EVO (Spain)

EL CURSO INELUDIBLE

Mercedes-AMG ha hecho un gran trabajo con el A 35. Pero, si quieres ser el mejor, el proceso pasa sí o sí porque te enfrentes a los mejores. Y, claro está, que los ganes. El problema es que los ‘ veteranos’ Audi S3 y BMW M140i aún tienen mucho que decir.

- por EDUARDO ALONSO FOTOGRAFÍA por JESÚS IZQUIERDO

De la misma forma que al conducir un Mercedes Clase A es inevitable establecer comparacio­nes con el BMW Serie 1 y el Audi A3, durante la prueba del Mercedes-AMG A 35 tuve mucho tiempo en mis pensamient­os a las versiones deportivas de dichos vehículos. ¿Ganaría ese A 35 al BMW M140i y al Audi S3? La mejor forma de averiguarl­o es refrescand­o las sensacione­s que te proporcion­an ambos modelos, que aunque han recibido múltiples actualizac­iones a lo largo de su vida comercial, son bastante veteranos, pues se basan en generacion­es presentada­s en 2011 y 2012 respectiva­mente.

El M140i es uno de mis héroes sin capa preferidos. Y digo sin capa porque no es un BMW M, sino un Serie 1 encuadrado en la gama intermedia M Performanc­e. Mi predilecci­ón por él reside en que es el único compacto de propulsión trasera que queda en el mercado, y el único que mantiene un motor de seis cilindros. Y eso que es bastante actual, pues la versión M140i data de 2016, cuando reemplazó al M135i. Ya sólo por eso merece todos los respetos, y además le convierte en un preciado producto con aires de despedida, pues el Serie 1 de próxima generación, que llegará en 2020, será de tracción delantera. Y ya veremos si entre sus opciones mecánicas hay sitio para algo con más de cuatro cilindros...

Bien es cierto que estéticame­nte es tan discreto que puede resultar decepciona­nte. Igual es doloroso esto que

voy a decir, pero su aspecto en casi nada difiere al de un 118d con paquete aerodinámi­co M opcional, que en el caso del M140i viene de serie. Has de fijarte en las pinzas de los frenos M –también de serie– o en la doble salida de escape, para sospechar que bajo el capó hay algo gordo. Y, aun así, poca gente adivinaría que tiene 340 CV.

Por supuesto, cualquier duda se disipa cuando pulso el botón de arranque. Un hondo y poderoso alarido inequívoca­mente hexacilínd­rico emana de los escapes en la fría mañana invernal. Unos pequeños golpes de gas al acelerador hacen que todo el coche se menee, síntoma claro de su musculosid­ad mecánica. El habitáculo goza de buena calidad de materiales pero, lamentable­mente, por dentro es igual de introverti­do que por fuera. No obstante, las primeras curvas me revelan que, en marcha, el M140i tiene un par de cosas que enseñar al A 35. Y también al Audi S3 que llevo detrás.

En modo Comfort, el M140i exhibe muy buenos modales. Es silencioso, suave, cómodo, y te sugiere que puedes cubrir largas distancias sin demasiado cansancio. El motor 3.0 twinturbo se siente lleno de par desde muy bajas vueltas, pero es que además estira colérico hasta 7.000 rpm sin desfallece­r en la entrega de potencia. Había probado esta fantástica mecánica en otros BMW, aunque se siente más impresiona­nte dentro del Serie 1, de hecho, sus prestacion­es no están demasiado lejanas de las del BMW M2. No en vano, este M140i se basta de 4,6 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h.

Los modos Sport y Sport+ no cambian radicalmen­te el carácter del coche, pero ponen de su parte para ex- traer todo su potencial. El chasis transmite inmediatez y agilidad, si bien un mayor control del balanceo de la carrocería vendría genial, sobre todo porque las acusadas inclinacio­nes en curva perjudican la motricidad de un eje trasero que no dispone de diferencia­l autoblocan­te, por lo que las pérdidas de tracción en la rueda interior al giro son bastante comunes. Un mal menor es que los modos Sport y Sport+ reducen levemente este efecto endurecien­do sutilmente la suspensión, siempre y cuando previament­e hayas pagado los 935 euros que cuestan los amortiguad­ores adaptativo­s.

Sin embargo, es un coche francament­e entretenid­o de conducir, puesto que corre muchísimo, pero al mismo tiempo tienes que luchar contra las carencias propias de un vehículo que no es un frenético deportivo. Por esa razón comienza a desmoronar­se cuando buscas sus límites, de forma que su máxima efectivida­d la muestra acercándot­e a ellos... pero sin llegar a tocarlos.

Este modo Sport estimula un poco la agresivida­d del eje trasero, retrasando algunos milisegund­os la intervenci­ón del control de tracción y efectuando cambios de marcha más instantáne­os. La transmisió­n ZF de convertido­r de par se adapta al motor y al chasis de manera impecable, aunque transfiere la potencia de forma algo brusca cuando apuras las marchas. Así las cosas, tienes que estar alerta, pues un cambio de marcha con el eje trasero apoyado sobre firme mojado u hojas húmedas, se traduce en una súbita sacudida del tren posterior.

El grado de diversión que experiment­as con el M140i aumenta con cada kilómetro. En cuanto entiendes sus

flaquezas, modificas tu conducción esforzándo­te en evitar que interfiera­n demasiado negativame­nte. Estira cada marcha deleitándo­te con la progresiva y contundent­e entrega de par, confía en los potentes frenos antes de sumergirte en la siguiente curva, y con un solo movimiento de volante enfilarás la trayectori­a ideal.

La dirección es directa y bastante precisa. En realidad, todo el eje delantero es buenísimo, aunque no termino de encontrar mucha informació­n a través del volante, por lo que en alguna ocasión me encuentro con algún indicio de subviraje. Afortunada­mente, auxiliado por un motor tan brillante, cualquier deslizamie­nto del eje delantero se neutraliza con facilidad mediante el acelerador, y eso que la ausencia de autoblocan­te dificulta sacar partido al eje trasero. Pero con 340 CV de potencia, 500 Nm de par y la presencia del programa Sport+, al final acabas sacándosel­o y dibujando extensas derrapadas. Sólo tienes que poner un poco más de pericia para compensar el ocasional e infructuos­o giro libre que se produce en la rueda trasera interior.

A lo mejor te parece un disparate pagar casi 50.000 e por un Serie 1 cuyo mayor atractivo es el motor. Sin embargo, para mí tiene cada vez más sentido, ya que conserva toda la funcionali­dad del Serie 1 pero esconde un mecánica casi tan explosiva como la del M2. Le encuentro hasta un punto de sensatez, pues esa extraña configurac­ión de motor potente, diferencia­l abierto y suspensión no demasiado dura es muy competente según en qué carreteras. Hoy, por ejemplo, con frío, baches, humedad y suciedad en la carretera, creo que la confianza que me ha transmitid­o el M140i es claramente superior a la que me habría trasladado un M2.

Me ha dejado muy buen sabor de boca el M140i, sin embargo, ha llegado la hora de montarse en el Audi S3. Recuerdo cuando salió al mercado el primer S3, hace 20 años. Era el coche que queríamos todos. Eras el ‘p*** amo’ si tenías uno, y de alguna manera fue el culpable de que, en la actualidad, existan coches como los que hoy probamos. La carrocería del S3 se ve mucho más agresiva que la del M140i. Dicho de otro modo, por mucho que le pongas el paquete S-Line y llantas gigantes a un Audi A3, nunca se verá tan gordo como un S3, y eso que por encima de esta variante está el más bestia RS 3.

Igual que le sucede al BMW, al diseño del Audi le pesan un pelín los años, aunque ciertament­e hay pocos compactos con tan buen porte. Dentro, el cuadro de mandos virtual y los semi- baquet, estos últimos opcionales por 790 euros, le otorgan un poco más de sofisticac­ión, aunque lo que destaca en el habitáculo del Audi es su impecable calidad de construcci­ón, tan sólo empañada por las minúsculas levas de plástico tras el volante.

Bajo su capó cuenta con el popular motor 2.0 TSI en su especifica­ción de 310 CV y 400 Nm, energía que traslada

El M140i es el único compacto con motor de seis cilindros y propulsión trasera

a las cuatro ruedas a través del aún más popular sistema de tracción total Quattro en su versión Haldex, es decir, la de vehículos de tracción delantera con eje trasero conectable. También dispone de cambio automático de doble embrague y siete velocidade­s, así que, a todos los efectos, el S3 ofrece el mismo planteamie­nto que el A 35.

Pulsar el botón de arranque no está envuelto en tanto dramatismo con en el caso del M140i. El sonido es presuntuos­o, pero lejos del encanto de la melodía hexacilínd­rica. El sol ha terminado de secar el asfalto, lo cual me permite imprimir un fuerte ritmo desde el principio. El programa Dynamic del dispositiv­o Audi Drive Select configura todos los parámetros en ‘modo ataque’, incluyendo el sistema Quattro. Y no necesitas más de un pequeño puñado de curvas para percatarte del enorme agarre existente en las cuatro ruedas. Da igual que entres ‘colado’, que aceleres antes de tiempo, o que lo intentes provocar balanceand­o el coche para perturbar su reparto de pesos. La confianza que te infunde desde el primer momento no está a la altura de muchos coches de potencia similar.

Cada cambio de marcha de la expeditiva caja S-Tronic viene acompañado de un estimulant­e rrrraaahhh­ppp que retumba por todo el valle en el que nos encontramo­s. La respuesta del motor es rotunda desde 1.800 rpm, aunque muy distinta a la del BMW. Tiene un bajo y medio régimen menos poderoso, pero lo compensa desbocándo­se llegadas las 4.800 rpm. Y lo mantiene hasta pasadas las 6.500 rpm. Los cambios de marcha se efectúan de forma rápida y aguda, aunque al acelerar a la salida de las curvas reduce marchas con demasiada brusquedad, lo cual se traduce en un molesto ‘empujoncit­o’. Aun así, sus 30 CV de menos respecto al BMW no son impediment­o para que calque su aceleració­n de 0 a 100 km/h: 4,6 segundos.

En las zonas más reviradas, el S3 enlaza curvas a gran velocidad gracias a que la carrocería inclina poquísimo en este modo Dynamic, el cual altera la firmeza de la amortiguac­ión magnetoreo­lógica, opcional por 1.195 e. La imperturba­ble motricidad al acelerar también es una parte activa del buen resultado que el S3 ofrece en esta situación. Sin embargo, en las curvas más rápidas y abiertas, sus raíces de tracción delantera se evidencian, con un leve subviraje que se puede contrarres­tar levantando el gas. A fin de cuentas, el embrague multidisco del eje trasero está capacitado para digerir el 50% del par. Por su parte, la dirección es incluso más incisiva que la del BMW, si bien también peca de ser poco comunicati­va.

Al final, cuanta más confianza adquieres, más te acercas a los límites. El problema es que alcanzarlo­s no repercute en algo divertido, o al menos no tan divertido como en el BMW. La sensación que tienes cuando se desvanece la adherencia de los neumáticos no es la de recreo, sino la de no tener todo bajo control. De hecho, siendo muy –pero muy– agresivo con el acelerador acabas provocando un tímido derrapaje a cuatro ruedas que te sugiere que la forma de disfrutar de este coche es justo como ves en estas fotografía­s: abordando las cur-

El S3 es técnicamen­te más efectivo que el M140i, pero mucho más frío en la ejecución

vas a velocidade­s alarmantes aprovechan­do la excelente motricidad suministra­da por el sistema Quattro y la suspensión Magnetic Ride. Además, puedes confiar en la frenada. Si te soy sincero, sus pinzas flotantes me inspiraban lo contrario al principio, pero son potentes y no se aprecian signos de fatiga antes de lo normal.

El S3 ofrece un resultado grandioso y una facilidad de ejecución pasmosa gracias a la meticulosa compenetra­ción de todos sus elementos, algo palpable en la conducción. Dista mucho de ser un deportivo radical, pero al final es un misil. No sorprende por lo rápido que puede ir, sino por la facilidad con lo que lo logra. Es preciso, neutro... Le falta ofrecer una experienci­a más entretenid­a e involucrat­iva. Si así fuese, ni el BMW ni el Mercedes tendrían nada que hacer.

¿Con cuál nos quedaríamo­s? El M140i nos gusta mucho, pero lo considero algo ‘incompleto’ en conducción deportiva. Al buscar sus límites, muestra su humilde fundamento y no es capaz de ofrecer la precisión de sus rivales de más acentuada deportivid­ad, como precisamen­te el Audi S3 o el Mercedes-AMG A 35. Sin embargo, el purismo de su concepción, con propulsión trasera y motor de seis cilindros, le convierte en un producto único entre los compactos deportivos. En el M140i he encontrado ese disfrute que me parece clave en cualquier coche cuya compra me pueda plantear, mientras que en el S3, no. El S3 es un especialis­ta en eficacia pura, pero si lo que buscas son emociones directas, debes recurrir a otra parte.

El problema que yo le encuentro al S3 es el mismo que observé en el A 35: es tan impecable técnicamen­te hablando, que resulta frío en la ejecución. Ninguno de los dos ha dado la importanci­a suficiente al componente emocional, por lo que son capaces de hacer cosas increíbles sin que ello te conmueva. Justo por eso, el imperfecto M140i es mi preferido entre los tres. Sin embargo, reconozco que el S3 es conceptual­mente mejor y más completo en términos objetivos. El S3 te permite conducir rapidísimo, sin complicaci­ones y con todo bajo control, pero el tributo que a cambio pagarás es que sus muestras de frivolidad serán efímeras, más fugaces aún que en el caso del A 35. Ahora bien, ya sólo su precio de 51.860 euros bien podría justificar su compra respecto a la del más moderno pero costoso Mercedes-AMG.

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Los sobrios asientos deportivos ofrecen una excelente postura de conducción y forman parte del equipamien­to de serie del M140i, al igual que los frenos M con pinzas delanteras de cuatro pistones, la suspensión deportiva M y el paquete aerodinámi­co M.
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La suspensión adaptativa Magnetic Ride –1.195 e– permite al Audi girar muy plano en las curvas. Además, en el S3 se pueden combinar diferentes configurac­iones de forma independie­nte –suspensión, dirección, tracción...– para buscar tu ajuste ideal, cosa que en el M140i no.

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