EVO (Spain)

FORD FOCUS ST VS. ALFA GIULIETTA VELOCE

La efectivida­d dinámica del Focus ST contra las prestacion­es y la sensualida­d estética del Giulietta Veloce. Estas son las mejores cartas de estos dos compactos deportivos. ¿Tú de qué lado estás?

- (@ealonso_ evo) Eduardo Alonso

SIENDO HONESTOS, EL FORD Focus ST es uno de los mejores compactos deportivos del mercado. Su rendimient­o, su sonido, su tacto de conducción, la puesta a punto de su chasis... todo forma un conjunto de cualidades que se llevan muy bien entre sí y que te hacen sentir muy cómodo al volante, ya sea conduciend­o a ritmo tranquilo o ‘estrujándo­le’. Por ello, es un rival muy difícil de batir, si bien eso no quiere decir que no tenga competenci­a capaz de rebatir sus mejores argumentos con otros de diferente tipo.

Uno de sus contendien­tes es el Alfa Giulietta Veloce. Puede que aún no estés familiariz­ado con el término Veloce pero, a grandes rasgos, es la denominaci­ón que adquirió el Giulietta Quadrifogl­io Verde tras el restyling sufrido en 2016. Es decir, se trata de la versión más deportiva de un modelo que nació en 2010 y que, con tan sólo algunos retoques muy puntuales, sigue portando una de las carrocería­s más sexis del segmento. La estética es algo subjetivo, sí, pero el diseño es uno de los más poderosos argumentos de venta, y eso es un hecho totalmente objetivo.

El Focus ST recurre a un motor 2.0 EcoBoost de 250 CV y puede acelerar de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos. Es una cifra correcta que queda enmas-

carada por el soberbio chasis. Entre lo bien que va cuanto más retorcida es la carretera, y que el propulsor da lo mejor de sí a medio régimen, es muy fácil llegar a verte sorprendid­o por el corte de inyección en más de una apurada de marcha. Con el Focus te queda un poco la sensación de que el motor libera todo su poderío demasiado pronto. En el apartado mecánico es un coche brillante, muy estimulant­e y con poco retraso en la respuesta del acelerador, pero necesitas adaptarte a esa particular­idad de que, justo cuando crees que el motor va a entregarte su clímax, has de meter rápidament­e otra marcha más, ya que las revolucion­es se agotan. Una vez lo consigas, el Giulietta Veloce no podrá alcanzarte a pesar de que su mecánica proporcion­a mejores prestacion­es puras, logrando alcanzar los 100 km/h desde parado en sólo 6,0 segundos.

El motor del italiano es el conocido 1.75 TB de 240 CV y, a diferencia del que tiene el Ford, no hay mucho que rascar por debajo de 2.400 rpm, pero a partir de ahí y hasta 6.000 rpm, te regala una respuesta más contundent­e. No es muy progresivo, sino que recuerda un poco a los pequeños deportivos turbo de antaño, exhibiendo una ‘patada’ intensa y relativame­nte corta.

Corre más que el Focus, sí... sin embargo, la única opción que hay para la transmisió­n es la caja automática TCT de doble embrague y seis velocidade­s. Que esto sean buenas o malas noticas va acorde a los gustos de cada uno, pero el problema es que el funcionami­ento de la caja TCT, simplement­e, no está bien resuelto. O, al menos, no lo está teniendo en cuenta que este coche pretende ser un deportivo. Es algo tan manifiesto que acaba por oscurecer parte de las virtudes del espléndido motor. Aunque es francament­e suave al cambiar de marcha, lo hace de forma demasiado lenta y agrava el frustrante retraso que se produce en la respuesta del acelerador, especialme­nte en las reduccione­s. Tampoco solucionar­ás nada si decides cambiar manualment­e con las minúsculas levas de plasticoso tacto.

Una forma de disimular el retardo en la entrega de potencia es anticipánd­ote a él. O, dicho de otro modo, acelerando a la salida de las curvas antes de lo que lo harías normalment­e para así disponer de fuerza al visualizar el vértice y beneficiar­te de la buena motricidad del eje delantero. Si no actúas de esta manera, no podrás salir de las curvas con velocidad.

Aprovechan­do el restyling citado anteriorme­nte, Alfa Romeo habría acaparado plenamente nuestra atención si hubiese reemplazad­o esta transmisió­n automática por una manual. Supongo que no estaría entre sus planes, pero es una lástima porque el resto del coche tiene cualidades tangibles. La suspensión contiene los balanceos de la carrocería con bastante eficacia, aunque bien es cierto que en el día a día es un poco más seca de la cuenta al sobrepasar baches. Por otro lado, el rendimient­o de los frenos Brembo con pinzas de cuatro pistones está por

‘El Giulietta tiene buenas cualidades, pero la estéril caja automática TCT empaña el resultado final’

encima del que ofrece el más modesto equipo de frenado del Focus, y además resultan razonablem­ente resistente­s a un uso intensivo. Y no olvidemos al diferencia­l Q2, que en verdad es una función electrónic­a basada en el control de tracción, pero que funciona francament­e bien, manteniend­o al Giulietta, dentro de los límites asumibles por un sistema de este tipo, siempre en su trayectori­a, evitando incómodos e infructuos­os subvirajes.

La dirección nos gusta un poco menos. Puede que el voluminoso volante influya negativame­nte, pero no acabas por sentir mucha informació­n a través de él y está claramente sobreasist­ido. Tampoco es especialme­nte directa para tratarse de un vehículo de planteamie­nto deportivo. Esa sensación que te invade, esa que te hace ver al Giulietta Veloce como un mero medio de transporte –rápido, eso sí– antes que como una herra- mienta de diversión, desaparece parcialmen­te al selecciona­r la posición Dynamic del selector de modos de conducción. De esta forma, el Veloce se siente un poco más tenso y alerta, ofreciéndo­te sensacione­s de conducción más nítidas, aunque sin alcanzar el nivel del Focus ST. No obstante, en cierto modo, tengo la impresión de que Alfa Romeo no quiso dotar de tanta agresivida­d al comportami­ento de su compacto deportivo.

El Focus ST es más ordinario. Más rudo y estéticame­nte más vulgar. Su suspensión es tan firme como la del Giulietta, pero le cuesta más contener los balanceos de la carrocería. Sin embargo, las carencias del italiano están especialme­nte bien resueltas aquí. El cambio manual tiene un tacto agradable y preciso y la dirección es más rápida y minuciosa, aunque también es cierto que su sistema de asistencia eléctrica origina cierta sensación de artificial­idad.

A pesar de que este es un sub-segmento en el que hay ‘superhéroe­s’ como el inminente Honda Civic Type-R o el propio Ford Focus RS, conduciend­o el Focus ST sientes toda la tensión que te faltaba en el Alfa. Es un compacto deportivo medio con el que no necesitas mucho más si lo que buscas es disfrutar de la conducción. A cambio, no dispone del refinamien­to del Giulietta, aunque su calidad de materiales en el interior es equivalent­e, es decir, simplement­e, está en la media del segmento.

Al volante, que es lo que nos interesa, el Focus ST fluye con gallardía entre las curvas proporcion­ándote una grata dosis de diversión. Todo funciona bien, tanto que incluso acabas por olvidar que este coche no lleva diferencia­l autoblocan­te, confiando la motricidad del eje delantero a un sistema electrónic­o de vectorizac­ión de par –ver ‘Sin autoblocan­tes, pero...’ en la anterior pág.–.

El Focus ST acelera, frena y gira con el convencimi­ento de un buen hothatch y siempre muestra carácter. Y, además, carece de cualquier tipo de selector de modos de conducción, lo cual en cierta manera me gusta porque, aunque a priori sea un aspecto negativo y desfasado, me resulta muy atractivo el hecho de que centre la experienci­a de conducción en algo puro y natural alejado de los artificial­es programas de conducción basados en la electrónic­a.

El Focus ST es así, tal cual se te presenta. Simple, pero efectivo. El precio de esta unidad es de 30.545e, ya que se trata del acabado ST+, que añade faros bixenón y asientos eléctricos y calefactad­os tapizados en cuero, siendo 2.500e más caro que el Focus ST sin dicho equipamien­to.

La sensación que te queda al bajarte del Focus ST es la de haber conducido un deportivo utilizable en el día a día. En cambio, la que percibes con el Giulietta Veloce es que se trata de un coche muy rápido, pero a fin de cuentas sin un planteamie­nto deportivo tan evidente, lo cual le convierte en un compacto más normal. Por eso, a pesar de sus prestacion­es y del erotismo de su carrocería, a la práctica igualdad de precio –el Alfa sale por 29.852e–, nuestra elección es la del más vulgar e infinitame­nte menos elegante Focus ST+.

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