MIGUEL TINEO
Porsche es una de esas pocas marcas que convierten en algo especial cada momento que pases a los mandos de cualquiera de sus modelos. De todos, voy a seleccionar cuatro. La primera vez que probé un Cayman S de primera generación, por lo gratificante que me supuso comprobar cómo de bueno puede ser un modelo de este tipo en una carretera revirada. El tacto de aquel Porsche, aún con motor atmosférico de inyección directa, era puro, directo, excitante y deportivo a partes iguales. Sin duda, una excelente alternativa para tener nuestro primer Porsche.
El Cayman es mi Porsche favorito, seguramente porque soy un apasionado de los rallyes y me encantan las carreteras retorcidas y bacheadas, el lugar donde más a gusto se siente este Porsche. Por eso, la prueba del GT4 también cuenta con un hueco muy especial en mi memoria. Pasar cuatro días seguidos con él, circulando por todo tipo de carreteras, da para mucho. Y, además, llevar las siglas GT4 siempre significará tener un Porsche especial y aún más exclusivo, con todo lo que eso supone.
Que el Cayman sea mi favorito no significa que el 911 no me guste. Probar el 911 997 GT2 supuso una de las experiencias más bonitas a los mandos de un turbo. Sentir cómo se avecina una tormenta tras de ti, y notar cómo ingentes cantidades de par tratan de pasar al asfalto a través de las ruedas traseras es algo que deja mella en el corazón de cualquiera.
No hay duda de que los turbo se le dan bien a los amigos de Porsche, pero no os voy a engañar: apurar casi hasta el corte de inyección al motor de un 911 GT3, con esa forma rabiosa, lineal y al mismo tiempo abrumadora, no deja de ser una masterclass de cómo debería ser el motor deportivo perfecto. Y eso por no hablar de su sonido, un agudo aullido capaz de dejar boquiabierto a cualquiera.
MI PORSCHE FAVORITO DE TODOS LOS TIEMPOS Es el Cayman y, de todos, el mejor que he probado es el GT4. Sin duda, ese es el Porsche que me encantaría tener en mi garaje.