel Narros y el productor Paco Marsó afrontaron en 1992 el proyecto de la comedia musical La truhana, que se estrenó en el Teatro Central de Sevilla con motivo de la clausura de la Exposición Universal. En ella, Concha Velasco interpretó a una famosa actriz cómica que inicia un viaje por los confines del imperio español del siglo XVII para huir del monarca Felipe IV, que quiere convertirl­a en su cortesana.

Poco más tarde, en el año 1994, el Teatro Coliseum de Santander acogió la primera puesta en escena de

Los bellos durmientes, que cuenta cómo una pareja de éxito busca su realidad interior. Miguel Narros se puso al frente de este montaje en el que participar­on Amparo Larrañaga, María Luisa Merlo, Eusebio Poncela y Carlos Lozano.

Las manzanas del viernes se estrenó, con dirección de Paco Marsó, en el Teatro Ayala de Bilbao en 1999. De nuevo Concha Velasco fue el personaje principal de esta historia en la que una mujer madura y triunfador­a se enamora de un joven truhán y pícaro.

La última obra dramática que el autor escribió y que se estrenó fue

Inés desabrocha­da, en 2003. Fue en el Palacio de Festivales de Santander con escenograf­ía de Francisco Nieva y dirección de Pedro Olea y de nuevo tuvo a Concha Velasco como protagonis­ta. Con esta obra el autor realiza una revisión del mito de Don Juan pero a partir de su oponente femenino, Doña Inés.

El hombre no es nada: una chispa que cruza y que se extingue sin haber compartido su calor. Nada, si no se pone de acuerdo con las otras chispas en aquello que debe ser creído”

Todos fuimos alguna vez mejores, o más felices y más dignos. No obstante, toda música cesa. Hasta en nuestro recuerdo toda música cesa”

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ÚLTIMA OBRA. Escena de ‘Inés desabrocha­da’, en el Gran Teatro.
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FETICHE. Concha Velasco, en ‘Las manzanas del viernes’.

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