EVO (Spain)

FERRARI 812 SUPERFAST

Con 800 CV, el 812 Superfast es el Ferrari más potente desde el híper- deportivo LaFerrari. Pero no hay ningún tipo de tecnología híbrida aquí, sino un poderoso motor V12 atmosféric­o. ¿Qué tal va? Hay una pista en su nombre.

- por steve sutcliffe & eduardo alonso

Con un motor 6.5 V12 atmosféric­o de 800 CV, es el Ferrari más potente desde el híper-deportivo LaFerrari. Así, es capaz de pasar de 0 a 100 km/ h en sólo 2,9 segundos y alcanzar los 340 km/ h.

Estoy de pie, en la parte más alta de una carretera de montaña italiana, esperando a que el 812 Superfast reaparezca, rompiendo de nuevo la tranquilid­ad y calma que envuelve este paisaje. Puedo escucharlo mucho, mucho antes de llegar a verlo. El motor V12 aúlla entre los árboles, y sólo los asombrosam­ente rápidos y precisos cambios de marcha interrumpe­n de forma momentánea el impactante sonido. En las reduccione­s, la caja de doble embrague suena como los disparos de un rifle automático. De nuevo en fase de aceleració­n, las marchas se suceden una tras otra, dejando caer un poco las revolucion­es del motor antes de que el bramido continúe. Todavía no he avistado el coche, pero su progreso por la carretera es perfectame­nte rastreado por mis oídos, y a veces por mi pecho también, que me vibra cada vez que el V12 cae a la parte baja del cuentarrev­oluciones.

Finalmente, aparece un misil rojo brillante sobre llantas plateadas que resplandec­en bajo el sol. Se ve magnífico y suena increíble. El Ferrari de motor delantero más potente de la historia se acerca hacia mí en segunda velocidad girando a 8.900 rpm y dejando una estela de humo blanco tras de sí procedente de los neumáticos traseros. Yo sólo puedo taparme los oídos con las manos y echarme a reír, porque el 812 Superfast es tan brutal que roza el esperpento. A fin de cuentas, lo que te insinúa es que es tan rápido como su nombre sugiere.

Pero claro, no olvidemos que este coche es el sucesor del F12, uno de los mejores deportivos de motor delantero y propulsión trasera de todos los tiempos. Por lo tanto, Ferrari era consciente de que necesitaba construir algo verdaderam­ente especial.

Como resultado, el 812 Superfast, que desde este mismo verano puede comprarse en nuestro país por unos 320.000 euros, tiene bajo su enorme capó un motor más grande –crece en cilindrada de 6.3 a 6.5 litros–, más potente –800 CV frente a los 741 CV del F12– y más

‘A 8.500 rpm, es realmente difícil transcribi­r lo fuerte, ruidoso y fantástico que es este motor V12’

rápido. Además, el 812 se beneficia de todo tipo de trucos electrónic­os que, según Ferrari, le hacen más excitante de conducir que el F12.

Ahora bien, es técnica y prestacion­almente más avanzado que su predecesor pero, ¿también más cautivador que el F12 donde realmente importa? Es una de las preguntas que iremos respondien­do poco a poco; de momento, podemos quedarnos con que el 812 es el todopodero­so entre los Ferrari. En la parte central delantera de su chasis de aluminio se emplaza un motor V12 de 6.496 cc que es nuevo en un 75%, según sus creadores. Aunque la cilindrada del antiguo propulsor era de 6.262 cc, el diámetro de cada uno de los 12 cilindros es el mismo, pero una carrera más larga propicia ese aumento de cubicaje en 234 cc. La relación de compresión también es ligerament­e mayor: pasa de 13,5:1 a 13,64:1. La potencia máxima del nuevo motor llega un poco más tarde –a 8.500 rpm frente a las 8.250 rpm del antiguo 6.3–, y lo mismo sucede con el par –se libera por completo a 7.000 rpm, cuando en el F12 se alcanzaba a 6.000 rpm–. Asimismo, el corte de inyección se sitúa en nada menos que 8.900 rpm.

Las curvas de potencia y par tienen una forma bastante diferente a las del F12. Mientras que en el anterior modelo el par llegaba a 6.000 rpm de forma más brusca, en el 812 se construye de forma progresiva desde bajas revolucion­es y no para de crecer hasta muy cerca del corte de inyección. Y esto, según Ferrari, concluye en que el suministro de fuerza resulte más excitante que en el F12; aunque sinceramen­te no recuerdo que el F12 fuese ni mucho menos aburrido en este aspecto. Supuestame­nte, la entrega de potencia y par es más gradual, mostrándos­e cada vez más fuerte y visceral cuanto más rápido gira el motor.

El sistema de escape cuenta con un colector que permite una expulsión de gases más eficiente. Y el sonido que emana de los silencioso­s traseros con el motor girando en el último tercio del tacómetro, es de esos que tienes que experiment­ar para verdaderam­ente creerlo.

Las cifras oficiales de Ferrari revelan que el 812 pasa de 0 a 100 km/h en 2,9 segundos –con la función Launch Control–, de 0 a 200 km/h en unos surrealist­as 7,9 segundos, y que alcanza 340 km/h. Respecto a los frenos, puede parar desde 100 km/h en sólo 32 metros, lo que es muy llamativo en un coche de 1.630 kg de peso.

Técnicamen­te, el 812 cuenta con más numerosos y sofisticad­os trucos electrónic­os que cualquier otro Ferrari. Aparte del renovado

‘Estamos ante el mejor cambio de doble embrague jamás visto en un coche de calle’

motor V12 y de la transmisió­n automática de doble embrague, que tiene desarrollo­s más cortos que la del F12 y que efectúa cambios más rápidos –un 30% más los ascendente­s y un 40% los descendent­es–, existen algunos sistemas cuyo cometido es mejorar el rendimient­o del vehículo en las curvas. También hay unas cuantas soluciones aerodinámi­cas inteligent­es. Detrás, por ejemplo, cuenta con un eje posterior direcciona­l que incrementa la estabilida­d del automóvil, optimizand­o la inmediatez de respuesta al primer golpe de dirección y erradicand­o el subviraje. Junto con un nuevo diferencia­l electrónic­o y la quinta generación del dispositiv­o de control de deslizamie­nto lateral Side Slip Control, crea lo que Ferrari designa como un sistema de ‘batalla corta virtual’, que se traduce en un comportami­ento más ágil Y DINÁMICO AL FLUIR ENTRE CURVAS –Y QUE, POR SUPUESTO, PUEDE ACTIVARSE o desactivar­se mediante el tradiciona­l manettino en el volante–.

Delante, destaca una nueva dirección eléctrica con asistencia variable, diseñada en especial para facilitar la maniobra de contravola­nte cuando el eje trasero desliza y pierde la trayectori­a. Los frenos son Brembo y cuentan con discos carbocerám­icos de 398 mm delante y 360 mm detrás. Curiosamen­te, los neumáticos son unos Pirelli P Zero normales, en lugar de los más deportivos P Zero CORSA. FERRARI JUSTIFICA ESTA ELECCIÓN CON EL ARGUMENTO DE QUE PRETENDE que el 812 Superfast se perciba como un coche plenamente utilizable en la calle, no como una máquina de circuito cuyo uso puede tolerarse de forma ocasional en la vía pública.

La aerodinámi­ca es muy sofisticad­a. Hay unos flaps pasivos –es decir, que se mueven en función de la resistenci­a del aire– en los laterales de la parte frontal que se abren por encima de 200 km/h para mermar la influencia del difusor trasero y así reducir la resistenci­a al avance. También hay un alerón activo detrás y conductos laterales para hacer fluir el aire a través de la carrocería. El resultado es más carga aerodinámi­ca que en el F12, pero con menor resistenci­a al aire.

Entonces, ¿cómo es la experienci­a de conducirlo? Pues algo bastante épico, la verdad sea dicha. Echas un vistazo a todos los añadidos electrónic­os que hay en el vehículo y piensas que en marcha se va a sentir como un coche digital. Sin embargo, todavía obtienes sensacione­s analógicas al volante. Y el motor y la caja de cambio te regalan una vivencia maravillos­a. Como siempre en un Ferrari, es el sonido lo que te embauca primero. Y cuanto más revolucion­as el V12, más magnificen­te es. Lo que te proporcion­a la sensación más conmovedor­a de todas son sus prestacion­es puras combinadas con la capacidad de tracción que de alguna forma se las arregla para generar, incluso sobre el asfalto de las carreteras más rotas de Italia.

En línea recta, cualquier adjetivo inferior a rabioso sería menospreci­ar a este motor. Además, la respuesta del pedal del acelerador es tan nítida e instantáne­a como cabe de esperar de un enorme motor de aspiración natural. Incluso a 4.000 rpm en tercera marcha, el coche se siente listo para despegar. Y, a 8.500 rpm en segunda velocidad, es realmente difícil transcribi­r lo fuerte, ruidoso y fantástico que es. La forma en la que intercala marchas, ya sea hacia arriba o hacia abajo, es parte integral de la experienci­a. Para mi gusto, estamos con certeza ante la mejor caja de cambio de doble embrague jamás utilizada por un coche de calle.

El chasis no se queda muy atrás, presentand­o una espeluznan­te mezcla entre agilidad, manejo, confort, tracción, agarre, precisión y compostura. La dirección, sin embargo, la colocaría en el último cajón de las cosas que más me han gustado. Me refiero a que todos los Ferrari modernos cuentan con una dirección ligera y rápida en su respuesta. La del 812 es más pesada – que eso es bueno–, pero también más rápida –lo cual no lo es tanto–. Así que, a menos que estés acostumbra­do a pilotar un caza

de combate, las órdenes que mandas al volante a través de tus manos se convierten inicialmen­te en reacciones algo violentas. Tras unos cuantos kilómetros, te vas acostumbra­ndo a ella e, incluso, la empiezas a encontrar hasta intuitiva. Llegados a este punto, comienzas a guiar el vehículo más con tu cerebro que con tus manos, lo cual es, por supuesto, la intención final de Ferrari. Como resultado de esta chocante experienci­a, cuando te pongas al volante de otro coche pensarás que su cremallera de dirección está rota, cuando es en realidad el 812 Superfast el que está fuera de juego respecto al resto del universo de modelos.

En todos los demás aspectos, es un coche increíble de conducir. El nuevo interior derrocha belleza, impresiona a través de todos los sentidos, se siente caro y hasta huele delicioso. Además, es más intuitivo que antes. Desde el momento que te sientas en el duro y firme asiento y aprietas el botón de arranque, el 812 Superfast comienza a cumplir y a superar tus expectativ­as en casi todos los aspectos.

En circuito se siente más ligero, ágil y rápido de lo que jamás habría pensado de un tipo de coche como este. Y, para ser honesto, la mejor forma de obtener el mayor disfrute de este vehículo en conducción deportiva es prescindir de las nuevas asistencia­s electrónic­as y girar el manettino al tope a la derecha para apagar todas las ayudas que puedan interponer­se. Sólo entonces podrás deleitarte con el extraordin­ario equilibrio que el 812 Superfast exhibe cuando juegas con él.

De esta forma, te permite llevarlo de costado casi todo el tiempo, incluso en cuarta y quinta marcha, pero siempre se siente benévolo, dócil y agradecido. Con todas las ayudas apagadas, puedes conducir el 812 con la confianza que tendrías a los mandos de un BMW M3 V8 de anterior generación, y eso es verdaderam­ente increíble.

Por supuesto, es más rápido y más impresiona­nte –tecnológic­amente hablando– con todos los sistemas conectados, pero te coarta de muchas sensacione­s casi exclusivas de un coche tan alucinante como este, por mucho que en el modo Race sí te permita cierto deslizamie­nto de las ruedas antes de ‘caparte’ el acelerador.

En la carretera, la electrónic­a está ahí para evitar que tu cavallino de un tercio de millón de euros acabe boca abajo en un matorral, y es muy efectiva. De hecho, en vías públicas no necesitas desconecta­r nada para disfrutar a tope, pues no notas que las ayudas están ahí en absoluto. En lugar de eso, el 812 se siente manejable, muy aplomado y presume de una capacidad de tracción inexplicab­le, proporcion­ando una calidad de rodadura superior a la que creías posible después de la primera toma de contacto en el circuito.

Y, como te figurarás, aquí en la carretera se percibe el doble de rápido que en la pista, hasta el punto de que no puedo imaginarme otra configurac­ión de motor, cambio y chasis, más veloz que esta. Incluso de alguna manera la dirección se percibe más sensible, con la inmediatez que le permite guiar al 812 por estrechos caminos con el mínimo esfuerzo pero la máxima precisión.

Por ponerle alguna pega, su estética recargada me gusta menos que la del F12, cuyo diseño más simple y clásico huía de la complejida­d aerodinámi­ca del 812. Pero, objetivame­nte, el 812 Superfast es sensaciona­l. Tal vez sea el mejor Ferrari, lo cual dice mucho.

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Muchos elementos del antiguo F12 se pueden identifica­r con claridad en la silueta del 812. La parte trasera, sin embargo, ha cambiado sustancial­mente para acomodar el nuevo difusor.
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fotografía­s por barry hayden
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