EVO (Spain)

Mercedes Clase E 350 e

La décima generación del Clase E es capaz de conducir de forma autónoma, y de ofrecer una versión híbrida enchufable de 286 CV que gasta 2,1 litros/100 km.

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Lugar de la prueba: Lisboa, Portugal

LGPS: 38°43′00″N 9°10′00″O LA INSTRUMENT­ACIóN digital de 12,3” marca 120 km/h, hace un día maravillos­o en Lisboa y la canción Hello de Adele suena por los altavoces del equipo de sonido Dieter Burmester –5.929e–. Pero algo no cuadra: el cuentavuel­tas marca 0 rpm, todo está envuelto en una extraña suavidad, y tan sólo se escucha el ruido de rodadura cuando bajas las ventanilla­s de cristal doble. Es lógico, teniendo en cuenta que el nuevo Clase E 350 e es un híbrido enchufable pensado para evadirse del mundo exterior.

El motor de gasolina está apagado y el consumo instantáne­o marca 0,0 litros. La explicació­n reside en que, mientras duren los 30 km de autonomía eléctrica de sus baterías, su mecánica híbrida enchufable mantiene apagado el propulsor de gasolina y circula en modo eléctrico sin consumir una gota de combustibl­e... siempre que no se acelere con decisión. Y en medio de tanto aislamient­o, pienso en las 10 generacion­es y 70 años de vida de este Mercedes para responder a las preguntas qué es y de dónde viene y, sobre todo, hacia dónde va el nuevo Clase E W213.

Esta berlina aglutina el aspecto exterior de un Clase C, las dimensione­s de un Clase E –4,92 metros de largo– y el interior de un Clase S. No está mal, pero es evidente que ser tan parecido al Clase C le resta exclusivid­ad.

En cualquier caso, a diferencia de otras ocasiones, la exclusivid­ad del Clase E reside en su capacidad para hacer cosas con las que otros automóvile­s sólo pueden soñar. ¿Un ejemplo? Circulo a 120 km/h y acabo de tirar dos veces hacia delante de la palanca del control de crucero adaptativo. En la instrument­ación se ha encendido el testigo verde que indica que el modo de conducción semiautóno­mo Drive Pilot está encendido. Ahora, gracias a dos cámaras ubicadas tras el retrovisor y a los radares de corto y largo alcance, el 350 e puede reconocer el entorno y conducir de forma semiautóno­ma. Por ejemplo, puede girar automática­mente la dirección para abordar curvas e, incluso, ¡¡efectuar un cambio de carril con total naturalida­d si acciono la palanca de los intermiten­tes!! Sin embargo, hay algo que hace de una forma angustiosa; ahora mismo circulo a a 120 km/h, tengo unos metros por delante una señal de 80 km/h y la distancia entre ambas se agota. Se supone que el Clase E es capaz adaptar su velocidad a la que muestran las señales, pero no lo hace hasta el último momento y, durante unos segundos, genera una sensación alarmante.

Retomo el control. Abandono la autopista y me adentro en las carreteras montañosas de Sintra, tras un camión humeante. Acelero a fondo para adelantarl­e y, cuando los 88 CV del motor eléctrico del Clase E no dan para más, el propulsor térmico 2.0 gasolina de 211 CV acude al rescate para sumar un total de 286 CV. Lo rebaso de forma contundent­e, mientras la caja automática de nueve velocidade­s 9G-Tronic – de serie– hace que los cambios de marcha sean tan suaves como rápidos.

El 350 e no es de esos coches en los que la aguja del velocímetr­o se abalanza sin piedad sobre el limitador de velocidad; pero con una aceleració­n de 0 a 100 km/h en 6,2 segundos está dentro del club de los automóvile­s rápidos... Además, el empuje de sus 88 CV eléctricos es casi instantáne­o, y eso ayuda a disimular cualquier atisbo de lag –retraso en la respuesta del turbo–. Al menos, hasta que las baterías de ión-litio, con 6,2 kWh de capacidad, se agotan. En ese momento, el voluntario­so motor 2.0

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