EVO (Spain)

MINI COOPER S JCW

Mini cuenta con una amplia oferta de accesorios para sus modelos. En esta ocasión, probamos algunos de los más llamativos de la serie Mini JCW Pro.

- Miguel Tineo

sus ligeras llantas de aleación –cada una pesa un kilo menos que las de serie– y, sobre todo, su escape. Como el original, éste cuenta con una doble salida en posición central, aunque si te fijas verás que es un poquito más gordo. La gran diferencia de este escape está en el interior.

Justo delante del cambio, encuentro un mando con forma de pequeño cilindro, parecido a un clásico mechero, y con una correa en la que se puede leer que sólo se puede emplear en circuito, y no en carreteras públicas. Pero como soy un poco rebelde, basta con que me digan que no puedo hacer algo para que, al momento, esté apretando el dichoso botoncito que tiene en uno de sus extremos.

El Mini está al ralentí y el sonido ya es bronco y sonoro, pero dos toques seguidos a ese botón hacen que un led rojo parpadee a su alrededor. Apenas un par de segundos después, un clack provenient­e del escape anuncia que algo ha ocurrido. Si el sonido antes era bronco, ahora todavía resulta más gordo, y se escucha con más de claridad en el interior.

No tardo en salir a la calle y dar un par de pequeños acelerones. La verdad es que el coche suena bastante, pero tampoco es como para impedirle circular por la calle… De todas formas, lo que más me gusta es lo que ocurre cuando, después de un leve acelerón, dejas de acelerar y mantienes la marcha en la que vayas insertada. Entonces, las explosione­s se juntan con un gorgoteo en la misma salida del escape, un sonido muy similar al que se produce cuando se avecina una buena tormenta.

Bastan pocos kilómetros para comprobar que los de Mini son unos especialis­tas de los efectos especiales. A sus mandos, notas tantas cosas que no necesitas ir deprisa para percibir un montón de pequeños destellos deportivos difíciles de encontrar en otros urbanos deportivos.

Alrededor de la base del cambio manual de seis marchas, un mando giratorio permite selecciona­r los modos Green –ecológico–, Mid –normal– y Sport –deportivo–. En Sport, la suspensión y la dirección se endurecen, y la respuesta del acelerador se vuelve un poco más afilada. Con todo, cada gesto que realizas sobre el pedal del gas o sobre la dirección tiene un efecto inmediato en la conducción. Y eso, cuando tienes un rabioso motor 2.0 Turbo de 231 CV que empuja con mucha intensidad desde 2.000 hasta 6.000 rpm, es bastante divertido, la verdad.

Sin embargo, cuando de verdad te adentras en una carretera revirada y empiezas a buscar los límites del coche, descubres que tanto efecto especial termina por maquillar en exceso la pureza del comportami­ento del coche. Las reacciones del Mini son muy vivas, quizá demasiado, y eso hace que al final se pierda un poco de eficacia. Por ejemplo, en un Ford Fiesta ST200 no hay ni tanta potencia ni tanto sobresalto, pero el resultado es más equilibrad­o y terminas yendo más deprisa, con más confianza.

Queda por analizar si compensa o no pagar por este conjunto de accesorios. Viendo cómo va el Mini de serie, tampoco hace falta complicars­e tanto la vida, sobre todo porque lo más llamativo es el escape… y, en principio, no se puede utilizar en la calle. Pero tener un Mini especial y diferente tiene un precio, y eso tendrás que valorarlo tú.

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Fotos Jaime Sainz de la Maza Arriba: Los faros de largo alcance son de led y tienen un sobrecoste de 595 euros. Mejoran la iluminació­n, pero su principal función es estética.
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