AUDI A1 SPORTBACK 40 TFSI
El más potente –y caro– de la nueva gama del A1 comparte motor con el Volkswagen Polo GTI, aunque cuesta bastante más: 33.310 euros.
O HA HABIDO UN modelo con una vida más plácida que el Mini en el segmento de los urbanos premium. Y no será porque no hayan intentado hacerle la competencia, aunque en la mayoría de los casos la propuesta no fuese del todo acertada. El que más se ha acercado ha sido Audi con el A1, que llegó a nuestro mercado en 2012.
Hay que admitir que no era un mal coche. Eso sí, presentaba algunos defectos en el aspecto práctico, como la escasa habitabilidad en las plazas traseras; algo que se le puede perdonar a un Mini – el diseño manda–, pero a pocos más. Al fin y al cabo, el precio extra respecto un modelo generalista, como un Volkwagen Polo, era –y es– bastante alto.
Aun con todo, el regusto que nos dejó el A1 original no es malo. Porque al hablar de él nos viene a la cabeza el imponente A1 Quattro de 256 CV, uno de los urbanos deportivos más emocionantes –y caros– de todos los tiempos. Pero sólo se fabricaron 333 unidades, de modo que los mortales tuvimos que conformarnos con el S1, con 231 CV y tracción a las cuatro ruedas. No está nada mal para un urbano de 3,98 metros de longitud que compartía plataforma con un humilde Seat Ibiza.
Con la segunda generación del A1 la sensación inicial ha sido mucho más positiva. Es más amplio – delante y detrás–, más estable y transmite una mayor apariencia de calidad; en general, es más coche, hasta el punto de parecer que conduces un vehículo de una categoría superior. No en
vano, la plataforma MQB A0 deriva de la empleada en el A3, y con el crecimiento experimentado por el A1, que ya supera los 4 metros de longitud –4,03 metros, para ser exactos–, las distancias respecto a su hermano mayor se han acortado considerablemente.
En un coche de este segmento, destinado en teoría a los conductores jóvenes, no se puede obviar el aspecto estético. El diseño del habitáculo es alegre y puedes combinar diferentes colores en el salpicadero si lo deseas. Lo mismo sucede con la carrocería, para la que puedes elegir un techo en color de contraste – por sólo 795 euros–. También hay llantas de hasta 18”, varios paquetes de equipamiento para mejorar su imagen exterior... En definitiva, nada que envidiar a las posibilidades personalización que permite un Mini.
La gama de motores también convence. Hay cuatro opciones, todas de gasolina. Conforme a la nueva nomenclatura que ha adoptado Audi, sus denominaciones son 25, 30, 35 y 40, en todos los casos unidos a las siglas TFSI. Cada cifra hace referencia a diferentes horquillas de potencias que, francamente no tengo la más mínima intención de memorizar. Basta con saber que tienen,
respectivamente, 95, 116, 150 y 200 CV. No hay mecánicas diésel ni las habrá; se trata del primer Audi que prescinde de ellas.
Quiero centrar la atención en el A1 más potente, pues ha de cargar con una pesada losa. El mero hecho de contar con 200 CV le posiciona como rival directo del Mini Cooper S, aunque no debería ser su principal preocupación. El problema es que este nivel de potencia le sitúa como un hothatch, donde encontramos al Ford Fiesta ST y al Volkswagen Polo GTI, con el que comparte la plataforma –MQB A0–, cambio y motor.
Respecto al primer elemento, se trata de un 2.0 turbo de gasolina que, además de en el mencionado Polo, se emplea en otros modelos con menos connotación deportiva. En lo que respecta a la transmisión, la única opción es la caja automática DSG de seis velocidades – el Polo GTI también puede adquirirse con una manual–.
Aunque sobre el papel tiene todos los ingredientes, lo cierto es que el A1 Sportback 40 TFSI no transmite sensaciones de deportivo. Es muy rápido, tal y como demuestra los 6,5 segundos que tarda en pasar de 0 a 100 km/h o los 235 km/h de velocidad punta, pero no te conecta a la carretera como lo hace un Fiesta ST, que es la referencia del segmento. Y eso que el A1 más potente incorpora de serie tanto el paquete Dynamic, compuesto por la suspensión de dureza variable con selector de modos de conducción y llantas de 18”. Asimismo, incluye un actuador que hace más audible el sonido de los escapes, si bien nunca llega a resultar emocionante.
En definitiva, no consigue que se te erice el vello como lo hace el Ford Fiesta ST y, en menor medida, el Volkswagen Polo GTI. Este último supone un problema importante para el A1, pues estructural y mecánicamente es el mismo coche y resulta notablemente más barato; en concreto, 6.315 euros con idéntica configuración mecánica, u 8.000 euros exactos si elegimos el GTI con caja de cambios manual de seis velocidades.
No quiero olvidarme de su archirrival, el Mini Cooper S 5p, que también es más emocionante de conducir –aunque menos que antaño– y bastante menos práctico que el A1. Han pasado los años, aunque como puedes ver, la vida sigue igual.