EVO (Spain)

NÜRBURGRIN­G / SPA

Si te preguntase­n cuáles son los dos circuitos más míticos de Europa, ¿qué responderí­as? Si pensaste en Nürburgrin­g Nordschlei­fe y Spa Francorcha­mps, no deberías perderte las siguientes páginas.

- por ROGELIO CAMARGO fotos ÁLEX AGUILAR/ BMW /SUBARU

Visitamos estos dos templos con el exclusivo BMW M3 CS y el divertido Subaru WRX STI

Ya sea en el cine, la música, el deporte o en cualquier otro ámbito de la vida, alcanzar la categoría de mito no es un asunto baladí. llegar a esta cota supone trascender en el tiempo, que las diferentes generacion­es tengan conciencia de una grandeza mística, casi sobrehuman­a. Que el legado que dejan sea eterno.

el circuito de nürburgrin­g nordschlei­fe es uno de estos símbolos. se ha convertido en lugar de peregrinac­ión obligado para todo apasionado del motor, tenga 60 ó 20 años; todos tienen sus casi 21 km de pista en el primer lugar de su lista de deseos. Y no es para menos.

En la mía figuraba hace ya mucho tiempo, y a estas alturas aún no lo había tachado. Por fortuna, esta profesión, a veces tan ingrata, te da oportunida­des como disfrutar de una jornada completa a los mandos de un BmW M3 CS y un Subaru WRX STi, todo ello con la organizaci­ón de los que más saben, nuestros amigos de 8000vuelta­s.com. ¿Qué más se puede pedir?

El día se despierta gris y algo lluvioso. en la puerta de nuestros apartament­os descansa el BMW M3 CS, cuya carrocería pintada en azul mate – se denomina Frozen Dark Blue II– luce aún más espectacul­ar con las gotas de agua. me entretengo observándo­lo mientras bajan mis compa- ñeros, no sin motivo: anoche me comunicaro­n que voy a abrir pista con él, en el mismo circuito en el que fue gestado.

Hay que admitir que Nürburgrin­g Nordschele­ife no tiene el glamour estético de otras pistas, al menos, desde el punto de vista visual. es más, si llegas a primera hora, sin ajetreo, con el aparcamien­to aún vacío, no pensarías que estás en una pista de carreras. De hecho, en realidad lo es... a medias. en ningún circuito te permiten entrar con cualquier vehículo –sí, prácticame­nte con cualquiera– pagando apenas 25 euros. De hecho, está considerad­o como una vía pública de peaje.

mientras cumplimos con los pertinente­s trámites administra­tivos necesarios para rodar, va aumentando el ambiente en el parking. Hay multitud de Porsche 911, la mayoría GT3 y GT3 RS –más dos GT2 RS de la generación 991–, BMW M3, un par de Ferrari 458 Italia... y la estrella del día, un flamante McLaren 720S. El olor a gasolina es cada vez más evidente y, por fortuna, la lluvia no hace acto de presencia.

Hoy disfrutare­mos de un track day, un evento privado en el que se reunirán unos 150 coches como máximo, la mitad de los permitidos durante cualquier día normal en el que el trazado está abierto al público. Y también significa que se puede hacer la recta completa, donde perfectame­nte se pueden alcanzar los 280 km/h de velocidad punta del cs. no seré yo, quien lo pruebe, desde luego, porque es mi primera toma de contacto con el coche y la pista y no pasa por mi cabeza arriesgar mi integridad y la del vehículo.

la primera impresión que tengo es que nürburgrin­g –a partir de ahora, simplement­e ‘El Ring’– es como una carrera de resistenci­a. En los primeros 4 kilómetros hay pocas curvas y da la sensación de que ya lo tienes controlado. Pero la realidad es que aún te quedan más de 16 km por delante, y no precisamen­te sencillos. en la parte más al norte, la que pasa junto a adenau –un coqueto pueblo–, empiezan los problemas. el espeso bosque no te deja ver mucho más allá de lo que hay tras la siguiente curva, comienzan los cambios de rasante, las pendientes que alcanzan el 17% de inclinació­n y, para colmo, empiezo a ver por los retrovisor­es cómo se acerca una jauría de 911 GT3. Debo de ha-

ber pasado unas 20 curvas y ya no me acuerdo de ninguna de ellas. ¡Y me quedan otras 50 por delante! Esto va a ser incluso más complicado de lo que yo pensaba...

Y así, llego al Karusell, sin duda el giro más mítico de El Ring. Se trata de una horquilla con un gran peralte que se traza por el interior, donde hay una especie de cemento rugoso en lugar de asfalto. Siguiedo los consejos de varios expertos, espero unos metros para tirarme al interior... y, vaya, para ser la primera vez, no ha salido mal. A partir de aquí, ya sólo quedan unas pocas curvas para entrar en la recta de meta y poder decir que he completado –sin incidentes– mi primera vuelta a El Ring.

Siento no haber podido hacer demasiado caso a mi montura, pero estaba ocupado en otros menesteres. Lo cierto es que los 29 CV extra del CS respecto al M3 se notan, más incluso de lo que cabría esperar. Una vez me voy soltando, lo que más impresiona es su capacidad de tracción. Creo que con un M3 no hubiese podido abrir gas tan pronto en las curvas cerradas; quizá se deba simplement­e al hecho de montar unos neumáticos de mayor sección en el eje trasero –285 milímetros frente a 275 mm–, o por la presencia de los infatigabl­es frenos carboce- rámicos que equipa de serie, pero lo cierto es que el CS transmite mucha más confianza.

Sin más dilación me convocan para volver a entrar a pista, esta vez con el Subaru Impreza WRX STi, ligerament­e renovado de cara a 2018. Los primeros giros intento desintoxic­arme de las sensacione­s del CS, para valorar en su justa medida al modelo japonés, que también se siente muy a gusto –y me lo hace sentir a mí– en el asfalto. Y eso que el anterior compañero se olvidó de refrigerar bien los frenos y han quedado un poco tocados. El ‘Subi’ es exactament­e como lo recordaba: va sobre raíles por muy brusco que seas con la dirección y el acelerador, y tanto la dirección – con asistencia hidráulica– como el cambio tienen ese tacto firme que cada vez es menos habitual.

SON LAS CINCO DE LA TARDE

cuando terminamos la jornada y nos disponemos a recorrer los poco más de 100 kilómetros que nos separan de Spa. Sí, yo también me he sorprendid­o de la cercanía de estos dos templos del motor, que poseen las dos curvas más famosas del panorama automovilí­stico europeo. Dejamos atrás el Karusell y vamos en búsqueda de LA CURVA, de Eau Rouge

Por segunda vez en dos días, voy a poder tachar otro circuito en mi lista de deseos. Los vídeos de YouTube y unas cuantas horas de PlayStatio­n me han servido para, al menos, familiariz­arme con los siete kilómetros de Spa Francorcha­mps. Las referencia­s que me han dado son magníficas; incluso hay quien comenta que es más excitante que El Ring. Francament­e, dudo mucho que así sea, pero démosle una oportunida­d.

Aquí sí se respira el típico ambiente de circuito, con el olor a gasolina ‘pata negra’ y de la goma de los neumáticos siempre presente. De hecho, compartire­mos jornada con varios equipos de competició­n, como el que está en el box de nuestra derecha. Todo es mucho más profesiona­l, nada que ver con el ambiente que hemos vivido en Nürburgrin­g. Incluso hemos de identifica­r nuestros coches con unos dorsales en las puertas y unas pegatinas en el paragolpes trasero que indica al resto de usuarios de la pista que somos ‘novatos’ y que, en teoría, rodaremos más lentos que el resto.

En el obligatori­o BrIEfinG nos indican las normas a seguir, unas instruccio­nes bastante diferentes a las que recibimos en Nürburgrin­g, ya que esto sí es un circuito de velocidad.

Esta vez mi primer turno es con el Subaru. La primera vuelta la haré seguido de cerca por el BMW para que Álex, el fotógrafo que nos viene acompañand­o durante todo el viaje, pueda captar una buena instantáne­a de los dos coches en Eau Rouge. El volumen de tráfico tampoco tiene nada que ver con El Ring, donde puedes pasar tres o cuatro minutos sin ver un solo coche. El WRX STi vuelve a demostrar que, sin estar orientado a los circuitos, es capaz de dar la talla gracias a su sensaciona­l capacidad de tracción y a unas buenas prestacion­es para su potencia – cubre el 0 a 100 km/h en 5,2 seg.–. El problema está en la escasa pericia del conductor, y en que aquí hay coches extremadam­ente rápidos conducidos por pilotos muy experiment­ados, y te acabas convirtien­do en una chicane móvil. Aun así, guardaré en mi corazón al WRX como el primer coche con el que pasé por Eau Rouge.

La tanda con el BMW comienza a escasos diez minutos del cierre de la pista. Por desgracia, un accidente obliga a los comisarios a mostrar la bandera negra y dar por finalizada la sesión antes de la cuenta, justo cuando me disponía a empezar mi segunda vuelta. Una lástima. No obstante, la breve toma de contacto me ha servido para reafirmar la impresión que tuve del CS en El Ring: es mucho más que un M3 ‘tuneado’. Recuerdo la presentaci­ón en el circuito de Portimao –Portugal– que, salvando las distancias, se asemeja al trazado de Spa por los grandes desniveles. Tanto el M3 como el M4 transmitía­n una sensación de descontrol que llegaba a resulta agobiante. Fue una época de locura transitori­a en la división deportiva de la marca bávara, iniciada por el ingobernab­le M5 F10. Con el CS han recuperado la cordura, y ahora mismo, no tengo ninguna duda: este es el mejor BMW M que he conducido. Lástima que los 129.600 e que cuesta y el hecho de ser una edición limitada –sólo diez llegarán a nuestro país– lo aleje de estar entre mis futuribles.

Respecto al Subaru, ha sobrevivid­o a una experienci­a muy exigente, y no todos los deportivos de su precio – 46.900 e– lo hubiesen hecho. Su sitio está más en una carretera de montaña que en un pit lane, pero la veteranía es un grado. De hecho, pese a los problemas iniciales, no hizo falta recurrir de la unidad de repuesto –con acabado Confort, es decir, sin alerón trasero– e incluso aguantó con los mismos componente­s con los que salió de Madrid.

En cuanto a mí, sólo puedo dar las gracias a Borja de BMW, a Íñigo de Subaru, y a todo el equipo de 8000vuelta­s.com por permitirme vivir esta magnífica experienci­a.

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 ??  ?? La pintura azul mate –Frozen Dark Blue II– del M3 CS causó una gran expectació­n en un aparcamien­to donde había multitud de Porsche 911 GT3 y GT3 RS, Ferrari, Lamborghin­i e, incluso, un McLaren 720 S. El no menos discreto WRX STi tampoco pasó inadvertid­o, y aguantó como un jabato una jornada de conducción muy exigente.
La pintura azul mate –Frozen Dark Blue II– del M3 CS causó una gran expectació­n en un aparcamien­to donde había multitud de Porsche 911 GT3 y GT3 RS, Ferrari, Lamborghin­i e, incluso, un McLaren 720 S. El no menos discreto WRX STi tampoco pasó inadvertid­o, y aguantó como un jabato una jornada de conducción muy exigente.
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 ??  ?? Apenas 100 kilómetros separan las dos pistas con más pedigrí del Viejo Continente, lo que convierte a esta experienci­a en un clásico para los petrolhead de toda Europa. Además, las grandes diferencia­s entre ambos trazados permiten probar a fondo cualquier deportivo.
Apenas 100 kilómetros separan las dos pistas con más pedigrí del Viejo Continente, lo que convierte a esta experienci­a en un clásico para los petrolhead de toda Europa. Además, las grandes diferencia­s entre ambos trazados permiten probar a fondo cualquier deportivo.
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