PRESTACIONES
El Golf con su tracción total, la transmisión automática de doble embrague y su sistema de launchcontrol, es un disparo saliendo desde parado. Selecciono el modo Sport del ESP, mantengo el coche sujeto pisando el freno y acelero a fondo. Después de soltar el freno, el R parece tomarse una brevísima pausa para coger aire y salir como una bala hasta alcanzar los 100 km/h en apenas 4,6 segundos. A partir de esa velocidad, el VW acelera con una energía que sus rivales no son capaces de igualar. La caja de cambio mete marchas muy rápido y el Golf gana velocidad sin aparente esfuerzo.
Arrancar rápido con el Renault y el Honda requiere un par de ensayos para encontrar la técnica perfecta. El Mégane resulta más dramático, derrapando de delante y mostrándose más brusco en la transición de primera a segunda velocidad, con apreciables sacudidas en la transmisión. La sensación de empuje es brutal y alcanza los 100 km/h en 6,1 segundos.
Salir con el Civic exige una menor tortura mecánica, en parte porque el motor dos litros turbo no pasa de 3.500 rpm en parado. Aun así, es suficiente para que, con un poco de deslizamiento de las ruedas delanteras, alcance los 100 km/h 0,2 segundos más rápido que el Renault.
Una vez lanzados, las diferencias entre estos tres coches se reducen considerablemente, aunque por lógica el Mégane queda un poco por detrás en las recuperaciones debido a su menor potencia –eso sí, hablamos de décimas–.
Viendo su despliegue en la prueba de aceleración, llama la atención encontrar al Golf en el último lugar en la maniobra de frenada. Su mejor y peor distancia son las más largas de los tres, y el pedal se quedaba demasiado esponjoso después de cuatro frenadas; de hecho, tras diez maniobras de detención, el pedal llegaba hasta la moqueta y salía humo de las pastillas. Por el contrario, el pedal del Renault se empezó a ablandar a partir de la séptima frenada, y sólo el sonido de fricción te hacía entrever que los frenos Brembo estaban más calientes de lo normal.
Por poco, el mejor en esta maniobra ha sido el Honda. Sus distancias de frenada se alargaban un poco en cada ejercicio, pero el pedal permaneció firme y los frenos siempre transmitían disponer de suficiente mordiente, incluso después de la décima pasada.
El VW acelera con una energía que sus rivales no son capaces de igualar