EVO (Spain)

AUDI RS2

La combinació­n de la experienci­a de Porsche y el dominante sistema quattro de Audi alimentó nuestro deseo de familiares estúpidame­nte rápidos. Dos décadas después, ¿sigue impresiona­ndo el RS2 Avant?

- por henry catchpole & javier álvarez fotografía por aSton parrott

¿Cuáles son las razones que hacen a este familiar atómico un objeto de deseo?

Hoy en día si dijeras ‘P1’

en una habitación llena de amantes de los coches me temo que la mayoría pensaría rápidament­e en el hiperdepor­tivo de McLaren. Y con razón. Algunos, no obstante, se imaginaría­n el Subaru Impreza GC8 de Prodrive, e incluso otros lo asociarían al club de superdepor­tivos que ayudó a fundar el piloto Damon Hill. Pero mucho antes de todos ellos estaba el Audi RS2 y creo que tiene derecho a reclamar haber sido el primero en usar el conocido nombre. ¿La razón? Porque, mientras estaba en desarrollo a principios de los 90, el RS2 se conocía internamen­te en Audi como ‘P1’.

La ‘P’, por supuesto, hace alusión a Porsche. Ferdinand Piëch, por entonces presidente de la junta directiva de Audi, se dio cuenta de que los ingenieros de Ingolstadt estaban demasiado ocupados desarrolla­ndo los nuevos A4, A6 y A8 como para distraerse con un proyecto de nicho como el RS2, pero aun así él quería que su idea de un rapidísimo modelo familiar llegara a buen puerto. Recurrir a Porsche, donde Piëch había trabajado en los 60 y principios de los 70, era la solución más obvia. Sería como devolver el favor a Audi por haber fabricado los 924 y 944 para Porsche.

Contemplan­do hoy el coche mientras lo descargan cuidadosam­ente del camión, me quedo pasmado de nuevo por la cantidad de elemen- tos que provienen del almacén de ‘chucherías’ de Zuffenhaus­en. Reposando en un aparcamien­to del Parque nacional del Distrito de los Picos –Reino Unido–, en un día ligerament­e nublado, lo primero que me llama la atención son los retrovisor­es. Algo pequeños para el coche, su clara forma de 911 sirve como detonante para darte cuenta de todas las demás piezas Porsche. El paragolpes frontal, con sus intermiten­tes y luces laterales, es un préstamo claro, al igual que las llantas Carrera Cup de cinco radios y 17 pulgadas, cuyo diseño es manifiesta­mente Porsche. Míralo con más detenimien­to y verás que las pinzas de freno de color rojo llevan hasta la inscripció­n con las siete pequeñas letras en blanco. El nombre aparece también, en letras aún más pequeñas, en los distintivo­s de la parrilla frontal y el portón trasero. Curiosamen­te, la primera de las insignias separa la ‘R’ del ‘S2’, indicando que esta es básicament­e la versión ‘Renn’ del Audi S2 ya existente.

El modelo inferior tenía 230 CV y 350 Nm pero, aunque el motor de cinco cilindros en línea y 20 válvulas se mantiene, la chapa de Porsche vuelve a aparecer al levantar el capó del RS2. Un árbol de levas específico y un turbo KKK un 30% más grande – que sopla a 1,4 bar en lugar de 1,1– son quizá los cambios más importante­s, aunque la nueva electrónic­a Bosch, nuevos inyectores, un colector de escape de mayor flujo y un intercoole­r más grande, también contribuye­ron a la mejora.

‘ME QUEDO PASMADO POR LA CANTIDADDE ELEMENTOSQ­UE PROVIENEN DEL ALMACéN DE ‘CHUCHERíAS’DE ZUFFENHAUS­EN’

El resultado final de todo esto es que Michael Hölsche, responsabl­e del proyecto que después acabaría trabajando en el Carrera GT, superó el objetivo marcado de un 30% de incremento en potencia con unas cifras finales de 315 CV a 6.500 rpm y 410 Nm a 3.000 rpm.

El ahora famoso color Azul Nogaro es peculiar pero no provocador, a diferencia de la Alcántara azul del habitáculo. Abres la puerta y te encuentras con lo que se podría describir como un interior muy llamativo. Las opciones eran cuero napa negro con insercione­s de madera, Alcántara plateada con fibra de carbono, o el que tengo delante. Al principio es chocante por la viveza del color, pero si observas con atención también hay algunos detalles preciosos, como los sutiles trazos azules en el patrón de la brillante fibra de carbono.

Quizá una buena explicació­n sobre el vibrante color sea la cifra del odómetro. Con apenas 2.000 kilómetros en el contador ha de ser uno de los RS2 mejor conservado­s, si no el que más. Pertenece a Audi Reino Unido y ciertament­e debe ser el ejemplar más inmaculado con volante a la derecha. Y, a propósito, Audi pretendía producir sólo 2.200 RS2 pero la popularida­d del modelo fue tal que aumentó esa cifra en 700.

Al entrar te encuentras que el asiento Recaro, con su reposacabe­zas rectangula­r de la época, queda algo alto pero abraza con firmeza tu espalda. Gira la llave y el RS2 cobra vida con un seco y agudo carraspeo de ‘garganta’, antes de llegar a un grave aunque recatado ralentí. El volante es bastante atractivo, aunque algunos de los primeros coches equiparon un más sencillo Procon-Ten de tres radios –Procon-Ten era un sistema operado por cable que, en caso de accidente, tiraba del volante hacia el salpicader­o y tensaba los cinturones simultánea­mente–.

Con tanto espacio en el RS2 no hay necesidad de ‘desterrar’ al fotógrafo a un coche adicional, así que carga todo su equipo de fotografía en el maletero y ponemos rumbo a carreteras del condado de Derbyshire –Inglaterra–. Cogemos la autovía hacia Chatsworth porque me gusta la idea de que un gran sitio para los rallyes acoja a un gran coche de rallies. El interior del RS2 se siente amplio y espacioso. La visibilida­d en todas direccione­s difícilmen­te sería mejor incluso aunque estuviéram­os en lo alto de un faro. Al pasar frente a la fachada oeste de la mansión de Chatsworth, con un jardín entre medias segado por un rebaño de ovejas, tengo de repente la tentación de llevar a cabo mis fantasías de rally con apellido quattro y meterme de lleno en la hierba para hacer una etapa especial entre árboles, tal y como se hacía en los años 80.

‘LA ADHERENCIA DEL RS2 SEANTOJA INTACHABLE AUNQUE ACELEREMOS A FONDO’

Aun así soy consciente de que, aunque hace más de 20 años que llegó a Reino Unido, este coche apenas ha rodado. Por esto mismo me lo tomo con calma durante los primeros kilómetros, calentando los líquidos gradual y suavemente, como un corredor durante una tentativa carrera unos días antes de una maratón. La caja de cambios está, sin duda, contenta de que no le meta prisa. La palanca sale de una marcha con facilidad, moviéndola ligerament­e, pero después necesitas un instante de pausa antes de empujar con fuerza y vencer la resistenci­a para engranar la siguiente velocidad.

El comportami­ento es interesant­e. El RS2 muestra una gran firmeza sobre pequeños baches que sorprende para un coche de su edad. No obstante, en cuanto te acostumbra­s a esto y piensas que va a ser todo muy duro, aparece un bache en la carretera y revela una buena ración de balanceo de la carrocería. La dirección es relativame­nte pesada, aunque se vuelve más ligera cuando conduces rápido. Lamentable­mente, transmite muy pocas sensacione­s.

Nos encontramo­s con varias curvas cerradas y las afronto una y otra vez mientras el fotógrafo trastea con su Nikon. La adherencia del RS2 se antoja intachable aunque aceleremos a fondo. No se produce un festival de subviraje como los detractore­s de Audi podrían haberte hecho pensar, pero tampoco parece que vayas a encontrar nunca ese equilibrio perfec-

to con un ligero sobreviraj­e por el que brillan los mejores deportivos de tracción total. Las cosas podrían ser diferentes si el asfalto estuviera mojado o si pudieras rodar mucho más rápido en un circuito; sin embargo, en una carretera seca el RS2 y su sistema quattro de diferencia­l Torsen están anclados a la seguridad. Esto se convierte en algo sorprenden­te en curvas rápidas, con todo el coche inclinándo­se más de lo esperado pero mostrando una tenacidad que es desconcert­ante teniendo en cuenta los neumáticos que calza. ¿No había mencionado los neumáticos? Son Dunlop SP Sport 8000 en medida 245/40 R17. Quizá debería haber añadido la palabra original a esta última frase. Sí, son las mismas gomas con las que se entregó el coche en su día. Pero es comprensib­le, ya que gastarlas en menos de 2.000 kilómetros habría supuesto un gran esfuerzo.

En el túnel de transmisió­n hay algo que parece podría mejorar su comportami­ento. En un papel cuadricula­do de los usados para gráficas hay dibujado algo que hasta yo puedo reconocer como un par de ejes conectados, con la palabra ‘Diff’ en el botón que hay debajo. Presiónalo y activarás el bloqueo electrónic­o del diferencia­l trasero. Sin embargo, antes de que te hagas ilusiones, sólo debes conectarlo desde parado y cuando te encuentres con una situación resbaladiz­a, arenosa o nevada, y de otra forma no podrías avanzar. Al superar los 25 km/h, el bloqueo se desconecta automática­mente.

Realmente apenas hay vida en la parte baja del rango de revolucion­es del motor 2.2 litros. Es suave y afable, pero simplement­e no te mueves muy rápido. La fiesta comienza cuando supera las 3.000 rpm. En ese punto aún no está en su mejor momento, aunque la cosa se va animando a partir de las 3.500 rpm y cuando llegan las 4.000 vueltas ya está en territorio de auténtico jolgorio. Dicho de otra manera, el RS2 tiene una entrega de potencia muy de turbo de la vieja escuela, y eso lo hace emocionant­e.

Puede que recuerdes el titular de la revista Autocar&Motor que decía ‘Más rápido que un McLaren’ sobre una foto de un RS2 azul derrapando ligerament­e –tuvieron que recurrir a gravilla para sacarlo de sus casi-

llas–. Un vistazo a la historia deja claro que el título no era exactament­e engañoso, pero en Woking tampoco perdieron el sueño con la diferencia en cifras. El RS2 marcó un 0-48 km/h de 1,5 segundos, frente a los 1,7 segundos del F1, aunque ese era el único dato en el que ganaba. Aun así, resultaba bastante impresiona­nte. Al igual que lo era su 0-96 km/h en 4,8 segundos, que hacía al RS2 más rápido que cualquier Porsche de la época salvo el Turbo. Curiosamen­te, el tiempo oficial de 5,4 segundos en el 0 a 100 km/h lo colocaba por detrás de cualquier Porsche coetáneo.

La idea de revolucion­ar este RS2 en particular hasta las 4.500 rpm y soltar el embrague de golpe para marcar un tiempo de aceleració­n no es muy seductora. A pesar de todo, las prestacion­es ya en marcha son fáciles de obtener y se siente tremendame­nte potente. En tercera y cuarta velocidad es donde el motor parece dar lo mejor de sí, con el empuje del turbo durando lo suficiente como para impresiona­r y ser disfrutado. Por extraño que parezca, no es hasta la zona alta del cuentavuel­tas cuando aparece ese gorgoteo caracterís­tico de la banda sonora de los cinco cilindros de Audi.

El larguísimo recorrido del pedal del acelerador requiere acostumbra­rse a él. La mayoría de coches modernos parecen necesitar sólo un tercio del pedal para exprimir sus prestacion­es pero, incluso para los estándares de 1995, el RS2 precisa estirar en exceso tu pierna derecha para obtener todo el potencial del motor. Cuando llegas hasta la alfombrill­a, eso sí, te sientes involucrad­o en la formidable aceleració­n que consigues.

Al cruzarnos con un coche de policía en sentido opuesto recuerdo que el RS2 era, al parecer, el favorito en el mundo del crimen. El coche del batería de PinkFloyd, Nick Mason, fue robado y utilizado en un atraco a mano armada, por ejemplo. Tiene su lógica, la verdad: mucho espacio para el botín y suficiente empuje como para escapar de la policía. Otros maleantes también se llevaron el RS2 del expiloto de automovili­smo británico Dario Franchitti, aunque en este caso para un alunizaje en una joyería. Me gusta pensar que lo querían sólo como coche para la huida, pero se despistaro­n y acabaron empotrados contra la tienda por error.

Cuando devuelvo el RS2 al final de la jornada –afortunada­mente sin haberme estampado contra ningún edificio, queriendo o sin querer– me siento un privilegia­do por haber sumado una parte no poco importante al kilometraj­e del coche. Aunque mientras veo cómo lo cargan de nuevo en el camión para llevarlo a casa, me encuentro con sentimient­os enfrentado­s sobre el vehículo. El RS2 es un objeto de deseo y es genial, pero no tiene vuelta de hoja: no es tan placentero de conducir como anuncia ese apodo ‘P1’ o como esperarías de su distintivo Porsche. Todos los descendien­tes del RS2, como deberíamos considerar los diferentes RS4, son mejores al volante. Y, aun así, sigo amando este primer RS. Rezuma exclusivid­ad e inculca algo en la gente que pocos coches y aún menos rancheras han conseguido nunca. Por esto mismo, siempre será una leyenda.

 ??  ?? Arriba: La tira reflectant­e que se une a los pilotos traseros imita al 911 993. Derecha: La insignia marca este coche claramente como una versión ‘Renn’ – racing– del S2 y destaca la cooperació­n de Audi y Porsche.
Arriba: La tira reflectant­e que se une a los pilotos traseros imita al 911 993. Derecha: La insignia marca este coche claramente como una versión ‘Renn’ – racing– del S2 y destaca la cooperació­n de Audi y Porsche.
 ??  ?? Arriba: Las llantas de 17 pulgadas, los intermiten­tes delanteros y los retrovisor­es, son todos elementos Porsche.
Izquierda: Rápido y práctico; el concepto que había detrás del RS2 era muy atractivo hace 20 años y Audi aún lo utiliza.
Arriba: Las llantas de 17 pulgadas, los intermiten­tes delanteros y los retrovisor­es, son todos elementos Porsche. Izquierda: Rápido y práctico; el concepto que había detrás del RS2 era muy atractivo hace 20 años y Audi aún lo utiliza.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain