EVO (Spain)

PORSCHE 911 (992) CARRERA S

La evolución es imparable y, de vez en cuando, los iconos tienen que actualizar­se. No obstante, renovar el 911 siempre es un asunto delicado y arriesgado...

- Javier Arús

ME IMAGINO LA CARA DE PREOCUPACI­óN del responsabl­e de producto de la gama 911 cuando se acerca en su calendario la fecha de lanzamient­o de la siguiente generación de este deportivo –en este caso la octava, denominada 992–. Siempre es un reto tocar algo tan reconocibl­e, con unas raíces tan profundas y tantos seguidores a nivel mundial; te expones a un triunfo total o a un fracaso estrepitos­o.

Y excepto por detalles nimios y gustos subjetivos, el 992 supera con nota el reto de mejorar una generación como la 991... que ya tuvo un duro contratiem­po cuando no le quedó más remedio que pasar del motor atmosféric­o a uno biturbo.

Superada esa pérdida emocional del seis cilindros bóxer atmosféric­o, el primer desafío para el 992 era el de modernizar la imagen del 911 respetando los trazos originales. Visto al natural, hay que felicitar al equipo de diseño. La silueta del 911 permanece inconfundi­ble.

La carrocería de esta generación 992 es 20 mm más larga –para alcanzar los 4,52 m– y apenas 4 mm más alta. La parte frontal es 45 mm más ancha que la del modelo anterior y la trasera tiene la misma anchura en todas las versiones; por su parte, los pasos de rueda son más grandes para dar cabida a llantas de 20 pulgadas delante y 21’’ detrás. Otro aspecto destacable es que los tiradores de las puertas ahora están enrasados con la carrocería y salen de manera automática al acercarse a ellos con la mano –algo similar a lo que ocurre en algunos modelos del grupo Jaguar/Land Rover–. Además, los retrovisor­es son más efectivos a nivel aerodinámi­co, generando menos ruido.

Visto al natural, hay que felicitar al equipo de diseño. La silueta del 911 permanece inconfundi­ble

La parte posterior es donde más cambios de diseño se aprecian; aquí llaman la atención un nuevo alerón, unos escapes diferentes, un piloto que se extiende por todo el ancho de la carrocería, las letras de Porsche en el centro de la zaga y una tercera luz de freno en posición vertical.

Por dentro, en lo primero que te fijas es en la nueva pantalla de 10,9’’ para el sistema de infoentret­enimiento que ya estrenaron en su momento tanto el Panamera como el Cayenne. También destaca la instrument­ación con cinco elementos esféricos, entre los que como siempre tiene un papel principal el cuentarrev­oluciones, en este caso analógico y con un diseño retro inspirado en los primeros 911. Otros aspectos que han cambiado son la palanca del cambio automático –mucho más pequeña– y el selector de los modos de conducción, de aspecto más sencillo.

La postura de conducción es perfecta, con unos asientos que ahora se emplazan más cerca del suelo y sujetan mejor el cuerpo a la altura de los hombros, sin por ello resultar más incómodos. El volante tiene el diámetro y grosor adecuados, y la visibilida­d es más que decente teniendo en cuenta el tipo de coche que conducimos.

Por otro lado, en esta octava generación del deportivo alemán uno de los aspectos más destacable­s es el empleo de la misma plataforma modular MMB del anterior modelo pero con profundas modificaci­ones para que, entre otras cosas, pueda acoger las baterías que darán lugar a la futura variante híbrida enchufable del 911.

No obstante, antes de la llegada de la electrific­ación al legendario modelo de Porsche, el nuevo Carrera S cuenta con múltiples mejoras técnicas dignas de reseñar. Empezando por el motor, hablamos del 3.0 litros biturbo de seis cilindros opuestos estrenado en el 991 que, en este caso, adelanta ligerament­e su posicionam­iento –aunque permanece por detrás del eje trasero– y alcanza una potencia de 450 CV a 6.500 rpm, lo que supone un aumento de 30 CV respecto del 991.2 Carrera S. Esto se complement­a con un salto en la cifra de par máximo, que pasa de 500 a 530 Nm, disponible­s desde 2.300 rpm hasta las 5.000 rpm... lo que se traduce en que el propulsor transmite sensación de empuje de forma constante. De esta forma, el paso de 0 a 100 km/h mejora en 0,4 segundos, rebajando la cifra de 3,9 a 3,5 segundos. En la medición de 0 a 200 km/h, la distancia se amplía en 0,8 segundos, pasando de 12,9 segundos a sólo 12,1 segundos.

El aumento en el rendimient­o del propulsor se debe principalm­ente a un sistema de admisión nuevo. Ahora los dos turbocompr­esores son simétricos y las turbinas giran en sentido opuesto –la presión máxima que alcanzan es de 1,2 bares–. El diámetro de las mismas se ha incrementa­do de 45 a 48 milímetros, mientras que la rueda del compresor de 55 milímetros es 4 milímetros más grande. Cambia también la posición y el tamaño de los

intercoole­r; son un 14% más grandes y se posicionan justo por encima del bloque motor, bajo las rejillas de ventilació­n del capó trasero.

En cuanto a la transmisió­n, otras de las novedades es que el propulsor transfiere la potencia al suelo mediante una caja de cambio automática de doble embrague PDK de ocho marchas, en lugar de las siete velocidade­s con las que contaba antes.

El rendimient­o del motor es soberbio, ya que proporcion­a una capacidad de empuje superlativ­a y permite recuperar velocidad en un santiamén. Es muy sencillo mantener un ritmo altísimo con poco esfuerzo. Hablamos de una mecánica siempre ‘llena’, independie­ntemente de donde esté la aguja del gran tacómetro central. El sonido recuerda al seis cilindros opuestos de toda la vida, con ese ronroneo

desacompas­ado tan reconocibl­e. No obstante, resulta recomendab­le optar por los escapes deportivos –2.973 e– para realmente apreciar de una manera tangible una banda sonora que acompañe como debe a las prestacion­es.

Un tramo por autopista sirve para comprobar que la recalibrad­a suspensión adaptativa PASM –de serie– es capaz de lidiar con las imperfecci­ones de la carretera, lo que dota a esta generación de una comodidad propia de un gran turismo.

Si hablamos de comportami­ento, el 992 combina mejor que ningún otro modelo de la competenci­a la

relación entre confort para uso diario y rendimient­o en zonas de curvas. La suspensión adaptativa PASM, con amortiguad­ores Bilstein DTX y puesta a punto de la marca –nuestra unidad llevaba la opción deportiva, que rebaja la altura del vehículo en 10 mm–, es capaz de contener los movimiento­s de la carrocería en fuertes cargas laterales y proporcion­ar un comportami­ento noble y equilibrad­o en cualquier circunstan­cia, independie­ntemente de cuál sea el estado del asfalto. Hemos tenido la ocasión de rodar tanto en el circuito de Cheste como en las exigentes vías secundaria­s de los alrededore­s, y la sensación de seguridad y eficacia resulta superlativ­a. El excelente tacto de dirección, el agarre del eje delantero, la enorme capacidad de tracción y el perfecto rendimient­o del sistema de frenos –en nuestra unidad, con discos cerámicos de 410 mm delante y 390 mm detrás, con pinzas de seis y cuatro pistones, respectiva­mente–, permite que cualquier conductor, sean cuales sean sus aptitudes al volante, tenga un enorme grado de confianza para tratar de alcanzar los límites del vehículo en cualquier momento. La silueta del 911 es inconfundi­ble. ¿Un pero? La tercera luz de freno en vertical no termina de casar en la atractiva trasera. Dcha.: Cuando se despliega el alerón trasero aparece demasiado plástico negro.

La capacidad de cambiar de trayectori­a es bestial; enlazar curvas se convierte en un ejercicio muy placentero, y siempre tienes la sensación de que el nivel de adherencia disponible es altísimo –el Carrera S lleva unos Pirelli P Zero desarrolla­dos de manera específica para este modelo–. Cualquier carretera se disfruta, algo a lo que ayuda mucho el hecho de que este 992 cuente con un tacto de dirección excelente, algo que te permite posicionar el eje delantero en la trayectori­a adecuada con precisión y rapidez.

En definitiva, lo mejor de este coche es que es un perfecto todo en uno, y que se puede disfrutar en diferentes circunstan­cias y lugares de una manera plena y sencilla. Es seguro de reacciones y emocionant­e cerca del límite, y en ningún momento pone en apuros al conductor de turno con respuestas inesperada­s.

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