VOLVO XC60 T6
Los de Volvo son unos tipos bastante listos. Han desarrollado un gran coche y lo están fabricando con diferentes carrocerías. La última tiene forma de XC60... y no va nada mal.
SI TE FIJAS sólo en el morro, te costará saber si eso que tienes delante es un Volvo XC60 o un XC90. Hasta que no lo veas de lado y compruebes que uno es más corto que otro y, sobre todo, hasta que le eches un vistazo a la parte trasera, averiguar de cuál de esos dos modelos se trata es algo muy complicado. Y, en cierta forma y teniendo en cuenta que son el mismo coche, tampoco es que sea de extrañar. Porque Volvo, como está haciendo la mayoría de las marcas, se ha sumado a la moda de crear una misma plataforma sobre la que después desarrollar diferentes carrocerías. Y, cuando digo plataforma, no me refiero sólo al chasis, sino que también son idénticos los motores, los sistemas de transmisión y cajas de cambio y hasta los elementos de equipamiento.
En el caso de Volvo, todo lo que tenga el número 60 o superior en su nombre está creado sobre la nueva plataforma SPA, siglas de Scalable Product Architecture. Esta plataforma la estrenó el XC90 en 2014, pero también la llevan el S90 y V90 y, ahora, el XC60. La diferencia de tamaño entre el XC90 y el XC60 –4,95 m el primero y 4,68 m el segundo– supone también una reducción de peso de 123 kilos en el caso de la versión T6 de esta prueba, que llega a 2.002 kilos en total.
Debo reconocer que el XC90 me impresionó mucho por lo bien que iba –y por sus excelentes acabados– cuando lo probé por primera vez. Y ahora, con una menor longitud,