PORSCHE TAYCAN
El primer deportivo eléctrico
Calusión a cierto fabricante americano de coches eléctricos es prácticamente imposible. Tal es la repercusión que ha conseguido Tesla en sus breves años de historia. Llegaron con la intención de ‘acelerar la transición hacia la movilidad eléctrica’, y se han convertido en la vara de medir a la que debe someterse, de manera inefable, cualquier nuevo modelo eléctrico que pretenda tenerse a sí mismo como relevante. Y es una lástima, porque abordar el asunto sin afrontar las dos cuestiones espinosas relacionadas con el Taycan −la autonomía y el ritmo de despliegue de la red de cargadores Ionity− sería muy cómodo para mí... aunque muy desleal de cara a vosotros, los lectores. De manera que no va a ser posible esquivar la bala consistente en hablar de Tesla a la hora de presentar al Taycan. En lugar de pasar de puntillas por el tema, va a ser mucho mejor arremangarnos y entrar hasta el fondo en él.
Hasta ahora, el efecto de estas confrontaciones no ha sido muy benéfico para los adversarios de Tesla. Principalmente, porque todavía no ha habido un fabricante que quiera entrar al trapo de competir con Tesla... en los mismos términos que Tesla. Y es que... seamos sinceros: las principales cualidades positivas de un Tesla son que gasta poco y dispone de una red de Supercargadores estratégicamente ubicados y gracias a la cual viajar es más o menos sencillo. En términos de telecomunicaciones e interfaz también están muy por delante de sus rivales. Todos esos son grandísimos argumentos de venta, y el éxito de Tesla es consecuencia directa de ellos. Sin embargo, esas virtudes acarrean algunos inconvenientes. El diseño interior es espartano, las calidades resultan honestas y los ajustes son mejorables. El tacto de conducción es mundano. La insonorización no es espectacular. Y las promesas sobre las habilidades futuras, así como el funcionamiento actual de su sistema Autopilot −que ha pegado un bajón importante a raíz del divorcio entre Tesla y la israelí Mobi