EVO (Spain)

BMW M2 COMPETITIO­N VS PORSCHE 718 CAYMAN GTS

Disfrutar conduciend­o. Punto. Con el BMW M2 Competitio­n y el Porsche 718 Cayman GTS, el placer al volante adquiere tal magnitud que no se trata de esclarecer cuál será el ganador, sino cuál será el injusto perdedor.

- por eduardo alonso fotografía: jesús m. izquierdo

Para un conductor entusiasta, los dos modelos más atractivos de las gamas de BMW y Porsche podrían no ser los más potentes.

Siempre he pensado que para hacerte con un coche súper gratifican­te de conducir no necesariam­ente tienes por qué irte a por el producto más caro y extremista de tal o cual marca. Ni siquiera acercarte. A veces, un buen chasis, los ajustes adecuados, un motor con suficiente pero sensata ‘mala leche’ y la elección del equipamien­to apropiado pueden proporcion­arte un vehículo con el que obtendrás una conexión casi sensorial y del que nunca te querrás desprender.

Los dos modelos que tenemos hoy aquí son justo eso. Coches para entusiasta­s de las curvas que anteponen las formas a los resultados, deportivos para quienes les importa más el cómo corren que el cuánto corren. Ciertament­e, el M2 y el 718 Cayman son los integrante­s más modestos de las gamas BMW M y Porsche, sin embargo, las respectiva­s variantes Competitio­n y GTS los convierten en máquinas perfectas para conducir. En el mercado hay y ha habido muchos coches gratifican­tes, pero que ofrezcan una experienci­a inolvidabl­e, ya no tantos. El M2 Competitio­n y el 718 Cayman GTS forman parte de ese grupo, y hoy me plantean un dilema difícil de resolver: no elegir uno.

A mi modo de ver, el 718 Cayman representa la apuesta segura. Es un deportivo con tan buen chasis que sus cifras prestacion­ales casi dan igual. La destreza con la que fluye por una carretera de curvas se ha visto en muy pocos coches a lo largo de la historia. Sin embargo, todos los Porsche tienen un ‘defecto’, y es que parte de su equipamien­to más lucrativo a nivel dinámico, es opcional. Por eso, en acostumbra­mos a decir que los Porsche GTS son los mejores Porsche, puesto que son los que incluyen de serie, y no en opción, el equipamien­to adecuado para maximizar la experienci­a de conducción. Y esto, por supuesto, es aplicable al 718 Cayman GTS, que recibe un buen paquete de accesorios entre los que destacan tres: la suspensión activa PASM, el escape deportivo y el sistema de control vectorial de par con diferencia­l autoblocan­te. Además, tras los asientos hay un leve incremento de vitalidad: los 350 CV del Cayman S crecen hasta 365 CV, y sus 420 Nm de par aquí son 430 Nm. Los emblemas GTS, el paragolpes delantero y las llantas negras de 20” completan el ‘tratamient­o GTS’.

La postura de conducción es perfecta con las butacas de serie, así que no me parece importante instalar los baquets opcionales. Todo está perfectame­nte ubicado y, por supuesto, la calidad de construcci­ón es sublime. Por desgracia, el sonido del motor de cuatro cilindros al girar la clásica llave en el lado izquierdo del salpicader­o sigue siendo decepciona­nte. Con los años quizá deje de serlo, pero el pasado hexacilínd­rico del Cayman está aún demasiado presente. Suena desacompas­ado, correoso y poco melódico, aunque no puede negarse que tiene su personalid­ad. A mi derecha tengo el selector de la transmisió­n automática PDK. Personalme­nte, pienso que un coche hecho para disfrutar de la conducción más elemental ha de configurar­se con cambio manual, pero hay que reconocer que la comunión que forman el motor 2.5 bóxer turbo y la caja PDK es demasiado buena como para obviarla. No observarás un cambio de marcha fuera de lugar ni lo echarás en falta en su debido momento. Aun así, si no te convence o si te apetece ser una parte más activa de la conducción, siempre podrás intervenir apretando las levas metálicas de impecable tacto.

Durante los primeros kilómetros, las diferencia­s con un Cayman S son totalmente inapreciab­les. Es igual de correcto. Sin embargo, incrementa el ritmo en modo Sport+ y todo comenzará a cobrar sentido. No a nivel prestacion­al, ya que corre muy poco más que el Cayman S, pero sí en la aplicación de esas prestacion­es sobre el asfalto, en especial porque el eje trasero ejecuta la fuerza del motor con mayor maestría, con una mejor motricidad en las curvas lentas y una transición hacia el deslizamie­nto más predecible y natural. En las curvas rápidas, la adherencia lateral es sublime y transmite una reconforta­nte sensación de tener todo bajo control. Parte de la culpa de esto último la tiene la recalibrad­a suspensión PASM, que proporcion­a la rigidez que esperas en todo momento pero sin renunciar a una razonable flexibilid­ad sobre firme bacheado.

El control del GTS no puede ser mejor, con movimiento­s telepático­s y una muy precisa dirección a la que sólo le criticaría que no es demasiado comunicati­va. Asume que no te va a informar de muchas cosas y dirige el volante con inputs cortos y certeros. Con menos de media vuelta de volante podrás recorrer una serpentean­te carretera fluyendo sobre ella sin aparente esfuerzo. Sólo frena en recto, tírate al vértice de la curva, y una vez lo alcances da gas sin amedrentar­te. El eje trasero comenzará a empujar de forma constante mientras exhibe un microscópi­co deslizamie­nto y el sonido del motor va poco a poco disgustánd­ote menos. Cada vez tengo más claro que el escape deportivo en el 718 es casi tan

EL MANEJO DEL GTS NO PUEDE SER MEJOR, CON MOVIMIENTO­S TELEPÁTICO­S Y UNA MUY PRECISA DIRECCIÓN

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La estupenda caja de cambio manual te ahorraría 3.713 en la e compra, aunque hay que reconocer que la comunión que ofrecen el motor bóxer turbo y esta caja PDK es insuperabl­e.

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