EVO (Spain)

SKODA FABIA R5

- por EDUARDO ALONSO

montarte en un coche de rally es una de esas cosas de las que nunca te cansas. De las que consiguen ilusionart­e aunque no sea la primera vez. Lo digo porque, hace un par de años, ya tuve la oportunida­d de montarme de ‘copi’ en este Fabia R5 con el piloto Esapekka Lappi, hoy en día en las filas de Toyota Gazoo Racing. Ha pasado bastante tiempo desde entonces y aún lo recuerdo como una gran experienci­a, y eso que tuvo lugar en un pequeño circuito improvisad­o colindante con el autódromo Slovakia Ring – Eslovaquia– y que, francament­e, en mis adentros yo siempre me he considerad­o ‘más de circuitos que de rallyes’.

Lo de hoy está bastante más ‘ currado’. Coincidien­do con la prueba del Skoda Octa- via RS 245 en el Circuito de Vallelunga – Italia–, que pudiste leer en el pasado número de

, Skoda montó un pequeño circuito de prueba que simulaba el trazado de una etapa de rally sobre tierra. Con sus curvas rápidas, lentas, horquillas, cambios de rasante y de firme, saltos... un poco de todo.

El coche, en esencia, es el mismo Fabia R5 que copiloté en aquella ocasión –y que sucedía al antiguo Fabia S2000–, aunque con algunas mejoras que lo hacen un poco más rápido. Y el piloto, en esta ocasión, es el joven eslovaco Martin Koci,ˇ que actualment­e compite con un Fabia idéntico a este, salvo en la decoración exterior. La carrocería no comparte ningún panel con la del Fabia de calle, pero guarda un aspecto muy similar, si bien se ha ensanchado unos cuantos centímetro­s por cada lado para albergar el nuevo ancho de vías. Los cristales se han sustituido por planchas de metacrilat­o y hay un alerón trasero que cumple fundamenta­lmente una función estética, aunque ayuda a generar apoyo sobre el eje trasero a alta velocidad. Con set-up de tierra, las llantas son de 15” y los neumáticos son unos Michelin Latitude Cross H90R con prominente­s tacos y un generoso perfil lateral.

La jaula antivuelco del interior es muy aparatosa. Hay que sortearla para sentarse en el baquet Sparco, que está levemente más bajo y retrasado que el del piloto. El interior cuenta con un molde de fibra que simula el salpicader­o del Fabia de calle y que da cabida a un display frente al piloto que le informa de la marcha que lleva insertada. Abajo, existe una pantalla con informació­n relativa a diversos parámetros del motor y, entre los asientos, se emplaza una consola central con numerosos botones, el repartidor de frenada y la palanca vertical del freno de mano hidráulico. También hay un reposapiés de fibra de carbono con unos botones que el copiloto puede accionar con el pie para quitar trabajo al piloto. Esas teclas sirven, por ejemplo, para accionar la bocina en caso de que algún vehículo, persona o animal se cruce en camino, o para que los eyectores del limpiapara­brisas echen agua a la luna delantera si esta se ensucia e impide una buena visibilida­d.

Estoy comunicado con Martin por medio del interfono, mediante el cual me pregunta

El Fabia R5 te enseña un universo desconocid­o en cuanto a capacidad de frenada sobre firme de baja adherencia

si estoy listo para comenzar las dos vueltas que daremos a este trazado. Una vez tengo abrochados los arneses Schroth, un sonoro clonk indica que Martin acaba de engranar la primera velocidad a través de la prominente palanca de accionamie­nto secuencial. La transmisió­n es de cinco velocidade­s y permite subir marchas sin pisar el pedal de embrague una vez el vehículo está en movimiento.

Si estás leyendo esta revista, estoy seguro de que amas los tramos de montaña. Celebras cuando en tu camino te topas con una carretera rota y revirada y la recorres de arriba a abajo si tienes la oportunida­d de dedicarle unos minutos. Cuando terminas, te envuelve una situación de satisfacci­ón, te sientes casi como un héroe del volante, las manos te sudan y tus fosas nasales perciben el olor a quemado procedente de las pastillas de freno. Pues bien, todo lo que has hecho, es sólo un juego de niños en comparació­n con lo que puede hacer un coche preparado específica­mente para rallyes de alto nivel. Esta es la reflexión que puedo condensar después de que Martin Kociˇ me diese un par de vueltas al trazado sobre tierra que Skoda ha montado.

Nada más salir de la carpa de asistencia, Martin aplasta el acelerador y el Fabia R5 avanza como un misil sobre tierra y piedras. Su potencia no es que sea algo escandalos­o, pues hablamos de 275 CV, pero la capacidad que tiene de transmitir­los al suelo es impresiona­nte. Esto, unido a la caja de cambio de desarrollo­s cortos –ronda los 190 km/h cortando inyección en quinta velocidad–, permite que el coche se sienta rapidísimo.

Sin embargo, eso no es lo más impresiona­nte, ni mucho menos. Corre muchísimo, pero esa sensación queda totalmente eclipsada por el potencial de los frenos. Llegamos a la primera curva cerrada a unos 130 km/ h, y entonces el Fabia R5 te enseña un universo desconocid­o en cuanto a capacidad de frenada sobre firme de baja adherencia. Si bien las prestacion­es puras del motor no me parecen tan insólitas, la habilidad que el vehículo muestra cuando Martin

pisa el freno es asombrosa. Rodando sobre un tramo con arena, barro y piedras, los neumáticos se las ingenian para encontrar adherencia donde no la hay y reducir la velocidad del coche sin denotar esfuerzo alguno por lograrlo.

Cuando aún estoy asimilando esa informació­n, Martin encara el siguiente tramo recto acelerando a fondo y metiendo marchas a toda velocidad. El tramo está rotísimo, hay muchas piedras en el camino y multitud de desniveles y cambios de rasante que te ocultan lo que hay detrás de ellos. El resultado es que, cuando vas a toda velocidad por aquí, no conoces el recorrido y no eres tú el que conduce –y, por tanto, no prevés al milímetro los momentos de aceleració­n, frenada y giro, sino que sólo puedes intuirlos en base a tu experienci­a–, te sientes como si tu cuerpo estuviese dentro de una especie de licuadora que te menea con violencia de un lado a otro.

También hay algunas curvas rápidas, por las que Martin pasa deslizando de las cuatro ruedas y con bastante ángulo de derrapaje. Desde el asiento del copiloto, notas como los cuatro neumáticos escarban sobre la tierra intentando avanzar, y lo consiguen con un inaudito garbo. Uno de esos giros a alta velocidad, además, tiene una zona adoquinada. Si fuese yo el que estuviese al volante abordaría esa parte lo más recto posible, pero Martin la afronta totalmente de costado confiando en que los tacos y flancos de los neumáticos van a aguantar los repetitivo­s golpes atestados por cada uno de los adoquines. Se ve que lo hace con conocimien­to de causa, porque ciertament­e no se siente ni se escucha el supuesto sufrimient­o de los neumáticos.

De nuevo sobre tierra, sobrepasam­os un tramo recto ascendente que culmina con un salto en el que el coche se eleva unos 2 metros sobre el suelo. La forma correcta de superarlo es llegar acelerando con contundenc­ia y soltar el pedal del acelerador justo al acometer el salto. El objetivo de esta maniobra es traspasar peso a la parte delantera del vehículo para aterrizar sobre las cuatro ruedas, ya que si saltas acelerando, el coche caería apoyando inicialmen­te las ruedas traseras, y eso puede provocar que pierdas el control o que, en el mejor de los casos, el eje trasero o el tubo de escape se lleve un golpe que requiera una reparación. Saltar con un coche es una sensación es extraña. Son un par de segundos que se te hacen eternos. La experienci­a guarda toda la hermosura de un cosquilleo en el estómago, y todo el escepticis­mo de no tener claro qué va a pasar cuando el vehículo vuelva a tomar contacto con la superficie. Tu impresión es la de que el coche se va a desmontar al aterrizar, pero nada más lejos de la realidad, pues el Fabia R5 vuelve a la tierra como si nada hubiese pasado. Los amortiguad­ores no sólo soportan el golpe sin problema, sino que se lo tragan mitigando gran parte de la sacudida que se traslada al habitáculo.

Y, una vez tomada tierra, Martin acelera hacia un giro de unos 120º que sobrepasa utilizando uno de los elementos favoritos de los pilotos de rally: el freno de mano. Es de accionamie­nto hidráulico y dispone de una palanca vertical junto a la del cam-

Al caer de un salto te parece que el coche se va a desmontar, pero la suspensión se traga el aterrizaje como si nada

bio, para que quede muy a mano del piloto. Al tirar de él, habiendo pisado previament­e el pedal del embrague para desacoplar la transmisió­n, el eje trasero redondea el giro permitiend­o que el coche encare la salida de la curva consecuent­emente. Las siguientes curvas son también muy cerradas, así que Martin recurre en ellas de nuevo al freno de mano. La excelsa motricidad del sistema de tracción total permanente hace el resto, saliendo de cada giro con abundante tracción. En este último aspecto, son los diferencia­les autoblocan­tes delantero y trasero los que se encargan de que no se desperdici­en los 275 CV y 420 Nm, trasladánd­olos a la tierra con sorprenden­te eficacia.

Llegamos al final del tramo y comenzamos la segunda vuelta, así que lo que nos queda es una sucesión de todo lo visto hasta ahora, con saltos, golpes, derrapes, sacudidas, frenadas de infarto y mucho polvo. Quizá la parte más rica de la experienci­a sea comprobar en primera persona los beneficios materiales de un buen sistema de tracción total y de una estudiada puesta a punto a nivel de chasis y suspensión, porque el coche parece verdaderam­ente imbatible sobre tierra, y eso que se encuadra en la categoría WRC-2, es decir, la que se emplaza justo por debajo de los WRC.

¿Te soy sincero? Me habría encantado contarte todo esto desde el asiento del piloto. Pero bueno, hay que valorar el privilegio de poder haberlo hecho desde sólo unos centímetro­s más a la derecha y, a decir verdad, el Fabia R5 proporcion­a sensacione­s tan nítidas – como coche de carreras que es– que he podido empaparme de muchas de ellas sin necesidad de haberlo conducido. El joven Martin Kociˇ continúa su progresión como piloto de rallyes de Skoda Motorsport, mientras que el sueco Pontus Tidemand, un piloto un poco más veterano, lidera el campeonato WRC-2 con este coche. A ver si, con suerte, lo gana tal y como todo apunta y Skoda Motorsport lo celebra con una tercera toma de contacto en la que podamos contarte sensacione­s desde el volante. Por soñar, que no quede.

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 ??  ?? Arriba: El eslovaco Martin Koči pilota el Skoda Fabia R5 del equipo semi-oficial Styllex-Lracing en diversos campeonato­s de rally, incluyendo el WRC-2. Derecha: El interior cuenta con dos baquets en posición retrasada para favorecer el reparto de pesos...
Arriba: El eslovaco Martin Koči pilota el Skoda Fabia R5 del equipo semi-oficial Styllex-Lracing en diversos campeonato­s de rally, incluyendo el WRC-2. Derecha: El interior cuenta con dos baquets en posición retrasada para favorecer el reparto de pesos...
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Justo arriba: Junto a la palanca de cambio se sitúa el freno de mano hidráulico, del que se tira para tomar las curvas más cerradas. Arriba: Después de una etapa sobre tierra, entra barro hasta en el último recoveco del vehículo, lo cual complica un...

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