EVO (Spain)

Ford Fiesta 1.0 125 vs Seat Ibiza 1.0 TSI 115

El Ford Fiesta y el Seat Ibiza acaban de renovarse y se han convertido en los dos cocos del segmento de los urbanos. Hasta que lleguen sus versiones más deportivas, estas nos permitirán hacer alguna que otra diablura.

- M. Tineo

MI PRIMER COCHE FUE un Ford Fiesta. Era un 1.4 CLX de 1990, con cinco puertas. Supongo que, por eso, le tengo tanto cariño al Fiesta. Así que, cuando hace poco más de un mes conseguimo­s ganar las 24 Horas Ford con la Fundación NIPACE y, precisamen­te, con un Fiesta de última generación, me sentí especialme­nte feliz.

Pocos días después de aquella victoria, ese mismo Fiesta 1.0 EcoBoost 125 Titanium de las 24 Horas Ford cayó en nuestras manos para hacer una prueba por carretera. Y, con ese palmarés, nada mejor que compararlo con el otro urbano que está más de moda en este momento: el Seat Ibiza FR 1.0 TSI 115.

Sí, el acabado ideal para enfrentars­e a un Ibiza FR habría sido un Fiesta ST-Line, pero la victoria del Jarama en las 24 Horas Ford pesaba demasiado. Además, aún recuerdo lo bien que iba el chasis de este Fiesta Titanium en aquella carrera, por lo que no tardamos en ponernos en marcha hacia algún sitio escondido y con el menor tráfico posible para hacer esta comparativ­a.

Decidí comenzar por el Ford Fiesta. Como te comentaba, el acabado Titanium es, por decirlo de alguna manera, como la opción intermedia de la gama aunque con algunos detalles deportivos a la par que elegantes, como las llantas de 16” –nuestra

unidad equipaba las de 17” con unos excelentes Michelin Pilot Sport 4; 200e– o el pequeño alerón trasero.

En el interior, lo más llamativo es un novedoso diseño mucho más moderno y funcional. El ordenador de a bordo en color o la pantalla táctil central dotan al nuevo Fiesta de una imagen mucho más cool que la que tenía su antecesor, que en este apartado se había quedado claramente descolgado frente a su competenci­a. Por calidad, el Fiesta también ha dado un pasito adelante, situándose entre los mejores generalist­as en este apartado. A grandes rasgos, el puesto de conducción está bien resuelto, y no es demasiado complicado encontrars­e a gusto a los mandos del Fiesta.

En marcha, el motor 1.0 EcoBoost turbo de 125 CV se muestra especialme­nte volutarios­o a bajo y medio régimen, por lo que resulta bastante agradable para moverse con agilidad en ciudad con un consumo relativame­nte contenido. Cuando intentas apurar alguna de sus seis marchas hasta las 6.000 rpm, cifra en la que entrega su potencia máxima, te encuentras con una parte alta del cuentavuel­tas correcta, con un buen empuje, pero quizá no tan explosiva como sí lo parecía a eso de las 3.000 rpm. Aún así, con una aceleració­n de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos, este Fiesta tiene unas prestacion­es bastante dignas para un urbano de 4,04 m de largo y 1.164 kilos de peso. ¿Qué más quieres por un contenido y razonable precio 16.495e?

El Fiesta se mueve bien por autopista y en las vías rápidas, donde con la suspensión del acabado Titanium se muestra más cómodo que aplomado. De hecho, cuando coges algún bache en pleno apoyo, notas que la suspensión se toma un poco más de tiempo para comprimirs­e y extenderse, y eso se traduce en unas reacciones un poco menos ágiles de lo que uno espera. En el Jarama, con un asfalto perfecto, esto no era un mayor problema. Pero el asfaltado de las carreteras españolas no es, ni por asomo, como el de un circuito...

Pese a ello, el chasis del Fiesta sorprende porque cambia de dirección con cierta facilidad, y no cuesta notar cómo el eje trasero te ayuda a redondear las curvas a poco que juegues con la presión sobre el pedal del acelerador en pleno apoyo.

La dirección, por su parte, se muestra un poco más asistida de la cuenta. Por eso, y aunque es muy precisa, le falta transmitir un pcoo más de informació­n. Y los frenos, que ahora ya han cambiado los de tambor traseros por unos de disco, cumplen con bastante dignidad incluso por resistenci­a, y eso que el día de la prueba la temperatur­a ambiente no bajó de 350C.

Con todo, me quedé con las ganas de saber cómo iría este Fiesta con el acabado ST-Line, pues además de una estética más deportiva, esta terminació­n incluye una suspensión un 15% más firme y 15 mm más baja. Así que, ya con las fotos terminadas, le pedí a nuestros amigos de Ford que si podían dejarnos un ST-Line. Por carrocería y motor no casaba

‘En el Fiesta ST-Line, la suspensión cambia por completo y tu confianza crece de forma exponencia­l’

con las caracterís­itias del Ibiza de esta comparativ­a, pero esa unidad sí me sirvió para comprobar que, con esa suspensión, el Fiesta es otra cosa. Pierde un poco de comodidad, cierto, pero los cambios de apoyo se completan mucho antes, se filtran mejor las irregulari­dades del asfalto y tu confianza al volante crece exponencia­lmente a la hora de ir deprisa. Es, en pocas palabras, un modelo más ágil, más preciso y, sobre todo, más deportivo y divertido. Y todo por unos miserables 400e más sobre la versión Titanium.

Con mi curiosidad satisfecha y con la clara referencia de las dos suspension­es, a los dos días volví a la zona de la prueba con el Seat Ibiza FR 1.0 TSI 115. La verdad es que, si el Fiesta ofrece un puesto de conducción y un espacio interior de gran nota, el Ibiza es incluso un poquito mejor.

Lo cierto es que, al poco tiempo de comenzar a circular, uno tiene la sensación de que este Ibiza es más coche que el Ford. Por momentos, hasta tienes piensas que estás a los mandos de un León. Pero, claro, cuando compruebas que un Seat Ibiza como el de esta prueba arranca en los 19.030e –y que esta unidad, en concreto, ronda los 25.000e...– piensas aquello de que: “con buen lápiz, buenas cartas se escriben”. O algo así.

Independie­ntemente de eso, el motor 1.0 TSI de 115 CV es menos potente que el del Fiesta y su peso es casi el mismo –1.140 kilos–, pero su respuesta es un poco más instantáne­a al acelerar y, en la parte alta del cuentavuel­tas, también se muestra más voluntario­so. Según las cifras oficiales, este Ibiza tarda 9,3 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, y eso es 0,6 segundos menos que el Fiesta. No lo discuto. Pero, después de conducirlo­s, casi me parece que esa diferencia se queda corta. Además, su cambio manual de seis marchas tiene un tacto aun más suave y preciso que el del Fiesta, y juguetear con él para sacarle todo el jugo al pequeño 1.0 TSI es un ejercicio

de lo más recomendab­le para bajar los niveles de estrés.

En cuanto al comportami­ento, hay que tener en cuenta alguna que otra considerac­ión de vital importanci­a. La primera es que este Ibiza está creado sobre la plataforma MQB A0. Y es buena. Muy buena. Además, a eso hay que sumar que este Ibiza lleva la suspensión adaptativa con dos niveles de dureza, que vale sólo 280e. En el Fiesta, no es posible montarla. Y no sólo eso: el Fiesta no tiene una plataforma tan novedosa como la del Ibiza. En realidad, el Ford estrena una profunda evolución del chasis del anterior Fiesta, algo que por otro lado no está nada mal, pues debo recordarte que todavía hoy estamos esperando a que alguien presente un urbano con chasis mejor que el del Ford Fiesta ST...

Independie­ntemente de eso, y comparado con el Fiesta Titanium de esta prueba, este Ibiza es igual de cómodo y, en curva, resulta mucho más estable y preciso. Frente al ST-Line, el Ibiza es más cómodo, pero en términos de agilidad la cosa se iguala bastante. Es más, hasta me atrevería a decir que el Ford Fiesta ST-Line es, en este aspecto, aun más divertido que el Seat Ibiza.

Y es que el Ibiza es más eficaz. Y más estable. Y más noble. Y más predecible. Es un coche del Grupo VAG en el más amplio sentido de la palabra, y eso significa que, básicament­e, sólo tienes que preocupart­e de frenar en el momento oportuno, trazar por el lugar adecuado y ponerte acelerar en cuanto te dé la gana. Es tan fácil de llevar y transmite tanta confianza que sabes que todo saldrá bien, independie­ntemente de lo rápido que vayas. Pero, cuando quieres irte de fiesta, seguro que prefieres hacerlo con un amigo con el que reírte y que haga alguna que otra locura; al fin y al cabo, esas anécdotas serán las que recuerdes cuando tengas 70 años...

Con todo, está claro que el Ibiza es mejor coche. De acuerdo. Pero teniendo en cuenta lo bien que te lo puedes pasar con un Ford Fiesta ST-Line –y mejor que con el Ibiza– por muuuuucho menos dinero, estoy convencido de que estaremos de acuerdo en que el Ford es el justo ganador de esta comparativ­a.

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