BMW M3 DTM: EL MÁS RADICAL DE LOS SPORT EVOLUTION
La transformación del Sport Evolution en sus tres años de vida fue enorme. El Grupo A inicial fue altamente evolucionado como consecuencia de los cambios en el Reglamento del DTM de 1991 y 1992. De entre el sinfín de detalles paulatinamente mejorados destacan el chasis modificado – principalmente, en la estructura de las barras–, el ensanchamiento de los pasos de rueda o el corte de las copelas delanteras para poder rebajar la altura de la carrocería.
Por su parte, el motor incorporó un cárter seco y doble inyección, entregando, en sus versiones finales, 360 CV en configuración de carrera y casi 380 CV en calificación, ro- zando las 10.000 rpm. Eso sí, en este último set-up de 380 CV, su vida útil no superaba los 300 km. También se reemplazó la caja de cambio por una Hollinger, alternando cinco o seis velocidades en función de los circuitos, y se añadió un eficaz sistema de frenos ABS firmado por la empresa especialista Teves.
La carrocería apenas cambió su forma, y tan sólo el faldón y alerón posterior ganaron longitud, mientras que el peso se redujo al mínimo reglamentario de 980 kg a base de utilizar fibra en el capó, tapa del maletero y aletas, así como unos cristales más finos. Por último, se llegó a modificar la anchura de las llantas, que pasaron a ser de 9X18”.
y salvajemente dura, pero perfecta para el cometido que debe hacer porque es ultraprecisa y muy comunicativa. Los amortiguadores Bilstein no regulables presentan un ajuste tan firme que copian fielmente cada una de las irregularidades del asfalto transmitiéndolas a tu espalda.
Por su parte, los frenos, con pinzas AP de seis pistones, están a la altura y ofrecen un tacto muy duro que beneficia su ajustabilidad en el pedal. Tal y como comenta Francesc Gutiérrez, su dueño, “es un coche muy físico que se debe conducir con fe, sin dudas y al límite. Es muy agradecido, rápido y efectivo, pero hay que tener la confianza y determinación suficientes para llevarlo por donde quieres”.