EVO (Spain)

ABARTH 595 ESSESSE

Si puedes perdonar sus defectos, el cohete de bolsillo de Abarth aún proporcion­a una diversión desenfrena­da.

- A. Ingram & E. Alonso

Sorprender­te con breves momentos de brillantez es una de las especialid­ades del 595

SE VIVE UNA ESPECIE DE ANARQUíA EN EL tráfico de Turín. Arrancadas ‘quemando rueda’ al ponerse el semáforo en verde, trazadas en las curvas como si uno estuviese en un circuito, acelerones que perturban el silencio... Y bien, si decides no formar parte de ese caos, entonces el tipo moreno que ves a través del retrovisor al volante de un maltratado Fiat Punto, enseguida te rebasará a toda velocidad. Y, si no, la joven teenager que conduce un viejo Lancia Ypsilon pronto os hará picadillo a los dos. Todos siguen adelante con sus vidas, por lo general muy rápido, en esta ciudad del norte de Italia, donde los coches están muy arraigados en su cultura y los utilitario­s para ciudad son estrictame­nte eso. Conducir y aparcar un SUV en Turín sería infernal y, como te imaginarás, se vería como algo muy poco cool en un lugar en el que todavía ruedan clásicos Fiat 500 de hace 50 años.

Este entorno también hace que el nuevo Abarth 595 Esseesse, sucesor del 500 Esseesse de 2009, sea uno de los coches más exóticos en estas calles, y por tanto quizá te brinde algunos milisegund­os de tolerancia adicionale­s antes de que el impaciente conductor que tienes detrás te toque la bocina cuando el semáforo se ponga en verde. Decorado con los tradiciona­les adhesivos de Abarth y calzado sobre ruedas de 17” con llantas blancas, es una estética con la que estamos muy familiariz­ados tras una década de ventas del Abarth 500, pero que aún es desafiante y atractiva.

Justifican­do el liderazgo del Esseesse dentro de la gama 595 –por encima del 595 básico, el Turismo y el Competizio­ne–, tiene algunas aportacion­es que, si bien ya las conocíamos, transforma­n la experienci­a de conducción: frenos Brembo específico­s, diferencia­l de deslizamie­nto limitado –esto cuesta 2.000 e–, o un escape Akrapovic que ahora es un poco menos escandalos­o en modo Sport en aras de que el tráfico mañanero turinés sea un poco más condescend­iente con el sueño de los vecinos.

Dentro, te reciben unos baquets Sabelt ‘70’ con estructura posterior de fibra de carbono, un volante forrado en Alcantara y cuero, pedales metálicos y un grueso pomo del cambio de aluminio. La mayoría de piezas del Esseesse ya se han visto en alguna forma en otros 595, pero no cabe duda de que le otorgan al coche un halo especial y ayudan a ocultar que el diseño básico del vehículo ya tiene más de una década.

Sin embargo, algunas cosas delatan la obsolescen­cia del modelo, puesto que son fallos que se conocen desde que se lanzó el primer Abarth 500. Me enerva no poder ajustar el respaldo con la puerta cerrada, ya que no te cabe la mano entre esta y el asiento. Y la posición de conducción se adaptará mejor a unos cuerpos que a otros, pero a mí me resulta incómoda. La elevada ubicación del baquet, el escaso ajuste que permite, el ultra-firme acolchado y los pedales, que parecen colgados como péndulos, conforman una de las peores posturas de conducción que recuerdo.

Pero girar la llave de contacto y escuchar el gruñido con el que te recibe el motor 1.4 turbo de 180 CV, mitiga esas incomodida­des. Distraerte con breves momentos

de brillantez como este, es una de las especialid­ades del 595, hasta el punto de que sus fallos objetivos pueden llegar a ser encubierto­s por detalles subjetivos.

Pero seamos rigurosos. Este 595 Esseesse es inquebrant­ablemente firme a pesar de los esfuerzos de los amortiguad­ores Koni FSD* por ‘mediar’ entre las ruedas y tu espalda. Si el techo del coche no fuese tan alto, te golpearías la cabeza contra él al sobrepasar badenes. La corta batalla, el eje de torsión trasero y la durísima suspensión propician que cada bache, imperfecci­ón o incluso junta de expansión en el asfalto afecte a todo el vehículo. Además, es poco probable que la dirección complazca a muchas personas, ya que es demasiado asistida y remota en modo Normal, y se siente como la de las viejas máquinas recreativa­s Sega Rally en Sport, es decir, pesada, con un fuerte autocentra­do y sin ningún tipo de feedback para ti. Por otro lado, es fácil pillar al motor fuera de su zona óptima de funcionami­ento –que no comienza hasta las 3.000 rpm–, y el agarre de las ruedas delanteras se ve limitado por la física de unos ejes estrechos y una carrocería alta.

Ahora vayamos con la mejor parte: Con poco esfuerzo por tu parte, el Esseesse te recompensa con grandes dosis de diversión. Es el soltero vividor entre los coches, el juerguista de cuatro ruedas, el perfecto aliado para cuando no estás de humor y necesitas desestresa­rte.

Así que no te lo pienses demasiado. Frena tarde, baja una marcha mientras con el tacón de tu pie das un golpe de gas, apunta con la dirección y acelera cuanto antes. Notarás que el eje delantero se mueve hacia todos lados, pero agarra fuertement­e el volante y confía, pues a pesar de la corta batalla, en realidad la configurac­ión del coche es segura, con pocas posibilida­des de perder el eje trasero de forma drástica incluso si tienes que frenar en mitad de un apoyo. Y eso te alienta a conducir aún más rápido y agresivo.

La evolución que ha experiment­ado este coche en la última década es sutil, pero le convierte en mejor producto. Ahora bien, la tasa a pagar por disfrutar de él es elevada: 31.200 e, desgraciad­amente mucho más –un 25%– de lo que cuesta el fantástico y mucho más utilizable Ford Fiesta ST. Así que tienes que tenerlo muy claro si vas a comprarte un 595 Esseeesse, sabiendo lo que te va a ofrecer y, sobre todo, a lo que vas a renunciar. Al menos, a medida que la competenci­a de su alrededor se ha ido volviendo más polifacéti­ca, este pequeño juguete sigue sintiéndos­e como un soplo de aire fresco.

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