VOLKSWAGEN GOLF R
La variante más deportiva del compacto alemán recibe mejores tecnológicas y una mínima potenciación del motor.
DIEZ CABALLOS. Diez. No suena demasiado, ¿no? Esa es la diferencia de potencia respecto al modelo saliente. Y, para ser completamente honesto, no estoy seguro de ser capaz de percibir la diferencia en carretera; o no al menos sin conducir justo antes la anterior versión del Golf R. El hecho de que alcance los 310 CV le sirve para, al menos, declarar un registro superior al recientemente presentado Seat León Cupra 300. También es bien sabido que cualquier compacto deportivo cuya cifra de potencia empiece por un ‘tres’ es algo que hay que tomarse muy en serio.
No hay cambios en lo que respecta a los ajustes del chasis en este Golf R ‘Mk 7.5’, pero sí adapta una nueva caja automática de doble embrague DSG de siete velocidades en lugar de seis marchas. Más allá de esto, recibe un ligero restyling en los paragolpes delantero y trasero, un nuevo diseño para las llantas opcionales de 19’’ y todas las modificaciones implementadas en la gama del nuevo Golf Mk 7.5: novedosos sistemas de asistencia a la conducción, un mejorado y brillante dispositivo de infoentretenimiento y la llamativa instrumentación virtual –lo que Audi denomina Virtual Cockpit–.
El Golf R es un coche fascinante principalmente por dos razones. La primera, porque ofrece grandes argumentos dirigidos a su público objetivo. Es un compacto premium pero no clasista, uno que mezcla muy bien un nivel de prestaciones brutal pero accesible, además de un carácter comedido y discreto. Es un modelo socialmente aceptado, algo así como lo era el Golf GTI 16V Mk2 en los años 80; altamente deseable, pero no al alcance de todos los mortales.
Y, en segundo lugar, porque no lleva demasiado tiempo caer rendido a sus encantos. Esta versión R es tan poco exigente con el conductor, y más aún si lleva el cambio automático DSG que aprovechar sus capacidades dinámicas, que parece un juego de niños. Ofrece un rendimiento excelente, y difícilmente echarás en falta más prestaciones.
Por otra parte, una de las facetas más atractivas del ‘viejo’ R era la manera en la que el motor de dos litros –ver ténica– combinaba una enorme cantidad de par motor en la parte baja del cuentarrevoluciones con un empuje excelente cuando la aguja rondaba la zona roja. En el nuevo Golf R, la mecánica revisada ofrece lo mismo... y, además, ha ‘encontrado’ un gran aliado en la transmisión automática de doble embrague, ya que los cambios de marcha se suceden de manera prácticamente instantánea y con más suavidad que antes.
Además, si te lo quieres tomar con calma, puedes seleccionar el modo de conducción normal; el motor y el cambio van tan sobrados, que cuando circules a 50 km/h ya verás engranada la sexta velocidad sin percibir un solo tirón.
El Golf R es de esos automóviles que, cuanto más lo conduces, más te das cuenta de que está repleto de virtudes ocultas. Da igual lo agresivo que te muestres al volante, ya que el chasis responde con eficacia en cualquier caso sin rechistar ni lo más mínimo. Es tan capaz de afrontar un tramo de autopista proporcionando total comodidad a los ocupantes, como de recorrer el tramo de montaña más revirado como el mejor compacto deportivo.
De todas formas, sólo un apunte. Si combinas – como en el caso de nuestra unidad de pruebas– las llantas de 19’’ con la suspensión con amortiguadores de tarado fijo, provocarás que el confort se resienta bastante, lo que resta puntos al Golf
R como coche de uso diario –algo que este modelo vende como una de sus principales cualidades–. Esto, además de generar incomodidad, no es lo mejor para afrontar a un ritmo elevado un tramo de montaña con múltiples irregularidades, porque notarás como el comportamiento se resiente y te hará levantar el pie del acelerador más de lo deseable.
¿Solución? Fácil. Coges el dinero que cuestan las atractivas llantas de 19’’ – unos 950e– y lo inviertes en los amortiguadores de dureza variable DCC –915e aprox.–. De esta forma, tendrás un coche mucho más eficaz y equilibrado, renunciado únicamente a un detalle puramente estético. Y encima te ahorrarás un dinero cuando tengas que sustituir los neumáticos, ya que las ‘gomas’ en llanta de 18’’ son más comunes y, por tanto, más asequibles.
Por otro lado, el nivel de tracción es sublime, y el coche permanece neutral cuando alcanzas el vértice de las curvas, por lo que un milímetro después de superarlo puedes pisar el acelerador a fondo con la garantía de que el Golf R va a trasladar toda la potencia del motor al suelo con una eficacia inusitada.
Con todo, este modelo permanece como una excelente recomendación para aquellos que quieran disfrutar de una conducción deportiva de manera discreta y elegante.