CIRCUITO
El primero en rodar en el circuito es el Golf. Modo Race encendido, ESP desconectado y la palanca del cambio bloqueada para usarla manualmente. Las impresiones iniciales son buenas, con un buen nivel de tracción a la salida de la horquilla Hangar y con un gran tacto de la dirección. Sin embargo, la suspensión se muestra un poco blanda para este entorno... y socava las posibilidades del Golf en circuito cuando aumentamos el ritmo. No es su lugar favorito. Con los amortiguadores pasivos que vienen de serie, el R se inclina más de lo esperado, y la buena mordida inicial de los neumáticos Bridgestone se desvanece poco a poco; particularmente en la rápida curva Palmer y en el cambio de dirección Pif-Paf. Esto fuerza al conductor a esperar un poco antes de volver a pisar el acelerador. El Golf consigue un mejor tiempo de 1:27.7 en su primera vuelta lanzada; en los siguientes intentos no mejora, con los neumáticos y frenos demasiado sobrecargados como para exigirles bajar alguna décima.
De forma instantánea, el Mégane sí que parece más preparado para este reto, con su dirección con más peso, su rigidez y su buena compostura en las curvas. Con el sistema de cuatro ruedas motrices en su modo de máxima alerta o Race, el Renault inicialmente se percibe demasiado ágil, ya que la combinación de neumáticos fríos con la agresividad de movimientos de la parte trasera provoca la sensación de estar siempre al límite del sobreviraje. La cosa se calma bastante cuando los neumáticos cogen temperatura, pero la sensación de que la parte posterior es la que domina el comportamiento general del coche nunca desaparece. De todas formas, una vez aprendes a confiar en que el agarre está ahí,
el Renault pasa por las curvas a una velocidad endiablada –es el más rápido en las eses de Beckham y en O’Rouge–. También tiene sus ventajas en las zonas más lentas, ya que el Mégane registra una velocidad mínima más alta y consigue salir de los giros más recto, lo que le permite al diferencial trabajar de manera más efectiva, encontrando tracción donde el Honda derrapa con la rueda delantera interior. Con un tiempo de 1:26.3, demuestra que es un automóvil realmente efectivo.
El Honda está en un circuito como en su casa. Una respuesta más perezosa del acelera-
Es el chasis lo que hace realmente especial al Type R
dor implica que no se siente tan vigoroso como los otros al principio pero, cuando pasamos de las 2.500 rpm, el Civic acelera con verdadera mala leche. Aunque es el chasis lo que hace especial al Civic Type R. No efectúa los cambios de dirección tan rápido como lo hace el Mégane, pero no está muy lejos y la dirección transmite más información del agarre disponible... que es mucho siempre. Además, el hecho de que los frenos le permitan apurar más la aproximación a los giros hace que su tiempo sea el mejor del trío con 1:25,9. Un crono que sería capaz de lograr vuelta tras vuelta.