CÓMO NO DAR TU BRAZO A TORCER
Puede que pienses en el chasis de tu coche como un cuerpo rígido. Sin embargo, eso es un espejismo. Las fuerzas que ejercen las suspensiones sobre sus respectivos puntos de anclaje – como consecuencia de los baches y de las transferencia de carga que se producen debido a las inercias del propio vehículo–, doblan, arquean, retuercen y hacen vibrar el chasis de tu coche como si fuera un gran tarugo de goma. La magnitud de esas deformaciones tiene una repercusión tanto en la precisión de guiado como en el confort.
Contra la deformación a torsión, que retuerce el chasis como ocurre al escurrir un trapo, se puede luchar mediante ‘marcos’. El mamparo que separa el motor del habitáculo, el marco del parabrisas –y el propio parabrisas–, los pilares B y la estructura rígida que hay tras los asientos son los principales ‘contribuyentes ‘ a la rigidez torsional. Contra la deformación a flexión se lucha mediante estructuras longitudinales, siendo la pieza clave los dos paneles laterales que configuran los marcos y los umbrales de las puertas.
Como puedes imaginar, suprimir las estructuras tridimensionales que conforman el larguero superior junto con los pilares By C de un coche, tiene un efecto muy perjudicial en la rigidez del chasis.
Afortunadamente, existen soluciones paliativas... aunque todas implican aumentar en cierta medida el peso del coche. La primera, es reforzar la zona del salpicadero y el marco del parabrisas. Eso, por decirlo de alguna forma, ‘retrasa’ el problema hasta justo el principio de las puertas. La segunda, consiste en montar un pilar B falso, que acaba a media altura, pero que algo ayuda. La tercera es instalar, tras los respaldos, una estructura tan resistente como el salpicadero – eso explica que no existan descapotables con respaldos traseros abatibles–. La cuarta se basa en minimizar la porción del componente más débil, que es la longitud del habitáculo. La quinta, es reforzar el túnel central... o conectar los ejes mediante alguna estructura, como la viga que emplea el MX-5 –arriba–.
Por supuesto, existen soluciones más radicales... pero que resultan muy poco prácticas de cara a un coche de gran volumen como el MX-5 o uno derivado de un modelo convencional como el Clase S Cabriolet o el Mustang Convertible.
Por ejemplo, es posible recurrir a umbrales de entrada anchos y altos, y a un habitáculo estrecho. Esa es la solución que emplean fabricantes como Lotus. También se puede recurrir a materiales más exóticos que el aluminio o el acero de alta resistencia, como por ejemplo la fibra de carbono. Pero incluso en este caso, conseguir una buena rigidez requiere fabricar lo que se denomina ‘bañera’ –arriba, la de los modelos de McLaren–, con las repercusiones negativas que esto tiene en la habitabilidad y la facilidad de acceso.