Porsche 911 GTS
El chasis de este 911 incorpora tantos sistemas sofisticados funcionando en armonía que el nuevo motor 3.0 biturbo incluso pasa a un segundo plano.
BUENO, SU NOMBRE completo es 911 (991) Carrera 4 GTS PDK. Pero lo relevante es GTS: tres siglas que garantizan que un Porsche ofrece la mejor combinación de deportividad y sentido común de la gama. Además, esta unidad viene repleta con casi todas las ‘ amenities’, que diría un inglés: la tracción total –que sólo pesa 45 kg–, la dirección trasera, el control dinámico de chasis –con barras estabilizadoras activas–, y hasta el elevador de morro. Sólo le faltan los frenos cerámicos.
Mi preocupación es qué tal funcionará esta mezcla de sistemas de alta tecnología; es decir, si la pugna entre tanto cachibache electrónico por arrogarse el mérito de que el coche vaya bien no tendrá un efecto desastroso en el tacto de conducción. No sería la primera vez que ocurre. El Panamera de la primera generación era más rápido con PDCC que sin él, pero el tacto al volante se volvía un poco Play Station.
La respuesta es que Porsche lo ha clavado. En casi todos los sentidos, pero especialmente con la dosificación del subviraje a través del control activo de la rigidez a balanceo de la suspensión delantera y trasera. No existe nada más satisfactorio que poder conducir un coche eternamente en el límite dulce del subviraje, y eso es exactamente lo que brinda el PDCC del 911. Resulta un poco extraño que, para acceder a ese nirvana, haya que seleccionar el modo deportivo del control de estabilidad –algo que haces con ciertas reservas, sobre todo en mojado–. Pero no… este 911 tiene una dirección que funciona. Aterradoramente bien. Myrespect!