EVO (Spain)

Albert Llovera “piloto”

- Te x to: Antonio Rodr í gue z ‘ Toñe jo’ R R 23

SENTADO CON LOS AMIGOS, en el portón trasero de un impresiona­nte GMC Yukon 4x4, una tarde cualquiera de hace muchos años en el madrileño Paseo de la Habana de Madrid, hablando, como de costumbre, de motos, coches y carreras… se nos unió al grupo mi querido amigo Gonzalo de la Cierva. Éste nos explicó muy emocionado que acababa de conocer a un esquiador olímpico andorrano que, durante una competició­n, se había roto la espalda al cruzarse en su camino un juez de pista y, desde entonces, se dedicaba a competir en carreras de coches. Nos dijo que iba a patrocinar­le para que consiguier­a sus objetivos y nos invitó a verle correr. Su nombre; Albert Llovera. En ese momento, me pareció una acción grandiosa por parte de Gonzalo, pero internamen­te pensaba; volante, caja de cambios, tres pedales… uff, que complicado debe ser.

Está claro que cuando te dedicas a la competició­n, independie­ntemente de la modalidad, el destino puede hacerte alguna que otra triquiñuel­a y provocar que “te tengas que mover de otra manera”. En mi caso, alguna vez pensé que podría sufrir alguna lesión, pero al ponerme el casco para competir, cuando daban el banderazo de salida, se me olvidaban todos esos pensamient­os y me concentrab­a en correr y disfrutar.

Le pregunté a Gonzalo, ¿qué tal va? Y me respondió que iba muy fuerte, pero que al llevar los mandos adaptados perdía un segundo por vuelta. Pensé, “un segundo, no está mal para llevar un coche con las manos”. Tras aquella conversaci­ón, Albert Llovera se convirtió en un valiente para mí y comencé a seguirle.

Unos años después, me encontraba en un hospital en Barcelona en la misma situación que estuvo él.

Mi médico, el doctor Albert Borau, me había hablado de Llovera quién no conoce a un personaje con ese carisma; y sí, yo también tuve la suerte de conocerle y de entablar una buena amistad con él. Albert me vino a visitar a la habitación y le conté lo que quería hacer, y él me explico cómo eran las carreras de coches y demás. Soy conocedor de que este privilegio no sólo lo he tenido yo, Albert suele visitar a todos lo que hemos sufrido una lesión de esta magnitud. Sé que le dio todo el cariño y todo su saber a Isidre Esteve o Joan Lascorz, entre otros pilotos. Cuando salí del hospital, le llamé porque quería instalar mandos en un coche que tenía y él se encargó de hablar con la fábrica para que me trataran de una forma especial. ¡Muchas gracias, Albert! Desde entonces, y de eso hace 23 años, Llovera y yo hemos estado siempre conectados de alguna u otra manera.

Albert todo lo hace rápido y bien. No me acuerdo de las temporadas que lleva corriendo, y tampoco voy a empezar a buscarlas como si fuese conocedor de toda su extensa y exitosa carrera deportiva, pero mucho más intensa es su vida diaria. Siempre que hablo con él está viajando o preparando un viaje, y si coincidimo­s en algún sitio es porque está de paso o dando alguna conferenci­a. “Se mueve más que los precios”. En estos momentos está preparando su próxima participac­ión en el Rally Dakar, lo vi en una red social y estaba contento porque seis meses antes ya tenía el presupuest­o para hacerlo. En el último MotoGP de Austin, conocí a su hija Cristina, también deportista olímpica y no puede negar quién es su padre pues tiene la misma mirada de… no hay rendición.

Nunca me ha gustado la palabra “superación”, me gusta mucho más el termino “ilusión”, que es el que tenemos todos los que somos y nos sentimos pilotos. Lo que no sabéis la mayoría, es que al estar en una silla de ruedas y pilotar en carre- ras, no tienes el tacto en el culo ni en la espalda y menos aún cuando el coche se pone de lado. No te puedes relajar ni un momento, pues llevar el coche con las manos es extremadam­ente complicado; y más aún cuando la lesión es una dorsal tres ( justo encima del pecho) que obliga a hacer un esfuerzo extra con los hombros y brazos. Sí, así es como pilota Albert. Me acuerdo cuando me llamó para decirme que se iba al Dakar en camión, y le dije, no te preocupes, en tres días lo llevas como un Smart, y así fue.

He querido dedicarle a Albert estas líneas por ser como es, un tipo con una calidad humana fuera de serie, siempre dispuesto a ayudar a todo el que se lo pida aunque en ocasiones esté fuera de su alcance. Cuando me hacen entrevista­s, siempre digo que voy a ser el más rápido del asilo, pero creo que deberé entrenar mucho más para ponerme en forma y poder competir con alguna esperanza de éxito contra Albert, aunque él tiene un extra pues su silla está hecha a medida y es mucho más rápida. Jajaja. Pero tranquilos que voy a ahorrar para tener una igual de veloz. “Larga vida a los pilotos como él” y ¡ya sabes que te espero para navegar en moto de agua contigo y con tu hija por Miami!

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