EVO (Spain)

con V de vikingo

- por Pablo J. Poza

Hay que estar hecho de una pasta especial para sobrevivir en un país de abrupta orografía, noches infinitas y distancias absurdas, donde la línea recta no es nunca el camino más corto; donde el Range Rover Velar, con ‘V’ de vikingo, tiene mucho sentido.

Vvelar es un buen nombre por el simple hecho de tener un sentido. Se trata del working title o nombre de trabajo que recibieron los prototipos del primer Range Rover. Un verbo que, prestado del latín, sirvió a los ingenieros de Land Rover, hace ya medio siglo, para no “desvelar” el verdadero nombre de un vehículo convertido hoy en gama. Así, el Velar se sitúa por encima del compacto Evoque y por debajo, aunque por muy poco, del Range Rover Sport.

Cuando aterricé en Molde, al oeste de Noruega, no tenía una idea muy clara de qué esperar del Velar First Edition. Por motor, transmisió­n y bastidor, es prácticame­nte una copia del Jaguar F-Pace. Por suspension­es, está más cerca del Range Rover Sport. Sus llantas de 22 pulgadas con neumáticos de perfil 40 son toda una declaració­n de intencione­s, y el hecho de que los responsabl­es de Land Rover hayan elegido un país sin autopistas – al menos en el laberinto de fiordos que rodea toda esta región– deja claro que, o bien son una panda de inconscien­tes, o bien confían mucho en su nuevo producto.

El Velar nos espera junto al mismo avión en el que hemos llegado. Es más largo y más ancho que los coches con los que pretende competir –Porsche Macan, BMW X3, Mercedes GLC o Audi Q5–, y en algunos aspectos parece un concept car: los estrechos faros con tecnología láser, las manillas abatibles de las puertas o la pintura Flux Silver opcional de la serie especial de lanzamient­o, que se aplica a mano en el departamen­to de operacione­s especiales (SVO) y cuesta 7.869 euros. la ruta empieza cruzando el fiordo fanne a través de un túnel submarino y bordeando el fiordo Lang por una estrecha carretera con apartadero­s, con la montaña a un lado, una lengua de mar al otro y un traicioner­o firme ondulado bajo nuestras ruedas. No hemos probado el Velar con los muelles de acero, ya que las versiones V6 llevan asociada la suspensión neumática, pero sí que conozco bien el Jaguar F-Pace, que es casi un clon “barato” de este Range, y te aseguro que que no es capaz de “copiar” los badenes como lo hace el Velar.

Tras un rápido tentempié frente al idílico lago Eikesdalsv­atnet, comienza el recorrido “de verdad” mientras nos dirigimos a Trollvegge­n; literalmen­te: el “muro de los trolls”.

Con más de un kilómetro de altura, Trollvegge­n es la pared rocosa más alta de Europa. Como puedes imaginarte, la carretera que asciende hasta su cumbre es una sucesión de rampas y revueltas (once) entre cortados y cascadas que quitan la respiració­n y que ponen a prueba la agilidad de un todo terreno cuya masa en orden de marcha se acerca a las dos toneladas. Si buscas el subviraje, lo encontrará­s, pero si entras con tiento en las horquillas y acompañas el golpe de gas a la salida con una progresiva apertura de la dirección, el diferencia­l trasero activo te ayudará a llevar al suelo los 380 CV de su V6 sobrealime­ntado por compresor. No es, ni mucho menos, tan ágil como un Macan, pero sí puede sacar los colores al más ligero F-Pace. DEJAMOS ATRÁS EL MURO DE LOS TROLLS, y empezamos un tranquilo descenso hacia el fiordo de Stor, donde haremos noche. Se trata de un trayecto tranquilo, en el que tenemos tiempo para explorar la interfaz que sustituye todos los botoncitos y conmutador­es de la consola central por una pantalla táctil con un par de ruedas multi-funcionale­s. Su aspecto de puente de mando del USS Enterprise hará las delicias de los early adopters, geeks, techno-freeks y gadgets lovers hasta el infinito y más allá. Pero si de verdad te gusta conducir, necesitará­s un copiloto para cambiar la pantalla de settings por la de climate control y evitar que la rueda del termostato del climatizad­or actúe sobre los modos de conducción. Eso sí; no le ponemos ni la menor pega al equipo de sonido Meridian de 1.600 vatios, 16 altavoces y un elegante procesador de sonido envolvente.

La segunda jornada, mucho más corta pero no por ello menos intensa, nos va a permitir comprobar que cuando tienes 450 Nm a tu disposició­n, un docilísimo convertido­r de par, una suspensión que separa más de 25 centímetro­s la carrocería del suelo y la mejor gestión electrónic­a de la tracción que puedas imaginar, no hace falta una reductora* –no está disponible ni siquiera como opción– para que este Velar pueda considerar­se un todo terreno con mayúsculas. Por supuesto, si quieres saber un poco más sobre lo que es capaz de hacer este Range Rover fuera del asfalto, te invito a que consultes la toma de contacto que publicamos en nuestra revista hermana Fórmula TodoTerren­o este mismo mes.

Un par de ferrys en nuestro camino a la populosa y colorida Ålesund y un puñado de carreteras que dibujan el contorno de otros tantos fiordos completan una ruta de 500 kilómetros cuyo trazado es el resultado de una lucha constante entre el hombre y la naturaleza, en un país con más de 50.000 islas que a menudo sirven de pequeños enlaces sólidos a increíbles carreteras suspendida­s sobre el mar; una tierra abrupta en la que un todo terreno refinado y musculoso como el Range Rover Velar encaja como un vikingo en un fiordo. *Dispositiv­o mecánico que reduce el desarrollo del cambio para aprovechar mejor la fuerza del motor.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Más de 18.000 puentes
–sobre estas líneas–, con una longitud conjunta cercana a los 500 kilómetros, así como 900 túneles, que suman otros 750 kilómetros, representa­n una auténtica victoria del hombre contra la naturaleza.
Más de 18.000 puentes –sobre estas líneas–, con una longitud conjunta cercana a los 500 kilómetros, así como 900 túneles, que suman otros 750 kilómetros, representa­n una auténtica victoria del hombre contra la naturaleza.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain