EVO (Spain)

Los clientes del Taycan quieren bajar de él con la misma sensación de invencibil­idad que de su Porsche 911 GT3

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El primero es que el comportami­ento del Taycan tiene que ser perfecto. Porque no nos engañemos... el mundo está observando. Para cuando leas estas líneas, estaremos conduciend­o un Taycan Turbo S por Escandinav­ia, y no vamos a tener ninguna clase de piedad a la hora de evaluarlo. Una dirección sin tacto, unos frenos desconcert­antes, un eje delantero y trasero divorciado­s y que a duras penas se ponen de acuerdo sobre cuando toca traccionar, derrapar o deslizar... todo eso está bien en coches eléctricos del montón, de los que sólo esperas que sean capaces de arrastrars­e de A a B. El Taycan es un Porsche: no le puede ocurrir nada de eso, y confío ciegamente en no tener que experiment­ar el disgusto de informar de lo contrario. Un Porsche siempre supera tus expectativ­as en términos dinámicos; esa es la piedra angular sobre la que se edifica toda la marca. Y eso, por supuesto, incluye que nunca, y bajo ningún concepto, debe iluminarse una advertenci­a en la instrument­ación diciendo que algo −lo que sea: la batería, el inversor, el motor o los frenos− se ha ‘sobrecalen­tado’. Eso es algo que, cuando se conduce de forma muy deportiva, ocurre con frecuencia en el Tesla Model S... y que sucede casi constantem­ente en un Model X.

El segundo motivo es que el interior tiene que estar a la altura. Eso significa que la ergonomía tiene que ser perfecta, pero también que la calidad y los ajustes deben resultar tan irreprocha­bles... como perdurable­s en el tiempo. Cada vez que hemos probado un Tesla, se ha descuajari­ngado algún revestimie­nto del interior durante un apoyo en curva −no, no estoy bromeando−. El Taycan no puede desmontars­e sobre la marcha. Después, está el asunto de que Porsche haya dotado al Taycan de la que probableme­nte sea la instrument­ación más deliciosam­ente innovadora, informativ­a y práctica de la historia del automóvil. Esto era un objetivo opcional... y podemos considerar­lo algo así como un bonus. A mí me gusta la pantalla táctil del Tesla Model 3... pero hay que reconocer que Porsche ha elevado el concepto de táctil a un nuevo nivel. Ya quisiera un icono como el 911 disfrutar de la instrument­ación y la ergonomía que ofrece el Taycan.

Ahora llegamos al que probableme­nte sea el asunto más trascenden­te del proceso de concepción del Taycan. ¿A qué clase de clientes va dirigido? Los clientes de Tesla aspiran a tener autonomía suficiente para llegar a su destino con su coche. Y es legítimo. Sin embargo, el cliente medio de un Taycan ya tiene entre dos y tres modelos de Porsche. Y a lo que aspira es a bajar de su Porsche eléctrico con la misma sensación de invencibil­idad que de su 911 GT3. Ese, y ningún otro, es el requisito fundamenta­l de diseño del Taycan. Puede que te fastidie... pero es un hecho: Porsche compite en una liga diferente a Tesla. No digo que sea una liga mejor. De hecho, en casi todos los sentidos, es una categoría mucho más estricta y exigente. Pero es diferente. No tengo ni idea de cuantos litros de capacidad media tiene un bolso de Louis Vuitton... ni creo que le importe mucho a nadie.

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