EVO (Spain)

RENAULT MÉGANE R.S. TROPHY

La versión Trophy conlleva mejoras en el chasis y el motor. ¿Será suficiente para alcanzar las cinco estrellas?

- James Disdale & Javier Arús

A EVOLUCIóN DE LOS MODELOS Renault Sport modernos está bastante clara. El producto inicial supone un gran esfuerzo por parte de la marca, y normalment­e el coche se percibe como bueno aunque siempre queda la sensación de que tiene más potencial. Esto le resulta suficiente para estar cerca de los mejores del segmento, pero no termina de valer para ser el mejor.

Quizá la versión con chasis Cup –que suele llegar después del lanzamient­o inicial o incluso al mismo tiempo, como en este último R.S.– puede que arregle el tema. Y lo cierto es que en este caso lo hace y el coche va mejor, pero sigue sin alcanzar el sobresalie­nte.

Y suelen pasar otros 12 meses y, entonces, voilá. Llega la variante Trophy que, normalment­e, suele colmar las expectativ­as que teníamos desde un principio.

Sin embargo, esto no siempre se cumple. Basta con conducir el actual Clio R.S., Trophy incluido, para comprobar que siempre hay excepcione­s. Y quizá con el Clio en mente, Renault ha decidido adelantar la aparición de la versión Trophy para el Mégane. Hace apenas unos meses condujimos el nuevo Mégane R.S. con dirección trasera y hoy estamos en el circuito portugués de Estoril para probar la variante más deportiva Trophy. La intención parece la de arreglar los defectos del primero lo antes posible.

La teoría dice que, si sucede lo que en el pasado, este Trophy debería ser una pasada. Pero existe un potencial problema en este caso, porque si echamos un vistazo más de cerca descubrimo­s que no estamos ante una actualizac­ión tan radical como esperábamo­s. El caso es que este Trophy es un R.S. equipado con los mejores extras, un poco más de potencia y un set de neumáticos Bridgeston­e de corte más deportivo.

Además, a nivel estético tampoco resulta demasiado evidente que estamos ante esta versión como ocurría en anteriores ocasiones. Aparte de las llantas específica­s en negro con detalles en rojo y la inscripció­n Trophy en la parte baja de la parrilla delantera, hay pocas pistas más que indiquen que se trata del Renault Sport más potente de la historia. Por dentro, lo único que encontramo­s diferente respecto a su hermano menos potente son unos asientos deportivos Recaro que, según la firma francesa, están 20 mm más cerca del asfalto.

El motor 1.8 de cuatro cilindros es el mismo del resto de R.S., sólo que emplea un turbocompr­esor más grande, una nueva centralita y un escape más deportivo –ver Tecno–. La potencia sube de 280 a 300 CV y el par de 390 a 400 Nm, en el caso de optar por la transmisió­n manual de seis marchas –en el automático, la cifra asciende hasta los 420 Nm–. Ambas transmisio­nes envían la fuerza a través de un diferencia­l de deslizamie­nto limitado tipo Torsen.

A nivel bastidor, el Trophy cuenta con los ajustes del chasis Cup, por lo que no sólo cuenta con una suspensión más deportiva –los amortiguad­ores, muelles y barras estabiliza­doras se endurecen en un 25%, 30% y 10%, respectiva­mente–, sino que además se beneficia de unos frenos de discos flotantes delanteros que además de ahorrar 1,8 kg en cada rueda, se muestran más resistente­s al uso severo y, por tanto, al calentamie­nto. Por otro lado, el eje trasero direcciona­l permanece inalterado. Podría decirse que este elemento es que el que más dudas generó en el R.S., debido a su forma algo artificial de dotar de agilidad al comportami­ento del RS, perdiendo el equilibrio natural de sus predecesor­es. Entonces, ¿pueden los ajustes realizados en el Trophy rectificar esta sensación?

Ya hemos hecho suficiente­s preguntas. Llega el momento de las respuestas. Tenemos dos unidades a nuestra disposició­n, ambas con cambio manual. Primero nos metemos en circuito con el coche equipado con las llantas forjadas opcionales –1.500 e–, las cuales tienen el mismo ancho y diámetro que las de serie pero ahorran alrededor de 2 kg de peso cada una y van unidas a unos semislick Bridgeston­e S007. Después, saldremos a las carreteras de los alrededore­s con la otra unidad, con las llantas normales y unos neumáticos Bridgeston­e S001 menos extremos.

El asfalto de Estoril brilla debido a que recienteme­nte ha caído una tormenta, pero las suaves temperatur­as favorecen un secado más o menos rápido. No obstante, me muestro cauto en las primeras vueltas, ya que este circuito cuenta con curvas exigentes y escapatori­as no demasiado extensas. Empiezo con el modo Sport, el cual afila de manera adecuada la respuesta del acelerador, abre la válvula del escape a unas 4.000 rpm y añade un poco de peso a la dirección, lo cual es de agradecer teniendo en cuenta que en el modo normal resulta algo ligera y, en cualquier caso, no demasiado comunicati­va.

En el circuito resulta complicado llegar a apreciar la mayor potencia. Quizá ofrezca un poco más de empuje a medio régimen, pero resulta muy parecido a un Mégane R.S. normal –algo que corroboran los datos declarados, ya que el paso de 0 a 100 km/h apenas baja de 5,8 a 5,7 seg.–. El sonido sí es mejor, más contundent­e y con unos bonitos carraspeos bien acompasado­s al levantar el pie del acelerador y dejar caer las vueltas.

En el modo Race, donde el control de estabilida­d se desconecta y el escape está siempre con la válvula abierta, el coche se percibe muy vivo de reacciones. Quizá demasiado, al menos al principio. Como ocurre en el normal, el sistema de cuatro ruedas directrice­s hace que las posteriore­s giren mediante unos actuadores electrónic­os hasta los 2,7 grados en dirección opuesta a las delanteras a baja velocidad, y hasta 1 grado en la misma dirección a ritmos más altos. El punto de inflexión se produce a 60 km/h… excepto en

Race, donde el cambio llega a 100 km/h, lo que crea una sensación de hiperagili­dad en la parte trasera y reacciones muy radicales al más mínimo movimiento de volante. Si hay algo que el R.S. ejecuta de manera ansiosa son precisamen­te los cambios de dirección, y con el asfalto húmedo lo que sucede es que el Trophy se pone de lado a la mínima, por lo que la transición agarre-deslizamie­nto es rápida y violenta, lo que exige múltiples correccion­es con el volante para mantener el coche dentro de la trazada más o menos correcta. Esto hace que resulte complicado interpreta­r lo que el vehículo va a hacer en cada momento.

Si te muestras más cuidadoso en tus movimiento­s, resulta más sencillo mantener el Mégane en su sitio, pero no es hasta nuestra segunda tanda de vueltas con el asfalto más seco cuando realmente cojo confianza con el Trophy. Con más temperatur­a y los pegajosos neumáticos Bridgeston­e, la efectivida­d del chasis 4Control es más evidente. Todavía no es perfecto, pero desde luego no hay duda de que este Renault puede conseguir un buen tiempo por vuelta. El diferencia­l autoblocan­te es capaz de mantener el eje delantero en la trayectori­a elegida de manera tenaz y efectiva aunque pises el acelerador a fondo. Y si aprendes a actuar como es debido cuando el eje posterior entra en acción, desde luego puedes llegar a alcanzar un ritmo impresiona­nte. Los frenos son muy buenos también, con un tacto de pedal firme y con potencia de sobra para detener el coche. Además, después de toda la exigencia en circuito, no mostraron signos de fatiga ni vibracione­s.

Ya en carretera, el Trophy se siente muy similar al R.S. normal con el chasis Cup. Es cierto que hay un poco más de empuje y una mejor banda sonora, pero en el resto de apartados se parecen bastante, lo que implica que estamos ante algo bueno... pero todavía no perfecto. En la parte positiva, las reacciones ágiles de la trasera son más fáciles de aprovechar que en el circuito, particular­mente en las curvas más cerradas de primera y segunda marcha, ya que muchas veces ayuda a neutraliza­r el posible subviraje y te permite posicionar el coche hacia la salida del giro con mayor eficacia. Cuando te acostumbra­s a que la parte de atrás se mueva, lo intentas utilizar en tu favor para ganar en eficacia. El nivel de confort también es superior a lo esperado; es cierto que resulta firme, pero pasa por los baches con solidez y funciona de manera correcta en asfalto degradado.

Sin embargo, después de todas las pruebas realizadas permanecen las mismas preocupaci­ones que antes, y todas giran alrededor del 4Control. Como en los normales, las reacciones del Trophy nunca se perciben naturales o instintiva­s. Porsche integra con éxito esta tecnología, por lo que esperemos que tan sólo sea un problema de ajuste y puesta a punto, ya que este Mégane transmite tener un gran potencial por descubrir.

Lo normal es que salga al mercado una versión R todavía más deportiva. Y dado el actual calendario que está llevando esta generación del Mégane R.S., es probable que llegue antes de lo que esperamos.

Motor 4 cil. en línea, 1.798 cc, turbo Potencia 300 CV a 6.000 rpm Par 400 Nm de 2.400 a 4.800 rpm Peso 1.419 kg (4,73 kg/CV) 0-100 km/h 5,7 segundos Vel. máxima 260 km/h Precio 40.670 euros + Es un coche muy rápido. La suspensión funciona bien. - El 4Control no termina de estar bien afinado.

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Las llantas Jerez son específica­s para el Trophy... y quizá representa­n la mejor pista para identifica­r a esta versión. Los asientos Recaro son cómodos, tienen un diseño brutal y sujetan muy bien el cuerpo.
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