LOS COCHES POTENTES NO SON PELIGROSOS
Tengo 24 años y poseo el carnet de conducir B desde los 18 años. Me encanta conducir e intento disfrutar de cualquier vehículo de motor –por fortuna, han sido varias decenas–. Me gusta la velocidad y los coches potentes, aunque siempre respeto los límites de velocidad y, en general, me considero un conductor responsable.
Después de ahorrar durante mucho tiempo, voy a cumplir mi sueño: comprar un Ford Focus RS Performance, del que estoy enamorado desde que leí la prueba en el número 46 de . Desde que comuniqué mi decisión, no he parado de escuchar frases como “para qué quieres tanta potencia –350 CV–”, “eres demasiado joven para tener un coche así” y, mi preferida: “los coches deportivos son peligrosos”.
Me da pena que la gente siga con esa metalidad tan arcaica, y que a los jóvenes se nos estigmatice con la peligrosidad al volante. No todos somos así –por desgracia, los pocos que sí lo son hacen mucho ruido mediático–. Pero con lo que no puedo es con relacionar potencia con peligrosidad. Pongamos un caso práctico: circulas a 70 km/h detrás de un camión, con cuatro personas a bordo, y te dispones a adelantarlo. ¿Con qué coche lo harás más seguro, con un utilitario de 90 CV al que le cuesta horrores ganar velocidad, o con mi Focus RS, dotado de los últimos sistemas de seguridad? Y si hay que esquivar un obstáculo en una carretera mojada, ¿cuál de ellos tiene mejor estabilidad y frenos?
Aclaremos una cosa de una vez por todas: los coches no son peligrosos; los peligrosos son los conductores irresponsables.