Volver a insistir
En las dos décadas que llevo trabajando en Luike he hecho muchísimas cosas, entre las que destacan infinidad de entrevistas, reportajes o pruebas. Pero de todas las actividades que realicé, la que recuerdo con más cariño es la entrevista que tuve el privilegio de protagonizar junto al campeonísimo Ángel Nieto encima de una moto de agua en la bahía de Miami. Me acuerdo muchísimo del grandísimo 12+1, y más ahora que se ha cumplido el primer aniversario de su marcha.
Desde que llegué a USA de corresponsal, siempre he intentado hacer cosas diferentes, que no sean las típicas de probar un coche, un buggie o una moto de agua que acaba de salir al mercado, y escribir sobre ello dando mi opinión. Por ese motivo, y porque soy como un niño pequeño, he querido diferenciarme haciendo cosas que para mí son complicadas, tanto de conseguir como de realizar. Por eso, sin duda alguna, considero que lo más difícil que he logrado hacer en estos últimos años ha sido conducir un coche de la policía americana. Después de casi tres años ‘molestando’ a una legión de personas y personalidades de todos los estamentos inimaginables, y gracias a la inestimable complicidad del secretario internacional de la ciudad de Miami (D. Julián Linares), conseguí llevar a cabo el reto de instalar mis mandos portátiles a una unidad policial y salir a patrullar por Miami.
La experiencia fue maravillosa. Imaginad cuando paré en la calle 8, una de las más transitadas de Miami, en el típico bar frecuentado por policías, y aparqué el coche patrulla, bajé la silla de ruedas y salté a ella con un chaleco y una gorra de la policía de Miami. Los turistas no paraban de mirarme perplejos y alucinados pensando que en Miami hay policías paralíticos patrullando. ¡Esto es América! Sí, el patrullero era el paralítico veloz. ¡Ese soy yo!
Aquello fue increíble, pero ahora tengo otro reto bastante más complicado, en el que llevo mucho tiempo trabajando y todavía no he podido avanzar demasiado.
En el momento en que terminé la prueba de la unidad policial, empecé a pedirle al ínclito D. Julián Linares que, por favor, me ayudase a conseguir el nuevo reto que ya os avancé hace tiempo, y que ahora vuelvo a retomar insistiendo con todas mis fuerzas. Este reto no es otro que llevar al alcalde de la ciudad de Miami a un evento que tenga, siendo yo el conductor oficial. No me digáis que no es un gran reto. Sería genial llevar a un alcalde tan influyente como el de la ciudad de Miami con las sirenas, y entrevistándole a la vez que conduzco el coche oficial. Entre muchas cuestiones, le preguntaría “How I’m driving?”... y si nota alguna diferencia cuando le lleva un tío en silla. Imagino la situación y mis ganas de realizarlo aumentan exponencialmente.
He ido a cenar muchas veces con D. Julián Linares y soy perfecto conocedor de la cantidad de trabajo que tiene, pues en Miami es un alto referente; aunque creo que me tiene cariño a pesar de lo insistente que soy, por no decir pesado, porque siempre me invita a una hamburguesa de pavo. Hace poco volví a la carga, le llamé y horas más tarde estaba cenando de nuevo con él, y empecé a insistir con mi reto otra vez. Soy su auténtica pesadilla y, como siempre, su respuesta volvió a ser la misma de los últimos tiempos: ¡NO! Aunque esta vez me dio una clara explicación. Tomó un vaso de agua y me pidió que le mirase a la cara. “Por favor Toñejo, estás loco. ¿Sabes la cantidad de agencias gubernamentales y permisos que hacen falta para lograr eso? Y, además, no está nada claro que puedas conseguir llevar el coche oficial y al alcalde. Así que te digo que No. Toñejo, es imposible”.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Creéis que lo voy a conseguir? A mí me hace tanta ilusión llevar al alcalde de Miami en su coche oficial que voy hacer lo imposible por conseguirlo.
Vamos, Julián. Tú dime qué papeles y documentos tengo que obtener y me voy a todas las agencias a verles… Por favor, ayúdame, que sin ti no voy a poder lograrlo. Además, aquí empezaría lo bueno, porque si alcanzo este reto podría llegar a conseguir el summum de los retos. Ahí lo dejo…