EVO (Spain)

RENAULT M éGANE 275 TROPHY- R

Su singular enfoque hace del Trophy-R un imprescind­ible para Richard Meaden

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Si tuvieraS que anotar todaS laS coSaS que probableme­nte disuadiría­n a alguien a la hora de comprar un coche nuevo, pero que al mismo tiempo aseguraría­n que ese mismo coche adquiriera en unos años el estatus de icono, la lista definiría al Renault Sport Mégane 275 Trophy-R.

Fabricado por Renault Sport para conseguir un nuevo récord de vuelta entre los tracción delantera de producción en Nürburgrin­g Nordschlei­fe, era más evoluciona­do que la mayoría de especiales de homologaci­ón. Prescindie­ndo de cualquier equipamien­to superfluo e incluso de los asientos traseros, pero cargado de caros componente­s ligeros de competició­n, el Trophy-R miró muy poco por la comodidad. Era exclusivo. Muy exclusivo, de hecho, con apenas 250 ejemplares. El paquete opcional Nürburgrin­g Pack – discos delanteros de 350 mm y batería de litio– lo hacía también tremendame­nte caro, rozando los 45.000 euros.

Además, lucía un provocador juego de pegatinas, llantas en color chillón y, por si esto no llamara suficiente­mente la atención, un escandalos­o sonido gracias al sistema de escape Akrapovic de titanio. Los amortiguad­ores Öhlins ajustables manualment­e te daban la opción de suavizar las cosas para un uso en carretera – era sorprenden­temente cómodo– o bien prepararlo para circuito, pero para hacerlo debías rebuscar con tus manos en los pasos de rueda. Y con 30 'clics' de ajuste, había suficiente margen para liarla.

Pero... este coche era una declaració­n de intencione­s. Una que posicionó a Renault Sport en la cúspide de las prestacion­es entre los compactos deportivos extremos para carretera y circuito. Un tiempo de vuelta de 7 minutos y 54 segundos en el trazado más exigente del mundo ratificó su efectivida­d y recompensó la férrea ambición de Renault Sport.

Como en muchos de estos coches ‘especiales’, la experienci­a de conducción es tan fabulosa como nefasta. Ese afán de rebajar los 8 minutos de vuelta en el Ring supuso una aplomada puesta a punto que priorizara el agarre sobre la agilidad propia del modelo –al menos con los neumáticos ya calientes–. Esto significó que el Trophy-R era más académico que juguetón, pero la forma en que podía cumplir en carretera y circuito resultaba bastante sobrecoged­ora. Ahora, como entonces, necesitarí­as una buena dosis de masoquismo para exprimir un coche cuyo énfasis está puesto en un recorrido de asfalto de casi 21 kilómetros entre los árboles de las montañas de Eifel. Y ahí reside su belleza. Al menos para aquellos a los que nos seducen estas cosas. Uno de los últimos coches de su clase realmente analógicos, el Trophy-R se convirtió en parte del folclore de los compactos deportivos cuando batió el récord.

Lo que valores este tipo de récords decidirá finalmente si te haces con un Trophy-R o si te parece una compra absurda. Yo soy de los primeros, pero sea cual sea tu punto de vista, este es un coche que seguirá provocando discusione­s entre aquellos que conocen su historia y generando curiosidad entre quienes no la conocen. El más especial de una especie muy especial, cuyo estatus de icono 'a la espera' está ganado y asegurado.

SE CONVIRTIó EN PARTE DEL FOLCLORE DE LOS COMPACTOS DEPORTIVOS

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