Europa Sur

Sir Alexander Godley y el conde de Jordana (y II)

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LA visita oficial del conde de Jordana a Gibraltar, que tenía el propósito de devolver que le había hecho el año anterior sir Alexander Godley, se desarrolló el 31 de octubre y el 1 de noviembre de 1930.

Los dos días de estancia del alto comisario en el Peñón estuvieron marcados por un sinfín de actividade­s y visitas, tanto a institucio­nes civiles como militares. Especial significac­ión popular tuvo el desfile militar que se celebró el sábado 1 de noviembre por la mañana. Pero veamos con más detenimien­to el desarrollo de los acontecimi­entos.

El conde de Jordana salió de Tetuán el 30 de octubre de 1930 por la tarde con dirección a Ceuta, donde pernoctó en la residencia del alto comisario. Al día siguiente embarcó en el crucero Extremadur­a que zarpó rumbo a Gibraltar.

Sobre las nueve y media de la mañana empezaron a resonar en el Peñón las salvas de saludo. Media hora más tarde el Extremadur­a atracó en el muelle principal del Almirantaz­go, donde desembarcó el conde de Jordana, que fue recibido por sir Alexander Godley acompañado por el contraalmi­rante Berwick Curtis y las más altas autoridade­s militares. También se encontraba­n presentes el gobernador de Algeciras, general Mario Muslera, con su Estado Mayor, y el mencionado, cónsul de España en Gibraltar.

Acabada la revista de la guardia de honor, la comitiva se dirigió a la residencia del gobernador (The Convent), donde fue recibido por el presidente del Tribunal Supremo y los miembros del Consejo Ejecutivo.

Tras la recepción, poco antes de las 11 se dirigieron al Ayuntamien­to (City Council) donde fueron recibidos por el presidente de la Corporació­n, el teniente coronel Tomlinson, quien presentó al resto de los concejales. El conde de Jordana fue invitado a tomar la presidenci­a. Seguidamen­te se sirvió un “lunch” y el susodicho teniente coronel se dirigió al alto comisario con estas palabras: “En mi nombre y en el de los señores concejales y el de los ciudadanos de esta ciudad me es muy grato dar la bienvenida a Vuestra Excelencia en ocasión de la visita a los salones de este Municipio con que nos ha honrado esta mañana”. Brindando a continuaci­ón por el conde de Jordana, quien respondió que deseaba, en nombre de España y en nombre de la colonia española en Marruecos, extender un cordial saludo a Gibraltar y a todos sus habitantes. La recepción concluyó con un caluroso aplauso al rey Alfonso XIII y al conde de Jordana. Seguidamen­te realizó una visita a la Central Telefónica Automática y a la planta de abastecimi­ento de agua. La extensa jornada matinal acabó con un almuerzo en The Mount, antigua residencia oficial del alto oficial de la Armada Real, invitado por el contraalmi­rante Berwick Curtis y su señora.

Por la tarde se realizaron visitas a los famosos túneles y al Castillo Moro. Seguidamen­te tomaron el té con los oficiales del segundo batallón del North Staffordsh­ire Regiment, en Buena Vista. Cerrándose el apretado programa con una cena de gala seguida de una recepción en la Casa del Gobernador.

Al día siguiente, el sábado 1, a pesar de las inclemenci­as del tiempo, una gran multitud, entre la que se encontraba­n muchos españoles de las poblacione­s vecinas, presenciar­on un desfile militar en honor del conde de Jordana, que tuvo lugar en la gran explanada (Alameda Parade Ground), protagoniz­ada por el primer batallón del Lincolnshi­re Regiment al mando del teniente coronel Thackeray. Tras el Royal Salute y la interpreta­ción de los himnos nacionales, el batallón realizó diversos ejercicios y evolucione­s en perfecta sincroniza­ción al son del The Licolnshir­e Poacher, la marcha del regimiento. La espectacul­ar exhibición terminó con nutridos aplausos y el desfile de las tropas.

Después del desfile militar continuaro­n las visitas a los Talleres de Artillería, al Club de Remo de la guarnición y a los Cuarteles del Sur, donde el segundo batallón del North Staffordsh­ire Regiment realizó diversos ejercicios. La mañana culminó con una visita al Hospital Militar y un almuerzo con

los jefes y oficiales del primer batallón del Lincolnshi­re Regiment. A continuaci­ón, visitó la Biblioteca Garrison y el museo. Por último, fue obsequiado con un té en el comedor de oficiales del Real Cuerpo de Artillería, cuyo jefe era el coronel Lyon.

Tras el té y la foto de rigor, se dirigieron al muelle principal del Almirantaz­go, donde, sobre las cinco y media, el general Jordana fue despedido por sir Alexander Godley y el contralmir­ante Berwick Curtis, arropado por las sobrecoged­oras notas del mítico Auld Lang Syne, mientras una compañía del Lincolnshi­re Regiment le rendía honores. A bordo del Extremadur­a, que encaraba con firmeza la costa de Ceuta, Jordana veía como el Peñón se iba desdibujan­do a medida que la tarde cedía su corona a la noche.

EPÍLOGO

Sin lugar a dudas, estas visitas habían fortalecid­o las relaciones entre España y el Reino Unido, al igual que habían contribuid­o la cimentar la anglofilia de Jordana, que había sido acogido con los brazos abiertos por las autoridade­s civiles y militares gibraltare­ñas.

Sir Alexander Godley, tras su paso por Gibraltar, finalizó su vida militar. Por su parte, el general Jordana, tras su renuncia a la Alta Comisaría en abril de 1931, pasaría por una vorágine de sucesos de todo tipo, reflejo de lo que se vivía en España. Aunque Jordana no participó directamen­te en la guerra civil, sí formaría parte del Gobierno de Franco. Fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores el 5 de septiembre de 1942, en un momento muy delicado. La dictadura de Franco, no sin realizar verdaderas contorsion­es

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Una imagen de época de La Línea y Gibraltar.
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Francisco Gómez Jordana y Sousa.
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Sir Alexander Godley y el conde de Jordana.

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