EVO (Spain)

La Hacienda Park

- Te xto: Antonio Rodr íguez ‘ Toñejo’ RR23 arodriguez@luike.com @tonejo_rodriguez

Aprovechan­do una de las conferenci­as que he dado en República Dominicana, he tenido la fortuna de disfrutar, junto a mi gran amigo José Luis Crespillo, de unos días en el mejor parque de aventuras de la isla, La Hacienda Park, un amplio recinto natural sito en Bávaro, cerca de Punta Cana.

Pero volvamos al principio de todo para poneros en antecedent­es. Crespillo, además de buen amigo mío, es un gran profesiona­l del motor que se desvive por ayudar a la gente. Siempre le dejo mi coche cuando me vengo a Miami y él lo cuida mejor que si fuera suyo y, cuando le llamo para decirle que voy a Madrid, me espera en el aeropuerto para recibirme con un abrazo y el coche niquelado. Uff, la última vez fue el día de Nochebuena y allí estaba él. ¡Gracias, amigo! Además, suele venir de vez en cuando a Miami a pasar unos días conmigo, y los dedicamos en su mayoría a navegar por las maravillos­as aguas que bañan las costas de Florida.

Hace unos días, Crespillo me llamó para decirme que le habían contactado de un parque de aventuras de República Dominicana para que revisara el estado de los vehículos que tienen allí, tanto los de trabajo como los de uso de turistas, y le dije que yo tenía previsto dar una conferenci­a en la isla. Pero al decirme cuál era el parque se me paró hasta el reloj, ya que conozco personalme­nte al dueño y llevaba tiempo insistiend­o para que fuera a verlo y utilizar todos los vehículos que tiene en el parque a mi antojo. Nunca iba a tener una oportunida­d mejor para hacerlo, así que coordiné todo para que coinci- diéramos los dos juntos allí. Le pedí a José Luis que se llevase un mando portátil para instalarlo en los distintos vehículos del parque y poderlos conducir. Sin darme cuenta del paso de los días, me encontré en un avión rumbo al paraíso. ¡Camiones, buggies, coches TT…! Iba a tener todo a mi disposició­n, no me lo podía creer. Una vez aterricé, me recibió el dueño del parque y me dijo que Crespillo ya estaba en el hotel. ¡Qué ilusión!

Al día siguiente nos fuimos a La Hacienda Park. El camino para llegar hasta allí es espectacul­ar, y se hace muy ameno ya que pasa por algunos pueblecill­os de la zona. Tras superar el control de acceso al parque, llegamos al centro neurálgico del mismo y… ¡qué maravilla! ¡Cuánta naturaleza! Pensé para mí: me encanta este sitio.

Primero fuimos a ver unos camiones americanos 6x6 que son brutales; después, los buggies para tomar un 4x4 e ir a recorrer toda la finca realizando el mismo trayecto que hacen los turistas.

El parque ofrece la posibilida­d de hacer varias actividade­s entre las que se encuentran una excursión en el camión 6x6; un descenso por tirolinas con increíbles caídas de 400 metros; excursione­s con vehículos UTV por caminos estrechos siguiendo a un monitor que termina en un campamento muy bien montado y limpio, en el que se encuentra un bufet libre atendido por gente encantador­a. Vamos, que dan ganas de quedarse a vivir allí.

Después de comer te llevan a montar a caballo, ya que disponen de 120 de estos animales. José Luis y yo tuvimos la oportunida­d de comer junto a las personas responsabl­es de los caballos, y no me imaginaba el trabajo que supone mantenerlo­s cuidados y limpios. Una jornada impresiona­nte. Cuando José Luis finalizó de inspeccion­ar los vehículos vimos dos Polaris RZR 1000 Turbo de cuatro plazas y se nos iluminó la cara. Quedamos en volver al día siguiente y montar el mando en uno de ellos para disfrutar del parque a nuestro antojo.

José Luis tardó tres horas en instalar el mando, pero mereció la pena. Justo antes de salir apareció el dueño de La Hacienda Park y dijo que quería subir conmigo para enseñarnos sitios únicos, así que yo estaba feliz a los mandos de un RZR turbo con el dueño y José Luis en el otro RZR.

¡Qué sitio tan espectacul­ar! ¡Es único! Os invito a visitar este parque, porque estoy seguro de que os va a enamorar tanto como a mí.

Exploramos una nueva ruta más radical que quieren abrir a los clientes, y ciertament­e es muy extrema, pero los RZR suben por todos los sitios. No hay nada que me guste más que subirme en un cacharro por el campo y dar gas. ¡Yuhuuuuuu!

Les dije que, cuando se inaugurase la ruta, yo quería ser el primer monitor en guiar a la gente; espero que no se olviden, ya que lo dije en serio.

¡Qué días más sensaciona­les pasamos en La Hacienda Park disfrutand­o con todos los cacharros por infinidad de caminos mágicos!

Gracias a todas las personas que trabajan en el equipo del parque por la ayuda y simpatía que nos brindaron los días que estuvimos allí. Si tenéis previsto acudir a República Dominicana de vacaciones, os recomiendo que no dejéis de visitar este estupendo parque de aventuras, os aseguro que lo pasaréis genial.

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