BMW M2 COMPETITION VS PORSCHE 718 CAYMAN GTS
Disfrutar conduciendo. Punto. Con el BMW M2 Competition y el Porsche 718 Cayman GTS, el placer al volante adquiere tal magnitud que no se trata de esclarecer cuál será el ganador, sino cuál será el injusto perdedor.
Para un conductor entusiasta, los dos modelos más atractivos de las gamas de BMW y Porsche podrían no ser los más potentes.
Siempre he pensado que para hacerte con un coche súper gratificante de conducir no necesariamente tienes por qué irte a por el producto más caro y extremista de tal o cual marca. Ni siquiera acercarte. A veces, un buen chasis, los ajustes adecuados, un motor con suficiente pero sensata ‘mala leche’ y la elección del equipamiento apropiado pueden proporcionarte un vehículo con el que obtendrás una conexión casi sensorial y del que nunca te querrás desprender.
Los dos modelos que tenemos hoy aquí son justo eso. Coches para entusiastas de las curvas que anteponen las formas a los resultados, deportivos para quienes les importa más el cómo corren que el cuánto corren. Ciertamente, el M2 y el 718 Cayman son los integrantes más modestos de las gamas BMW M y Porsche, sin embargo, las respectivas variantes Competition y GTS los convierten en máquinas perfectas para conducir. En el mercado hay y ha habido muchos coches gratificantes, pero que ofrezcan una experiencia inolvidable, ya no tantos. El M2 Competition y el 718 Cayman GTS forman parte de ese grupo, y hoy me plantean un dilema difícil de resolver: no elegir uno.
A mi modo de ver, el 718 Cayman representa la apuesta segura. Es un deportivo con tan buen chasis que sus cifras prestacionales casi dan igual. La destreza con la que fluye por una carretera de curvas se ha visto en muy pocos coches a lo largo de la historia. Sin embargo, todos los Porsche tienen un ‘defecto’, y es que parte de su equipamiento más lucrativo a nivel dinámico, es opcional. Por eso, en acostumbramos a decir que los Porsche GTS son los mejores Porsche, puesto que son los que incluyen de serie, y no en opción, el equipamiento adecuado para maximizar la experiencia de conducción. Y esto, por supuesto, es aplicable al 718 Cayman GTS, que recibe un buen paquete de accesorios entre los que destacan tres: la suspensión activa PASM, el escape deportivo y el sistema de control vectorial de par con diferencial autoblocante. Además, tras los asientos hay un leve incremento de vitalidad: los 350 CV del Cayman S crecen hasta 365 CV, y sus 420 Nm de par aquí son 430 Nm. Los emblemas GTS, el paragolpes delantero y las llantas negras de 20” completan el ‘tratamiento GTS’.
La postura de conducción es perfecta con las butacas de serie, así que no me parece importante instalar los baquets opcionales. Todo está perfectamente ubicado y, por supuesto, la calidad de construcción es sublime. Por desgracia, el sonido del motor de cuatro cilindros al girar la clásica llave en el lado izquierdo del salpicadero sigue siendo decepcionante. Con los años quizá deje de serlo, pero el pasado hexacilíndrico del Cayman está aún demasiado presente. Suena desacompasado, correoso y poco melódico, aunque no puede negarse que tiene su personalidad. A mi derecha tengo el selector de la transmisión automática PDK. Personalmente, pienso que un coche hecho para disfrutar de la conducción más elemental ha de configurarse con cambio manual, pero hay que reconocer que la comunión que forman el motor 2.5 bóxer turbo y la caja PDK es demasiado buena como para obviarla. No observarás un cambio de marcha fuera de lugar ni lo echarás en falta en su debido momento. Aun así, si no te convence o si te apetece ser una parte más activa de la conducción, siempre podrás intervenir apretando las levas metálicas de impecable tacto.
Durante los primeros kilómetros, las diferencias con un Cayman S son totalmente inapreciables. Es igual de correcto. Sin embargo, incrementa el ritmo en modo Sport+ y todo comenzará a cobrar sentido. No a nivel prestacional, ya que corre muy poco más que el Cayman S, pero sí en la aplicación de esas prestaciones sobre el asfalto, en especial porque el eje trasero ejecuta la fuerza del motor con mayor maestría, con una mejor motricidad en las curvas lentas y una transición hacia el deslizamiento más predecible y natural. En las curvas rápidas, la adherencia lateral es sublime y transmite una reconfortante sensación de tener todo bajo control. Parte de la culpa de esto último la tiene la recalibrada suspensión PASM, que proporciona la rigidez que esperas en todo momento pero sin renunciar a una razonable flexibilidad sobre firme bacheado.
El control del GTS no puede ser mejor, con movimientos telepáticos y una muy precisa dirección a la que sólo le criticaría que no es demasiado comunicativa. Asume que no te va a informar de muchas cosas y dirige el volante con inputs cortos y certeros. Con menos de media vuelta de volante podrás recorrer una serpenteante carretera fluyendo sobre ella sin aparente esfuerzo. Sólo frena en recto, tírate al vértice de la curva, y una vez lo alcances da gas sin amedrentarte. El eje trasero comenzará a empujar de forma constante mientras exhibe un microscópico deslizamiento y el sonido del motor va poco a poco disgustándote menos. Cada vez tengo más claro que el escape deportivo en el 718 es casi tan
EL MANEJO DEL GTS NO PUEDE SER MEJOR, CON MOVIMIENTOS TELEPÁTICOS Y UNA MUY PRECISA DIRECCIÓN