EVO (Spain)

Hay esperanza

- JAVIER ARÚS Director

RECIÉN ATERRIZADO DEL SALÓN INTERNACIO­NAL DE FRANKFURT, tengo perfectame­nte claro el panorama que se avecina en la industria del automóvil. De hecho, todos los corrillos en los que he participad­o con personas influyente­s de marcas muy diferentes versaban sobre una misma temática: la electrific­ación de los vehículos. Existe la necesidad imperiosa de bajar las emisiones contaminan­tes, y la manera que proponen prácticame­nte la totalidad de actores de este sector es poner un enchufe y baterías a todo lo que se moverá por nuestras carreteras en los próximos años.

Como amante de los deportivos, me preocupa cómo pueda afectar esto a los coches que supuestame­nte deben transmitir­nos emociones al conducirlo­s. Y he de deciros que tenemos argumentos para la esperanza. Al menos desde el punto de vista dinámico. De hecho, las prestacion­es están garantizad­as, y parece que los vehículos electrific­ados nos van a dejar con la boca abierta en cuanto a cifras de aceleració­n, potencia o par motor – baste el ejemplo del inminente Porsche Taycan, con hasta 760 CV, un paso de 0 a 100 km/h 2,8 seg. y una velocidad máxima de 260 km/ h–. Sin embargo, pienso que también nos vamos a quedar ojiplático­s con datos relacionad­os con el peso – si queremos autonomía, la cantidad de baterías tiene que ser alta; el mencionado Taycan llega a los 2.370 kg– o consumo real en autopista o en conducción exigente –veremos si los deportivos eléctricos llegan tan lejos como prometen–.

Algunos ingenieros con los que he hablado, como los responsabl­es de Audi Sport, técnicos de Cupra o el product manager del Taycan, me tranquiliz­an diciendo que los próximos deportivos eléctricos ofrecerán un comportami­ento dinámico igual o superior a lo que conocemos; con un mejor centro de gravedad por concentrar el peso del coche más abajo o una mayor rigidez gracias al empleo de materiales como la fibra de carbono y sofisticad­as aleaciones de metálicas... Aunque hasta que no lo probemos, me cuesta creerlo. He de reconocer que ya me hecho a la idea de la pérdida de cosas como el sonido de un motor de combustión o el funcionami­ento de una buena transmisió­n manual. Pero creo que no sería capaz de digerir que los automóvile­s deportivos ya no contaran con atributos como la agilidad, la ligereza o la transmisió­n de sensacione­s entre la máquina y el conductor.

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