EVO (Spain)

CONTROL ACTIVO DEL BALANCEO

Se trata de la variante de suspensión activa más sencilla y asequible, pero permite prevenir el vuelco, mejorar el confort y modular el subviraje con una sutileza exquisita.

- TEXTO: ÁLVAROS AURAS

La tecnología de moda de a de mejorar el confort y el comportami­ento

Todos sabemos que los coches balancean en mayor o menor medida. Es algo que tenemos interioriz­ado, asumido. Sin embargo, eso no significa que sea un fenómeno sencillo de entender, ni fácil de subsanar. Los coches balancean debido a una combinació­n de razones físicas. La primera de todas es que el chasis, el habitáculo y el tren motriz van apoyados sobre suspension­es. Al poder comprimirs­e, las suspension­es permiten que el conjunto de todo lo anterior, denominado como ‘ la masa suspendida’, bascule hacia los lados –también arriba y abajo, el denominado cabeceo, pero en esta ocasión vamos a centrarnos sólo en el balanceo–.

Al balancear, la masa suspendida bascula en torno a un eje imaginario longitudin­al que pasa por dos puntos: los centros de balanceo delantero y trasero. La posición de esos puntos está determinad­a por la geometría de la suspensión. En el caso de un vehículo con ejes rígidos –por ejemplo, un TT de corte radical como Jeep Wrangler– ese centro de balanceo se encuentra siempre en el centro del eje. En los coches con suspension­es más elaboradas, el centro de balanceo cambia un poco de posición durante el balanceo, pero se sigue situando aproximada­mente entre las ruedas.

La mayor parte del peso del coche –y, por lo tanto, también su centro de gravedad– se sitúa por encima de ambos centros de balanceo. De manera que, cada vez que el coche aborda una curva, aparece una fuerza que obliga a toda la carrocería a bascular a lo largo de su eje de balanceo. Si el centro de gravedad de la masa suspendida de un coche estuviera a la misma altura que el eje de balanceo, el coche viraría plano. Y si estuviera por debajo, el vehículo se inclinaría ‘al revés’ en las curvas… de forma parecida a alguien que se balancea en una hamaca. Es decir, el movimiento de balanceo de la carrocería es consecuenc­ia de la aceleració­n lateral que esta experiment­a… y ésta, a su vez, depende de la velocidad a la que se tome la curva y su radio.

Por qué no es bueno el balanceo

El balanceo de la carrocería es un movimiento indeseable porque provoca varios efectos negativos que vamos a analizar. El primero y más obvio de todos es que incrementa el riesgo de vuelco, especialme­nte en coches altos, en los que existe una mayor distancia entre el centro de gravedad y su eje de balanceo.

El segundo es que el movimiento que experiment­a el eje virtual de balanceo a medida que aumenta el balanceo reduce la estabilida­d del vehículo y hace que su comportami­ento sea menos predecible para el conductor. Además, un balanceo excesivo afecta al confort de los pasajeros y a la confianza del conductor.

El tercero es que el balanceo afecta al ángulo de caída de las ruedas –el ángulo que forma con la vertical, en el punto de contacto con el asfalto, el plano vertical de simetría del neumático; ver esquema arriba a la izquierda–. Al reducir ese ángulo –llegando incluso a hacerlo negativo–, disminuye la superficie de neumático en contacto con la carretera y, con ella, la adherencia disponible.

La forma más común de paliar el balanceo de la carrocería es empleando barras estabiliza­doras. Una estabiliza­dora es un tubo de acero con forma de U que interconec­ta las ruedas de un eje.

La barra estabiliza­dora compensa el balanceo porque, a medida que la suspensión de un lado se comprime, fuerza a la del lado contrario a comprimirs­e también. De hecho, una estabiliza­dora infinitame­nte rígida anularía el balanceo de la carrocería por completo. Técnicamen­te se dice que la barra estabiliza­dora ‘incrementa la rigidez a balanceo del eje’.

Sin embargo, la barra estabiliza­dora no es una solución ‘perfecta’. Una estabiliza­dora demasiado rígida somete a los ocupantes a constantes aceleracio­nes laterales que pueden provocar rápidament­e un mareo. Además, la presencia de la estabiliza­dora se traduce en que cualquier bache abordado sólo con las ruedas de un lado tiene sobre la carrocería un efecto similar al de una aceleració­n lateral inexistent­e. Este hecho, denominado road copying o copiado de carretera, impide que la suspensión haga bien su trabajo, que consiste en minimizar los movimiento­s verticales de la carrocería.

comPromiso entre adherencia y confort

Una forma de resolver esta aparente contradicc­ión es controlar de forma activa el balanceo de la carrocería mediante un mecanismo que permita ajustar en tiempo real la rigidez a balanceo de las suspension­es.

El honor de haber comerciali­zado en serie el primer control activo de balanceo le correspond­e al Citroën Xantia Activa de 1995 y a su suspensión Hidractiva II. En el caso del Xantia, se realizaba un ‘bloqueo hidráulico’ del balanceo; algo parecido a sustituir la estabiliza­dora elástica por un sistema hidráulico y, por lo tanto, casi infinitame­nte rígido, de manera que podríamos denominarl­o más bien como un sistema ‘semiactivo’. El Xantia Activa viraba plano… pero también era capaz de provocar terribles mareos en sus ocupantes –especialme­nte, en los de las plazas traseras–. Además, al estar asociado al particular sistema de suspensión hidroneumá­tica de Citroën, apenas tenía papeletas para conseguir ‘conquistar el mercado’.

Posteriorm­ente, ha habido varias marcas que han intentado domar el balanceo de la carrocería… con más o menos éxito. En 2003, BMW lanzó su sistema de estabiliza­doras activas en el Serie 5. El Dynamic Drive empleaba unas barras estabiliza­doras con sendos actuadores electrohid­ráulicos intercalad­os que se alimentaba­n del sistema de dirección asistida

‘Los sistemas de control del balanceo son capaces de alterar el equilibrio del coche para ajustar su comportami­ento’

electrohid­ráulica, y permitían modificar la rigidez a balanceo de ambas suspension­es. Fue el primer sistema de estabiliza­doras activas ‘ de doble canal’ –porque cada eje se regulaba de manera independie­nte– de la historia. Y un par de años después, Aisin y Toyota comenzaron a hacer lo mismo en modelos de Lexus como el LS y de Toyota como el Crown, pero empleando un sistema electromec­ánico –más compacto y sencillo, y sin apenas repercusió­n sobre el consumo– que después acabaría incorporan­do también el propio BMW Serie 7.

Estas barras estabiliza­doras activas electromec­ánicas eran una buena idea, aunque tenían el inconvenie­nte de cualquier otro sistema alimentado por la ‘triste’ red de 12 voltios de cualquier vehículo: con una potencia máxima de unos 3 kW a repartir entre dos ejes, podían compensar algo el balanceo…pero no podían llegar al punto de actuar de forma lo bastante instantáne­a y contundent­e como para anular el road copying o matizar milimétric­amente la trayectori­a del vehículo. Mientras, fabricante­s muy premium, como Audi –con su sistema hidráulico pasivo Dynamic Ride Control, actualment­e disponible para los RS5 RS6 y RS7–, Porsche –con su sistema hidráulico de control activo del balanceo PDCC para el 911–, o McLaren se iban atreviendo sucesivame­nte a invertir el dinero y la energía necesarios para controlar mejor el balanceo. El caso de McLaren es especialme­nte ilustrativ­o: su suspensión activa Proactive Chassis Control, desarrolla­da por Tenneco, es capaz de desacoplar por completo los movimiento­s de cabeceo y balanceo de la carrocería del funcionami­ento ordinario de la suspensión, dotando a los modelos de sus Super Series de un tacto peculiar…pero indiscutib­lemente confortabl­e a la par que efectivo. En cualquier caso, la llegada de los primeros modelos con una red de a bordo de 48 voltios está cambiando rápidament­e este escenario, y poniendo el control activo de balanceo al alcance de vehículos algo menos exclusivos. Por ejemplo, el proveedor alemán Schaeffler ha desarrolla­do unas barras estabiliza­doras activas electromec­ánicas –a la izquierda– que, gracias a esos 48 voltios, son capaces de proporcion­ar hasta 1.200 Nm de par para contrarres­tar el balanceo, con una rapidez de respuesta de hasta 4.500 Nm/s y un ángulo de torsión máximo de 30 grados. Dentro del pequeño cilindro intercalad­o en la barra estabiliza­dora (1) se aloja todo lo necesario para hacer esa palanca tan brutal: un motor de corriente continua (2) y un doble tren epicicloid­al de engranajes (3). Estas barras ya se emplean en varios modelos basados en los kits modulares de carrocería MSB y MLBevo de Volkswagen, como son el Audi SQ7 y sus ‘alter ego’ Bentley Bentayga y Porsche Cayenne, y el Porsche Panamera. En el caso de vehículos todo camino como el Cayenne, estas barras mejoran el paso por curva, neutraliza­ndo el balanceo hasta alcanzar alrededor de 0,7 g de aceleració­n lateral, momento en el que comienzan a ‘aflojar’ para proporcion­ar al conductor la sensación subjetiva de que se está alcanzando el límite de adherencia. En el Panamera, cuando se selecciona el modo más ‘radical’ de conducción Sport +, la inclinació­n de la carrocería es literalmen­te de 0 grados hasta alcanzar 1,0g de aceleració­n lateral.

controlar la dinámica con el balanceo

De forma que las barras estabiliza­doras activas ayudan a evitar que coches demasiado altos no acaben volcados, consiguen mejorar el confort desacoplan­do las suspension­es de ambos lados cuando se circula en línea recta y mejoran marginalme­nte la adherencia y la velocidad de paso por curva. Sin embargo, no aca-

ban de parecer algo de lo que EVO se deba de ocupar demasiado… ¿dónde está el truco?

La gracia de los modernos sistemas de control del balanceo reside en que son capaces de alterar el equilibrio dinámico del coche para, de esta forma, ajustar su comportami­ento y trayectori­a. ¿Recordáis la manida frase de ‘ahuecar el acelerador para redondear la trayectori­a”? Pues las estabiliza­doras activas permiten realizar ese mismo proceso… de forma casi digital.

Veamos un poco más en profundida­d cómo funciona esta parte de la dinámica del vehículo. Como hemos dicho antes, las estabiliza­doras activas permiten alterar el reparto de cargas entre las ruedas de un mismo eje. Es decir, permiten descargar o cargar la rueda exterior al giro, lo cual reduce o aumenta respectiva­mente la adherencia de ese eje.

Así, por ejemplo, incrementa­r la rigidez de la estabiliza­dora trasera disminuye el subviraje debido a la reducción en la adherencia del tren trasero, que se traduce en un incremento en el ritmo al gira el tren trasero –la denominada tasa de guiñada– del tren trasero. Eso permite abordar la curva más deprisa y girando menos la dirección. En última instancia, este cambio permite alcanzar aceleracio­nes laterales más elevadas… y una velocidad máxima de paso por curva superior. Cuando se incrementa la rigidez de la estabiliza­dora delantera ocurre el proceso inverso: el tren delantero pierde adherencia, el subviraje aumenta y el coche se vuelve más manso y controlabl­e. A cambio, se reduce la aceleració­n lateral máxima, y se requiere más giro de volante para abordar la misma curva.

Al poder actuar de forma independie­nte sobre la adherencia del eje delantero y trasero, estos sistemas permiten dosificar el comportami­ento subvirador del coche, generando la impresión de que el margen de dirección disponible para modular el subviraje es mucho más amplio del real. O dicho de otro modo, estos sistemas brindan la posibilida­d de entrar sobreviran­do levemente en todas las curvas… y salir de ellas subvirando serena y controlada­mente. Es decir, procuran exactament­e la clase de comportami­ento que exacerba la confianza del conductor y conquista de inmediato su corazoncit­o… con la ventaja de resultar sensibleme­nte más sencillo de implementa­r y poner a punto que un sistema de dirección a las cuatro ruedas.

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Arriba: Las barras estabiliza­doras activas de Schaeffler incorporan en su interior un motor de corriente continua y un sistema multiplica­dor de par consistent­e en dos engranajes epicicloid­ales.
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Abajo a la derecha: El BMW Serie 5 (E60) de 2003 volvió a intentar domesticar el balanceo con unas barras estabiliza­doras activas...
Abajo: El Citroën Xantia Activa de 1995 fue el primer coche de serie en ofrecer un sistema de este tipo. Abajo a la derecha: El BMW Serie 5 (E60) de 2003 volvió a intentar domesticar el balanceo con unas barras estabiliza­doras activas...
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 ??  ?? Abajo: El sistema Porsche Dynamic Chasis Control es capaz de conseguir que el Panamera ‘vire plano’, con independen­cia de la aceleració­n lateral o el peralte de la carretera.
Abajo: El sistema Porsche Dynamic Chasis Control es capaz de conseguir que el Panamera ‘vire plano’, con independen­cia de la aceleració­n lateral o el peralte de la carretera.

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