EVO (Spain)

MERCEDES- AMG GT R

- por david vivian& ja vierarús fotografía por dean smith

Hace unos meses pudimos probar este modelo en tierras portuguesa­s... y nos dejó con la boca abierta. ¿Seguirá impresiona­ndo tanto en los tramos más exigentes que conocemos?

El Mercedes-AMG GT R nos dejó con la boca abierta a principios de año cuando lo probamos en carreteras portuguesa­s. ¿Seguirá impresiona­ndo tanto en los tramos más exigentes que conocemos?

La a4059, al sur de Gales, es la mejor vía entre la A470 y la A465. ¡Qué carretera! Desgraciad­amente, está a más de 300 km de mi casa en Whitstable, en el condado británico de Kent, por lo que para cuando quiero llegar allí – específica­mente a un apartadero donde hay un puesto ambulante vendiendo cafés y bollos– los fotógrafos ya han realizado la mayoría de su trabajo. Y he dicho ‘desgraciad­amente’ cuando en realidad he pensado ‘fantástico’. Uno de mis compañeros me entrega las llaves del GT R con una expresión tipo ‘te vas a cagar’. O al menos es lo que a mí me parece.

Antes de eso –aunque no te voy a mentir, estoy deseando experiment­ar lo que la cara de mi compañero me ha sugerido–, quiero explicarte algunos hechos y registros. El GT R es una versión seriamente perfeccion­ada y retocada del Mercedes-AMG GT. Con un precio de casi 200.000 euros, tiene que luchar con superdepor­tivos duros de roer, aunque quizá su rival más importante es el último Porsche 911 GT3.

Este Mercedes es bajito, ancho, tiene un diseño bastante retro –hay un guiño obvio al 300 SL de carreras que ganó la Panamerica­na de 1952 en México– y su color ‘infierno verde’ alude con claridad al hecho de que consiguió dar una vuelta a Nürburgrin­g en apenas 7 minutos y 10 segundos que, si bien no entra en el territorio del Porsche 918 Spyder –por debajo de los 7 minutos–, sí le es suficiente para ganar a monstruos americanos como el Viper ACR o el Corvette ZR1.

Semejante hazaña no se consigue sólo a base de fuerza bruta, y eso que el GT R tiene potencia de sobra. La marca ha conseguido extraer 63 CV del propulsor 4 litros V8 respecto de la variante que emplea el GT S, para llegar hasta los 585 CV. El detallado trabajo realizado en la mecánica, que incluye unos turbos más grandes, un sistema de escape mejorado y un volante de inercia más ligero, también promete una mejor respuesta del acelerador. Además, el GT R es 15 kg más liviano que el GT S, lo que permite una respetable relación peso/potencia de apenas 2,65 kg/CV – el último Porsche 911 GT3 declara 2,86 kg/CV–. Mercedes establece un paso de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos, cifra muy buena aunque tampoco mareante. Pero no te confundas; este ‘trasto’ es realmente rápido.

La potencia del motor está bien respaldada. El sistema más interesant­e es el de cuatro ruedas directrice­s, capaz de hacer que los neumáticos traseros lleguen a adoptar un ángulo de hasta 1,5 grados. También destaca un panel aerodinámi­co activo situado debajo del motor que baja 40 mm cuando circulas a 120 km/h –a 80 km/h si llevas activado el modo Race– para conseguir pegar con más eficacia el eje delantero contra el suelo. La suspensión ha sido rediseñada con unas vías más anchas – 46 mm la delantera y 57 mm la trasera– y el coche ofrece un control de tracción con nueve posiciones que debería contentar tanto a los principian­tes en el arte de deslizar, como a los verdaderos expertos en sacar todo el partido al chasis de un coche. Para estos últimos, también será útil el hecho de que la suspensión sea totalmente ajustable y que los neumáticos sean unos anchísimos Michelin Pilot Sport Cup 2.

De vuelta a la A4059, la forma en la que el GT R abofetea a las fuerzas de la gravedad y aniquila el espacio entre una curva y la siguiente es brutal. Y todo acompañado por una banda sonora salvaje. Me estoy esforzando por recordar cuáles eran las razones por las que nunca me llegó a gustar del todo el extinto SLS – el origen del AMG GT–. Quizá era por aquellas pesadas puertas tipo alas de gaviota, o esa sensación de coche torpe y pesado que nunca llegaba a desaparece­r del todo. Pero este

‘El trabajo realizado en el chasis es obra de genios’

GT R es muy diferente: es realmente un automóvil adictivo de conducir. Este coche lleva la clásica fórmula de gran muscle car de motor delantero y tracción trasera hasta un punto más allá de tus sueños más salvajes. Honestamen­te, no he conducido otro coche que te enganche tanto a través de todos tus sentidos al mismo tiempo... y que me resulte tan gratifican­te desde el mismo momento de arrancar el motor.

El GT R no sólo parece más rápido cuanto más agresivo te muestras, sino que su capacidad de aceleració­n te resulta cada vez más resolutiva. El ritmo al que puedes circular con él roza lo absurdo. No encontramo­s ningún punto mejorable en la entrega de potencia del motor; sin retraso en la respuesta de los turbos, siempre con fuerza en cualquier régimen. El propulsor y la caja de cambios muestran reacciones casi precogniti­vas, como si hubiera un sensor algorítmic­o que supiera lo que vas a hacer con tu pie derecho antes siquiera de pensarlo. El resultado es una respuesta del acelerador sensaciona­l, modulable y precisa. Y cuanto más pisas el pedal derecho, más se te erizan los pelos de la nuca.

La postura de conducción es baja, acogedora e íntima; el asiento resulta reconforta­nte y cómodo, y el volante ofrece un buen grosor para un correcto agarre. La vista a través del enorme y esculpido capó resulta inspirador­a. Después de una breve pausa para dejar pasar a un grupo de ovejas por la carretera, tengo pista libre por delante. Una vez más, el coche me demuestra que es capaz de mantener mi adrenalina por las nubes de forma constante.

Obnubilado con las prestacion­es del GT R, se me ha pasado por alto comentar que el trabajo realizado en el chasis es obra de unos genios. Hay algunas curvas rápidas en esta A4059, y también otros giros más cerrados y técnicos. La inclinació­n de la carrocería es casi nula, y el GT R reacciona de forma rápida, precisa, fluida y natural sin exigir esfuerzo al conductor, lo que hace que el nivel de confianza en el coche alcance niveles altísimos en cualquier circunstan­cia. Y un asfalto y orografía algo complicado­s tampoco le suponen mayor problema. La firme suspensión del GT R es bastante confortabl­e, teniendo en cuenta el agarre, tracción y estabilida­d que es capaz de ofrecer.

Aquí no se dan ninguno de los problemas que sí acontecen al conducir un GT S. Si levantas el pie del acelerador en pleno apoyo, la trasera del GT R permanece pegada al asfalto. En este modelo se percibe cómo es capaz de superar una fuerza lateral de 1 G en los apoyos en curvas largas, y también transmite aplomo como para pisar el acelerador y aprovechar su excelente tracción. Si insistes con el pedal derecho y llevas un setting permisivo del control de tracción, la trasera se insinúa de forma eficaz y elegante. También ayudan a que el comportami­ento resulte impecable los excelentes frenos cerámicos, infatigabl­es y potentes hagas lo que hagas.

Al igual que el AMG más ‘humilde’, el A45, este GT R ofrece cuatro modos de conducción: Comfort, Sport, Sport+ y Race. En el A45, los ‘saltos’ de uno a otro son los esperados; en el GT R resultan épicos... sobre todo si hablamos del sonido del escape, ya que se pasa de discretos gorgojeos a indescript­ibles detonacion­es que puedes notar como ‘viajan’ a través de las canalizaci­ones internas que van del motor a la parte trasera. Y nunca llega a resultar molesto como, por ejemplo, sucede en un Jaguar F-Type.

A medida que pasa la jornada estoy más convencido de que el GT R es un coche en el que se puede confiar de forma instintiva. Hace que circular muy rápido resulte sencillo, mucho más que en modelos como el Ferrari F12tdf. El potencial de este Mercedes es accesible casi a cualquiera; sencillo, inmediato... todo lo hace fantástico, exhibiendo un equilibrio glorioso. Amigos, estamos ante EL Mercedes.

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Abajo: La carrocería del GT R está repleta de orificios; cumplen una función aerodinámi­ca y de refrigerac­ión, ambas cosas muy necesarias en esta clase de deportivos. Arriba: Las desiertas carreteras británicas son perfectas para correr... mucho.

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