El abuelo del clan Porsche apenas conoció la marca, pero enseñó a Ferry desde la cuna a crear deportivos
Vivus, el primer híbrido eléctrico de la historia, en la Exposición Universal de París.
En 1903, Porsche se casó con Aloisia Johanna Kaes, con la que tendría dos hijos que, por supuesto, serán clave en esta historia: Louise y Ferdinand Anton Ernst, apodado ‘Ferry’.
Tras ocho años en Lohner, Porsche fue nombrado director técnico de Austro-Daimler. Posteriormente, ganó el Tour Prince Heinrich de 1910 en un Austro-Daimler que él mismo había diseñado. En 1922, continuó corriendo con el modelo de competición ‘Sascha’, con el que logró una victoria de clase en la Targa Florio.
En 1923, Ferdinand Porsche fue nombrado director técnico y miembro del Consejo de la firma Daimler-Motoren- Gesellschaft, con sede en Stuttgart –Alemania–. Supervisó el desarrollo continuo del automóvil sobrealimentado Mercedes que ganó la Targa Florio de 1924. Después de este triunfo, fue galardonado con un doctorado de ingeniería honorario y el título académico alemán correspondiente ‘Dr. Ing. h.c.’ por la Universidad Técnica de Stuttgart, lo cual explica el nombre oficial actual de la marca: Dr. Ing. h.c. F. Porsche AG. El último vehículo que diseñó Porsche para Daimler es el Mercedes-Benz SSK, un espectacular roadster dotado de un motor 7.0 sobrealimentado mediante un compresor volumétrico. El SSK fue un éxito espectacular, pero la relación con Daimler se deterioró bastante por discrepancias sobre los honorarios, un asunto que hizo que Porsche decidiera establecerse por su cuenta.
Durante todo este lapso de tiempo, Ferry Porsche – o Porsche padre, para entendernos–, que nació en 1909, creció rodeado por coches las 24 horas del día, y se convirtió en, literalmente, un apasionado del automóvil… hasta un nivel casi enfermizo. Y lo que es más importante, acompañaría y ayudaría al abuelo Porsche, durante el resto de su vida, a crear automóviles.
El abuelo Porsche siempre había deseado crear un automóvil pequeño y popular. Y ser uno de los más prominentes ingenieros de su época abonó el camino para que, en 1934, la Asociación de la Industria del Automóvil del Reich – sí, del Reich del infausto Adolf Hitler– le encargara la construcción del Volkswagen.
Para el proyecto del coche del pueblo, el KdF o el Volkswagen, el abuelo Porsche y Ferry Porsche padre viajaron a Estados Unidos. Allí, un prominente industrial próximo al Reich – un tal Henry Ford–, les puso al corriente de los últimos avances en la construcción en cadena.
El abuelo Porsche y Ferry Porsche padre regresaron de los EE.UU. y se pusieron manos a la obra para fabricar el Volkswagen. Primero, lo diseñaron. Después, estructuraron la producción. Y entonces, estalló la Segunda Guerra Mundial... y el proyecto Volkswagen se fue temporalmente al garete – aunque su diseño se reutilizó para desarrollar algunos vehículos militares–.
Durante la guerra, el abuelo Porsche demostró que, después de concebir un híbrido eléctrico, el Mercedes más rápido de la historia y un utilitario que acabaría siendo el coche más vendido del mundo, su genialidad daba de sí para diseñar incluso un tanque… aunque, en opinión del Reich, sus diseños resultaban demasiado sofisticados para tratarse de meras máquinas de guerra y, finalmente, no fueron seleccionados. En 1940 compró la finca Schüttgut, en Zell am See –Austria–, y se trasladó allí con su familia y su oficina de ingeniería. Más tarde, tras un desacuerdo entre Renault y Peugeot en relación con el desarrollo de un ‘Volkswagen’ francés, Peugeot acabó acusando al ingeniero alemán de crímenes de guerra. El abuelo Porsche fue arrestado por el servicio secreto francés en diciembre de 1945… aunque es liberado en agosto de 1947 y exonerado formalmente de los cargos en mayo de 1948. Para cuando es liberado, Ferry Porsche padre ya había diseñado y comercializado el primer Porsche, el 356. El abuelo Porsche falleció en 1951, tras ver salir las primeras unidades del 356 de la línea de producción de Zuffenhausen –Alemania–.
No obstante, antes de fallecer, el abuelo Porsche tuvo un último destello de genialidad. Se daba la circunstancia de que, tras la guerra, Alemania quería reactivar la producción del Volkswagen… y de que la única persona que sabía cómo hacerlo, porque conocía al dedillo el proyecto, era el abuelo Porsche. Y gustosamente se prestó a ello… a cambio de una casi ridícula comisión por cada unidad vendida en concepto de royalties, ya que al fin y al cabo era el dueño de las patentes. Y cuando multiplicas una pequeña cifra por 21.529.464 unidades fabricadas, lo que obtienes es financiación para que tu hijo ponga en marcha una gran marca. Lo dicho… un genio.