¿ ALMAS GEMELAS?
El Vanquish S y el DB11 son súper GT’s con motor V12 y unos 600 CV. No obstante, uno es atmosférico y el otro es el primer Aston Martin turboalimentado. Y ahí no acaban las diferencias.
LLOS RECUERDOS NO SON DEL TODO fiables, tal y como la ciencia cognitiva insiste en recordarnos. También son un indicativo de nuestras experiencias: cuanto más intensa es la vivencia, más claro es el recuerdo. Así que, para empezar, compartiré contigo una serie de memorias. Durante los más de 1.600 kilómetros que separan el aeropuerto de Florencia, en Italia, de mi casa en Kent –Inglaterra–, el DB11 que conduje el pasado verano me dejó claro que la perfección en materia de GTs se había sintetizado en la nueva y precisa plataforma de Aston, en su motor, y en el nuevo lenguaje de diseño. Pero unos meses después, en un tramo de carretera al oeste de Inglaterra que se usaba antaño para pruebas –un lugar que no he visitado en décadas–, el último 'súper GT' de estilo propio de Aston, el Vanquish S, me puso la piel de gallina. Todo un chute de adrenalina. Podríamos dejarlo así y no pasaría nada. Por un lado, está el cliente de DB11 y, por otro, el de Vanquish S... Y se supone que no son la misma persona.
Pero puede que busquen lo mismo. Hay importantes similitudes entre ambos coches como para no poder hacerlas desaparecer con la varita mágica del marketing. Mecánica y cifras, por ejemplo. En esencia, Aston tiene en su oferta dos coupés con motor V12 y unos 600 CV. Ambos pueden rozar los 320 km/h y aceleran de 0 a 160 km/h en menos de 10 segundos. Podría decirte de memoria cuál de ellos tiene la mejor y más satisfactoria dirección. De hecho, lo diré. El Vanquish S. Pero quizá sea porque tengo el recuerdo más fresco en mi cabeza que el del DB11, más lejano.
Para resolver esto de una vez por todas, nuestro día comienza en una estrecha e inexplorada carretera cercana a nuestras rutas habituales de pruebas, en Gales. Termina en una bonita reserva natural, repleta de sonoros arroyos y, cuando finalmente nos detenemos, un DB11 y un Vanquish S rivalizan por ser el más bonito estéticamente frente a la cámara de nuestro fotógrafo. Ambos son testimonio de la habilidad que tiene Aston a la hora de crear impresionantes siluetas. Tras un rato de reflexiones mano en barbilla, observándolos desde varios ángulos, todos coincidimos en que el remasterizado clásico se anota el primer tanto.
En un color atrevido –como el naranja Madagascar del coche que conduje de vuelta de Florencia, por ejemplo–, el DB11 es un vehículo de diseño emocionante, tal y como esperas teniendo en cuenta que el diseño y la aerodinámica se inspiran en los One-77 y Vulcan. En el tono azul Mako con efecto perla de este coche, no tanto. En comparación, el Vanquish S tiene un aspecto mucho más 'cañero', gracias en parte a su intenso azul metálico. Puede que el spoiler delantero sobresalga demasiado para lograr una perfecta armonía entre frontal y trasera pero, técnicamente, consigue precisamente eso. La aerodinámica juega un papel fundamental en lo que se refiere a mejorar las virtudes del nuevo 'viejo modelo', siendo el objetivo aumentar el agarre
en el eje frontal, manteniendo la estabilidad del trasero; algo que consigue el splitter reduciendo de 66 a 18 kg la fuerza ascendente que genera el tren delantero a 240 km/h.
El Vanquish S está plagado de cuidados detalles. Es la reinterpretación de la artesanía típica de Aston para un nuevo público. Un frío viento sopla en esta reserva natural, así que me agazapo en el habitáculo mientras el fotógrafo inmortaliza los últimos detalles del DB11. A pesar de los curiosos ángulos del volante, es un gran interior. Los bajos asientos y la elevada línea de cintura hacen que parezca acogedor y seguro, pero la calidad de los acabados y las esculpidas superficies revestidas de cuero hacen que el limpio y sutil diseño interior del DB11, más espacioso y amplio, parezca algo insulso. Además, el Vanquish S cuesta unos 53.500 euros más que el DB11, así que esperas que sea el más lujoso en cuanto a materiales. Aunque quizá sea halagarlo demasiado. Busco en vano una etiqueta donde ponga 'costuras en blanco by Spirograph', pero tengo mis dudas.
Queríamos haber llevado estos coches a Escocia; sin embargo, la previsión climatológica era nefasta. De forma que recurrimos a una nublada y ventosa pero conocida y afortunadamente seca Snowdonia, donde al menos las carreteras nos son familiares y no necesitamos aprendérnoslas. Habiendo conducido el Vanquish S a una velocidad inferior a la óptima y a un ritmo de tráfico denso, decido primero reencontrarme con el DB11, un Aston que supera a la mayoría de sus competidores. Proclamado como el polivalente GT de la compañía, en la era actual liderada por Andy Palmer, se trata de una propuesta de amplias miras: un coche cuya cualidad 'balística' está sutilmente oculta hasta que se necesita. Es el vehículo que reemplaza al DB9, con el DB10 habiendo existido fugazmente y sólo en el mundo imaginario de James Bond. La carrocería y las vías delantera y trasera son significativamente más anchas que las del DB9 y, aumentando la batalla en 65 milímetros, ha sido posible instalar el 5.2 litros V12 twin-turbo de aleación en una posición más retrasada en el chasis. Con una potencia de 608 CV y un par de 700 Nm, es el motor más potente jamás montado en un Aston de producción –y también el más sofisticado, con desactivación 'inteligente' de bancadas de cilindros y la más común función Start/Stop–.
El DB11 puede ser suave. Los delicados cambios de su caja automática ZF de ocho velocidades son prácticamente imperceptibles. Su habitáculo es espacioso, con buena visibilidad y doble acristalamiento. Y el casi redondo volante cuenta con botones para variar la gestión del motor y los ajustes de los amortiguadores adaptativos con mis pulgares. Fue un genial compañero en mi viaje entre Florencia y Whitstable (Inglaterra), pero estoy deseando comprobar cómo suena y se comporta este 5.2 litros V12 twin-turbo aquí, en nuestras carreteras favoritas: ágil, escandaloso y de la vieja escuela con el modo Sport+.
Para ser sincero, el propulsor del DB11 no hace tanto ruido, pero procura una buena me- lodía. A pesar del efecto enmudecedor que esperas de los turbos, el complejo V12 que hay debajo consigue erizar el vello de mi nuca; aunque, a diferencia del estrepitoso Vantage GT8 que probamos en el pasado Coche del Año, no llega a ser antisocialmente ruidoso. El Vanquish S puede que tenga un sonido más fanfarrón –en realidad, la apertura arbitraria de la válvula del escape en función de las revoluciones acaba cansando después de un rato–, pero la banda sonora del DB11 no es menos evocativa, comparativamente más refinada y con menos decibelios. De cualquier manera, es sensacional sentir la generosa entrega de par del motor trabajando con sus doce cilindros, y la urgencia y los rápidos cambios de marcha que añade el modo más agresivo de gestión del propulsor. Si bien el acelerador no tiene la inmediata respuesta del más grande y atmosférico V12 del Vanquish S, tampoco sabría decir si el motor está turboalimentado. Y se siente agotadoramente rápido a medio régimen, con su descomunal reserva de par motor haciendo de los adelantamientos un juego de niños.
Aunque es eléctrica, la dirección es buena y directa; además, es lo suficientemente informativa y transparente como para apoyarse en el tren delantero con confianza, moviendo este coche de grandes dimensiones de manera precisa por curvas rápidas, con pequeños movimientos de muñeca. La agilidad en los cambios de dirección y la tremenda estabilidad provocan una gran sensación de seguridad. Para un modelo que, según Aston, es su
GT con los ajustes más suaves en términos generales, el DB11 es rápido de reacciones. Y, a pesar de esto, también hace lo contrario con gran facilidad.
Si volvemos al modo 'touring', el sonido de escape a punta de gas es incluso relajante y, en el modo de amortiguadores más cómodo de los tres disponibles, la marcha también es bastante confortable. Suficiente de momento.
Con 603 CV a 7.000 rpm y 630 Nm a 5.500 vueltas, el más viejo y atmosférico V12 que da vida al Vanquish S no tiene el poderío del ‘pequeño’ motor turboalimentado del DB11. No obstante, el S declara 1.739 kilogramos, por lo que sigue siendo 31 kilos más ligero que el DB11, lo que arroja una relación peso-potencia casi idéntica: 2,9 kg/CV para el DB11 y 2,88 kg/CV para el Vanquish S. Dotado de 'Launch Control' –sistema que procura la mejor aceleración saliendo desde parado–, llantas traseras más anchas y neumáticos de mayor adherencia, el S toma la delantera en aceleración, alcanzando 96 km/h desde parado en 3,85 seg. –frente a 3,96 seg.– según nuestro medidor Vbox; aunque a partir de 160 km/h el DB11 empieza a alejarse. Subjetivamente, el Vanquish S no parece tan rápido al acelerar, ya que carece de la abrumadora patada a medio régimen del DB11. Pero sí se siente más excitante e intenso, con el motor ganando fuerza y subiendo hasta la zona alta del cuentarrevoluciones, antes de que la caja de ocho velocidades –tan suave y veloz como la del DB11– engrane una marcha superior y te catapulte hacia el horizonte. Es peligrosamente adictivo.
El Vanquish S es más estrecho que el DB11, y se nota. Dinámicamente también es una propuesta diferente. Es algo más exigente con el conductor y requiere más concentración para llevarlo con precisión. Tiene ingentes cantidades de adherencia en ambos ejes. En definitiva, sus límites están más lejos que los del DB11, pero se diluyen en un satisfactorio y juguetón margen, especialmente en el modo Sport. El DB11 es más ordenado. Se siente mejor y más plantado a altas velocidades sobre asfalto irregular, aunque requiere que confíes más en su vectorización de par que en tus propias reacciones. Crees que eres más rápido en el DB11. Y probablemente lo seas. En el Vanquish S tampoco es un problema, ya que tiendes a gozar por el camino.
La clave principal del Vanquish S se basa en el enorme agarre disponible en conjunción con respuestas fugaces y una destacable agilidad para un GT, incluso si es un súper GT. La dirección es más pesada que en el DB11, pero
aún más precisa y con un control de la carrocería más firme. Esto significa que puedo sentir la suspensión, los amortiguadores y los neumáticos trabajando más duro. El chasis digiere las ondulaciones de la carretera más amablemente, eliminando los bamboleos gracias a una acertada amortiguación. Las cifras aseguran que los frenos carbocerámicos del Vanquish son superiores, pero los de ambos coches son capaces de asumir bastante castigo sin fatigarse.
El Vanquish S también sería un gran coche con el que afrontar largos recorridos: es aceptablemente cómodo, fácil de conducir y que siempre te hace partícipe. De hecho, empiezo a sospechar que mi corazonada inicial –recordada de manera poco fiel– es acertada. De los dos GT de Aston Martin de unos 600 CV, el Vanquish S V12 atmosférico es el más bárbaro. Reconozco que necesito un paseo final con el DB11 turboalimentado para confirmarlo.
Afrontar carreteras como estas no debería ser fácil para el DB11. En teoría es demasiado ancho y algo pesado. Pero, de nuevo, activar el modo Sport+ tiene un efecto transformador en el coche. En un abrir y cerrar de ojos gana precisión y decisión. Esa sensación de sólida estabilidad y su rápida e incisiva capacidad de giro animan a ponerle más entrega y permiten frenar más tarde e inscribirse en el vértice de las curvas casi a la par que en el Vanquish cuando da lo mejor de sí.
Es cierto que, como el V12 es tan magnífico en el modo Sport+ en las rectas, no merece la pena apurar las últimas vueltas del cuentarrevoluciones. Esto es lo más emocionante en el Vanquish S pero, en el DB11, es mejor llevar un ritmo de ‘acelerador a fondo’ y dejar que vaya cambiando de marchas para mantenerse en la zona dulce de par. Ahí es cuando el DB11 se siente excepcional.
Lo que resulta más especial del DB11, y lo que hace que probablemente sea mejor que ningún otro GT a la venta, es que es bueno en todo. No tiene puntos débiles a la vista. Puede ser tan relajante o envolvente como tú quieras que sea. Un coche en el que es un placer pasar tiempo a velocidad de crucero, pero con un motor que puede pasar de sereno a salvaje en un instante. Su repertorio tiene varios niveles, acompañados de una confianza digna de un superhéroe. Es uno de esos geniales coches que está listo para dar guerra cuando se lo pidas, a pesar de su civilizada apariencia.
El Vanquish S es menos convincente como camaleón, ya que no logra esconder su ansia por devorar asfalto, rumbo al horizonte. Sacrifica polivalencia por orientación deportiva, pero no por ello es peor. Lo que es innegable son las mayores y variadas cualidades del DB11. El Vanquish S, por su parte, permite apreciar de manera más profunda el arte de la conducción. Y la emoción, también.