Porsche Spyder
En muchas ocasiones faltamos al respeto a las versiones descapotables de los deportivos. Que si se pierde rigidez, que si afecta negativamente al comportamiento dinámico... Sin embargo, aquí la cosa cambia.
EL 718 SPYDER – la palabra Boxster no aparece por ningún lado– es la tercera generación de una estirpe muy exclusiva. Y, en este caso, es la primera vez que podemos hablar de la variante sin techo del 718 Cayman GT4... lo cual es una excelente noticia.
Me explico. El Spyder de la anterior generación, conocida como 981, era más bien una especie de Boxster GTS evolucionado, lo que significa que teníamos una versión muy exclusiva, pero no era un producto desarrollado por el departamento GT de la marca alemana.
El actual Spyder sí hereda todo lo del GT4, lo que implica que tenemos el chasis de un 911 GT3 adaptado a un vehículo con el motor colocado en posición central. Es lo mismo que sucede con el 911 Speedster respecto al mencionado 911 GT3. De hecho, la única diferencia entre un Spyder y un GT4 es el paquete aerodinámico, ya que Porsche con buen criterio estético decidió no poner en la variante sin techo el gran alerón del coupé, sino uno más pequeño y retráctil.
Y el hecho de poder conducir un GT4 sin techo, amplifica la experiencia de conducción de una manera exponencial. Todo es más. El sonido, la sensación de velocidad, el disfrute de la carretera, del paisaje... todo se acentúa y te deja noqueado.
Hemos tenido la oportunidad de rodar por las mejores carreteras del norte de Escocia durante la presentación internacional de este modelo, y te puedo asegurar que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de conducir un buen descapotable.
El motor del 718 Spyder es el mismo 4.0 atmosférico de seis cilindros opuestos que lleva el GT4 – derivado del 3.0 que monta el 992–, con una potencia de 420 CV y un par máximo de 420 Nm… y capaz de alcanzar
El nuevo Spyder pesa exactamente lo mismo que un 718 Cayman GT4: 1.495 kg
las 8.000 rpm. La transmisión es manual de seis velocidades y, si bien cuenta con los mismos desarrollos largos del GT4 en las primeras tres marchas, su funcionamiento resulta exquisito. Es un mecanismo placentero y agradable de usar de manera indefinida – recorridos cortos, inserciones precisas–, con la particularidad de que el sistema de punta tacón automático funciona de manera impecable.
El nuevo Spyder pesa exactamente lo mismo que un Cayman GT4, lo cual resulta meritorio. No obstante, Porsche admite que, lamentablemente, el peso en vacío ha aumentado alrededor de 35 kg para alcanzar los 1.495 kg – debido principalmente a la instalación de nuevos filtros de partículas en el escape–.
Sobre el papel, el Spyder tiene un rendimiento casi idéntico al GT4. Puede pasar de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos y tarda sólo 9,0 segundos en llegar a los 160 km/h; la velocidad máxima es de 300 km/h y, según la marca, se puede alcanzar tanto con la capota puesta como desplegada.
Los frenos son los mismos enormes discos de acero perforados que emplea el GT4, que a su vez heredan del GT3. Y si pretendes rodar muchas veces en circuito, te pueden interesar los discos cerámicos por 9.028 euros.
El 718 Spyder lleva la suspensión adaptativa PASM de serie, además del paquete Sports Chrono. Y como en su hermano de techo metálico, coincide en la monta de neumáticos, con unos Michelin Pilot Sport Cup 2 desarrollados específicamente para este modelo.
El Spyder cuenta con una capota de lona de accionamiento manual algo engorrosa de manejar –aunque nada que ver con la de la primera generación– que, para ser honesto, debes llevar plegada siempre que puedas, ya que el vínculo que se
genera con el coche se acentúa enormemente... y el sonido del motor llega a tus oídos de manera mucho más clara, un placer que un coupé no te transmite en ningún momento.
Dicho esto, toca hablar de las sensaciones de conducción. Y aquí el Spyder saca matrícula de honor. Es un coche que te hace sentir al volante de algo realmente especial, y esto cada vez resulta menos habitual incluso en el mundo de los deportivos. Su combinación de cualidades es única. Lo más destacable es la inmediatez en la respuesta del acelerador siempre que la aguja del cuentavueltas esté por encima de las 2.800 rpm; el buen sonido de escape – no muy alejado del que exhibía la anterior generación, pero desde luego a años luz de las variantes de cuatro cilindros–; un comportamiento excelso, con una dirección de tacto impecable; y unos frenos ultra eficaces en cualquier circunstancia.
Pero conviene ahondar en el tema del comportamiento dinámico. Es brutal. El control de los movimientos del coche en cualquier dirección es preciso, milimétrico. Donde apuntas, ahí vas con la precisión de un tiralíneas –algo que nos resultó especialmente útil en estas estrechas carreteras escocesas... circulando por el carril contrario al de las vías españolas–. Y es uno de esos coches que se disfruta a cualquier velocidad, sin la necesidad de llevarlo como un loco para percibir emociones. Pedales, volante, palanca del cambio... todo te conecta con el coche de manera directa, íntima; el puesto de conducción por supuesto ayuda, situando al conductor a ras de suelo y con todo al alcance de la mano.
Y la manera que tiene de enlazar curvas, cambiando de trayectoria apenas moviendo el volante, con un tacto de dirección perfecto, resulta algo totalmente adictivo.
El motor acompaña a la perfección, ya que añade ese toque dramático que casa de manera ideal con un vehículo descapotable. Moverte entre las 3.000 y 6.000 rpm te permite alcanzar un ritmo devastador, pero si realmente quieres jugar en otra liga, debes explorar el terreno que va de las 6.000 a las 8.000 rpm. Puro disfrute y pelos de punta. Constamente. Algo difícil de explicar con palabras y que te marca para siempre. Todo el mundo debería de experimentar algo así al volante de un coche, ya que es la única forma de entender hasta donde puede llegar el placer de conducir. Las prestaciones son excelentes, y desde luego en ningún momento nadie podrá decir que este Spyder no corre. De hecho, en según qué vías, no se me ocurren coches más rápidos. Vale que no alcanza las 9.000 rpm a las que llegar el motor 4.0 del Porsche 911 Speedster... pero, sin duda, el nivel de emociones está más que logrado. La postura de conducción no admite pegas. Todo a mano, instrumentos precisos y solidez. Está bien hecho y la ausencia de techo no afecta en absoluto al comportamiento.
LCuando llega el momento de evaluar el valor de este modelo, mi pensamiento inicial es que tiene que ser caro. A la fuerza. Y teniendo en cuenta que la cifra exacta alcanza los 107.612 euros, no parece en absoluto descabellada si analizamos un poco el contexto donde se mueve esta versión. Por ejemplo, un Audi R8 Spyder cuesta el doble. Y un Jaguar F-Type SVR roza los 170.000 euros. Y si bien son vehículos que transmiten sensaciones fantásticas, desde luego no llegan a las que puedes llegar a sentir en el Spyder.
Disfrutar conduciendo. Ese es el único objeto del Spyder