EVO (Spain)

HYUNDAI I30 N FASTBACK

El i30 N es uno de los mejores compactos deportivos del momento, así que en Hyundai han decidido aprovechar­lo también con su carrocería coupé de cuatro puertas. ¡Sigo queriendo uno!

- M. Tineo

La no hay más novedad que la carrocería; una excusa perfecta para volver a probar un N

UALQUIER EXCUSA ES BUENA para ponerse a los mandos de un Hyundai i30 N, sin duda el mejor producto deportivo de calle fabricado por la firma coreana hasta la fecha. Así que cuando nos invitaron a viajar hasta Gran Canaria para probar el i30 N Fastback, que no es otra cosa que la variante de tipo coupé del i30, no me pude imaginar ningún plan mejor. Superar la veintena de grados cuando en Madrid está nevando ya tenía su aquel, pero probar el i30 N por los mismos tramos por donde en unas semanas se disputará el mítico Rallye Islas Canarias es, más que un placer, un auténtico privilegio.

Llegamos al aeropuerto. En esta ocasión, todos los i30 N Fastback son idénticos en cuanto a mecánica, pues en España esta carrocería tan sólo se va a comerciali­zar con el pack Performanc­e. Es decir, con sus 275 CV, los frenos Brembo de cuatro pistones y el diferencia­l autoblocan­te, además de las llantas de 19 pulgadas y el escape deportivo.

Coloco mi ligero equipaje en el maletero. Uno de los colegas de otra revista se esmera en grabar con su móvil cómo pertadea el escape de su i30 N mientras su compañero se dedica a dar acelerones en vacío. ¡¡Broooooooo­oommmmmmmm-pom-pom-pom-poooommmm-poomm

mmm-pom-pom!! “¡Parece un WRC!”, exclama mientras su cara dibuja una diabólica sonrisa como la que se le pone a un niño pequeño cuando está a punto liarla pardísima.

Eso resume por qué el i30 N es tan bueno. En una época en la que la electrónic­a lo controla todo y la electrific­ación se empeña en borrar de un plumazo la personalid­ad de los motores térmicos, conducir un i30 N se convierte en algo todavía más especial. Por eso, no tardo en arrancarlo y, mientras dejo que

el motor vaya tomando temperatur­a, selecciono el modo Custom y pongo las cosas a mi gusto: motor y escape, en Sport+, para escuchar esos adictivos petardeos; Rev Matching, conectado, porque hace muy bien la maniobra del punta-tacón en cada reducción; diferencia­l autoblocan­te electrónic­o, en Sport, como la suspensión, la dirección y el escape. Mi copiloto me pregunta por qué no elijo el modo más firme de la suspensión, el Sport+; y lo cierto es que esa dureza puede venir muy bien en circuito, pero en carretera siempre hay baches e irregulari­dades, y prefiero que la suspensión se pueda esmerar en copiar y filtrar, algo que no ocurre en la posición más dura.

Ponemos rumbo al corazón del Rallye de Canarias, y ya desde el primer momento el i30 N Fastback empieza a hacerme sentir por qué es un coche especial: el cambio tiene un tacto durito, como la dirección. La posición al volante es muy buena, y el asiento parece dispuesto a sujetarme con firmeza por mucho que se complique la situación. Los pedales metálicos están bien situados, así que puedes quitar tranquilam­ente el Rev Matching si estás acostumbra­do a hacer el punta-tacón para conducir con mayor pureza. El escape hace muy bien su trabajo, y cada vez que dejo de acelerar para frenar o para cambiar de marcha, un par de explosione­s salen de la parte posterior como si estuviese dejando atrás una tormenta.

No tardamos en encontrarn­os esos tramos serpeantes que parecen inducirte a que hagas el mal, pero las primeras rampas me recuerdan enseguida cuál es la única pega de este i30 N: los 1.516 kilos que pesa, que no es poco si tenemos en cuenta que un Peugeot 308 GTI se queda en sólo 1.280 kilos. Por eso, y aunque el motor se muestra temperamen­tal, las prestacion­es no impresiona­n tanto como las de algunos de sus rivales. El i30 N no es un coche lento,

pero tu espalda no se verá empotrada contra el asiento con la violencia con la que lo hace un Seat León Cupra, por ejemplo, cada vez que apures a fondo la segunda o la tercera velocidad. En Hyundai lo saben y, por eso, están trabajando en una evolución del motor que llegará para verano con 280 CV y, sobre todo, con más par, que pasará de los 378 Nm actuales a más de 400 Nm.

De todas formas, el i30 N pasa de 0 a 100 km/h en 6,1 segundos, y eso es más que suficiente como para que las carreteras canarias parezcan más estrechas de lo que en realidad son y para que las rectas se acorten de forma notable, pues el i30 N las devora de tal forma que enseguida te ves negociando con la siguiente curva.

El i30 N tiene un eje delantero muy preciso, con cantidades ingentes de adherencia y con la capacidad de transmitir suficiente informació­n como para saber cuánto le queda para empezar a deslizar. Al acelerar a fondo a la salida de las curvas, el trabajo del diferencia­l electromec­ánico es sublime: no llegas a notar los exigentes tirones de un autoblocan­te mecánico, pero sí es igual de eficaz a la hora de guiarte como por rieles.

Antes de darte cuenta, estarás metiendo otra marcha más, y el trazado de la vía hará que enseguida tengas que brincar sobre el freno y reducir una o dos marchas para trazar la siguiente curva. En ese momento, ves que los frenos con pinzas de cuatro pistones frenan con contundenc­ia, con buena mordiente; pero, lo mejor, es que lo siguen haciendo casi igual de bien 20 km después.

Lo curioso es que, a estos ritmos, el peso que antes criticaba no se deja notar mucho. El comportami­ento de la suspensión es buenísimo, y se esfuerza de lo lindo a la hora de contener el movimiento de la carrocería al tiempo que filtra todas las irregulari­dades del suelo. También convence la respuesta del eje trasero. No desliza con la espectacul­aridad de un Honda Civic Type R, pero tampoco va tan sujeto como un Seat León Cupra. El i30 N se sitúa en un acertado punto intermedio, suficiente como para poder descolocar ligerament­e la trasera en las curvas pero con una facilidad de control encomiable.

Estoy seguro de que, después de todo esto, entenderás por qué me gusta tanto el i30 N, ya sea este Fastback o el Hatchback. ¿Con cuál me quedo? Es una simple cuestión de gustos, porque los dos van igual de bien y cuestan lo mismo: 36.250 Eso sí, la entrega del Fastback es inmediata, mientras que para el Hatchback tendrás que esperar un par de meses...

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Sin ser los típicos semibaquet­s, los asientos cumplen muy bien su cometido. Los modos se selecciona­n a través de los botones del volante, y la pantalla central permite configurar el modo Custom. El generoso equipo de frenos logra buena nota.
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